El American College of Cardiology destaca el estudio como uno de los 20 más importantes del mundo sobre la evolución de los biomarcadores.
Un grupo de investigadores del Hospital
Universitario La Fe, de la Comunidad Valenciana, ha descubierto un
nuevo marcador molecular cardiaco que indica posibles cambios en la
relación del organismo con la insuficiencia cardiaca, de modo que
podría cambiar el enfoque del tratamiento de estos pacientes con el
objetivo de adecuarse mejor a cada caso.
Este estudio multicéntrico, dirigido por el doctor Miguel Rivera,
director del Centro de Investigación del Hospital Universitari La Fe,
ha contado con la participación de los doctores Raquel Cortés, Esther
Roselló-Lletí, Luis Martínez-Dolz, Antonio Salvador y Manuel Portolés,
del Hospital Universitari La Fe; Vicente Bertomeu, del Hospital San
Juan de Alicante; Fernando García de Burgos, del Hospital de Elche;
Vicente Climent, del Hospital General de Alicante y Rafael Payá, del
Hospital General de Valencia.
Así, este grupo multicéntrico de investigadores y cardiólogos ha
estudiado durante dos años un grupo de 79 pacientes de la Comunidad
Valenciana funcionalmente estables para medir los niveles del péptido
NT-pro-BNP en plasma y orina y determinar la variabilidad de estos
niveles en pacientes con insuficiencia cardiaca. En ellos han observado
cómo el corazón segrega estas moléculas, los péptidos natriuréticos,
que se sintetizan en los ventrículos, y que son liberados por este
órgano cuando existe la enfermedad.
Tal y como ha señalado el doctor Miguel Rivera, “la insuficiencia
cardiaca provoca el estiramiento del músculo cardíaco (estrés
ventricular) por sobrecarga de presión y volumen, lo que origina una
mayor síntesis de estas pequeñas moléculas cuyo análisis podría tener
utilidad clínica en los tratamientos de estos pacientes”.
De esta manera, estos científicos del Centro de Investigación del
Hospital La Fe llevan varios años investigando esta familia de péptidos
cardíacos y han publicado sus conclusiones en la revista Heart de la
Sociedad Cardiovascular Británica. En este trabajo demuestran la
utilidad de uno de estos péptidos (N-terminal proBNP), en plasma y
orina, para la monitorización de pacientes con insuficiencia cardiaca.
De este modo, Heart ha recogido que las medidas de este péptido que
excedan el 22 por ciento en plasma y el 7 por ciento en orina en un
seguimiento a 12 meses, y el 25 por ciento en plasma y el 9 por ciento
en orina en un seguimiento a 24 meses, pueden indicar cambios
fisiopatológicos que podrían implicar un enfoque distinto del
tratamiento de estos enfermos.
Además, este estudio también ha sido destacado por el American College
of Cardiology en los EE.UU, editor de la revista JACC, como uno de los
20 estudios más importantes del mundo (único español) para conocer la
evolución con biomarcadores de insuficiencia cardiaca.
Asimismo, estos resultados han sido destacados por las principales
agencias de noticias científicas en Cardiología, como
InCirculation.net, EMCREG Internacional y CVspectrum.org.
Estos científicos valencianos han estudiado también el papel de estos
péptidos en la obesidad e hipertensión, un trabajo que se ha publicado
recientemente en la revista American Journal of Hypertension.
La insuficiencia cardiaca es uno de los principales problemas de salud
pública en los países occidentales, ya que presenta una elevada
mortalidad, que junto a su alta incidencia y prevalencia, hace que se
la considere hoy en día como una auténtica epidemia.
De hecho, en la Comunidad Valenciana afecta a cerca de 40.000 personas
y constituye un problema creciente por su aumento progresivo, que se
atribuye al envejecimiento de la población y a los avances en el
tratamiento de su precursor más importante: el infarto agudo del
miocardio. Por este motivo, cada año se declaran multitud de nuevos
casos y su incidencia afecta sobre todo a los grupos de edad avanzada.
Es el síndrome de mayor prevalencia dentro del grupo de las
enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de mortalidad
en el mundo.
Además, el pronóstico de la enfermedad es grave, ya que alrededor del
50 por ciento de los pacientes fallece a los 5 años de padecerla, y en
los casos de disfunción ventricular severa, fallece el 40 por ciento en
un año.
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