Un trabajo del Instituto de Investigación del Valle de Hebrón, que publica Gastroenterology, ha trazado la línea entre los patrones normales de la respuesta intestinal y su alteración frente al estrés. Cuando estos mecanismos se alteran, se asocian al síndrome del intestino irritable.
Un estudio ha desvelado diferentes patrones de respuesta intestinal en
mujeres con mucho estrés psicológico basal y en las que tienen poco.
Los patrones alterados (secreción de agua y electrolitos y
permeabilidad) estarían asociados al desarrollo del síndrome del
intestino irritable, más frecuente en mujeres que en hombres.
Esta
es la principal conclusión de un estudio que publica el último número
de Gastroenterology y que ha realizado el grupo de Javier Santos,
adjunto del Servicio de Digestivo del Hospital Universitario del Valle
de Hebrón y jefe de grupo de la línea de investigación de
neurogastroenterología del Instituto de Investigación del Valle de
Hebrón, de Barcelona. La primera firmante del trabajo es Carmen Alonso.
El
objetivo del estudio ha sido trabar una correlación entre los datos
epidemiológicos del síndrome de colon irritable y los mecanismos que
conducen a él.
Con ese fin se ha estudiado a 30 mujeres
voluntarias sanas que se dividieron en dos grupos. En uno de ellos las
participantes no sufrían estrés psicológico basal y en el otro sí, lo
que se dirimió con dos pruebas: la escala de Holmes-Rahe y la de Cohen,
que midieron los niveles de estrés del último año y del último mes de
estas pacientes.
Metodología singularJunto
a estos test, los investigadores aplicaron una tecnología, ideada por
ellos mismos, para comparar la respuesta sistémica de las participantes
mediante análisis de sangre, orina y saliva, es decir, de los fluidos
periféricos, con la respuesta local del intestino.
El
procedimiento aplicado por los investigadores ha consistido en
introducir una sonda a través de la boca hasta la parte proximal del
yeyuno. Esta sonda va provista de dos balones que se inflan -por debajo
del umbral del dolor-, con el fin de aislar un segmento de 20
centímetros del yeyuno, que se va limpiando y perfundiendo con una
solución de forma controlada. Además, la sonda dispone de unos
orificios, a través de los cuales, se recogen, gracias a la gravedad,
los fluidos que se van generando en el segmento del yeyuno aislado para
estudiar las reacciones locales y analizar las muestras que se van
tomando. Todo este procedimiento, de unas tres horas de duración, se
realiza con control fluoroscópico.
Asimismo, durante un periodo
basal se somete a las participantes a un estrés agudo con el test
clásico de invasión de la mano con agua fría, a 4 grados, de manera
intermitente, durante 4 minutos. La intermitencia al acercar y retirar
la mano genera dolor físico intenso, pero soportable, y cierto estrés.
Mientras
se someten a este proceso, también se realiza una monitorización
cardiaca y respiratoria de las voluntarias sanas sometidas a él, así
como un test psicológico para evaluar la respuesta al estrés inducido,
ya que cada persona lo percibe de modo distinto y "la percepción
psicológica influye mucho en la respuesta del intestino", ha recordado
Santos.
Percepción del estrésEn
este caso, "la percepción del estrés al que sometemos a estas personas
es alta cuando su estrés basal es alto, en comparación al que tienen
aquéllas con poco estrés. Se sabe que el estrés basal condiciona la
percepción y que ésta es mayor en dichos casos", ha declarado el
investigador.
Tras aplicar su particular metodología, los
investigadores han descrito un patrón de normalidad al producir un
insulto (estrés) y provocar un respuesta del intestino, que se concreta
en la secreción de agua para arrastrar a la superficie los compuestos
tóxicos y, al mismo tiempo, en cierta elevación de la permeabilidad de
la barrera intestinal (ésta permanece estable) para que el intestino
sea poco permeable a los tóxicos (ver información anexa).
(Gastroenterology. 2008 Jul; 135 (1): 163-172.e1.).
Resultados e implicaciones futurasEl
estudio del grupo de Javier Santos en Gastroenterology ha revelado que
las personas con estrés elevado presentan el fenómeno invertido a los
patrones normales de respuesta del intestino, es decir, la cantidad de
secreción de agua y electrolitos es en torno a un 50 por ciento menos
en comparación con las personas que no tienen estrés, mientras que la
permeabilidad de la barrera del intestino se eleva en torno a un 50 por
ciento. La alteración de la barrera por el estrés se asocia con una
mayor vulnerabilidad a las infecciones bacterianas, que entran en
profundidad, y este proceso de disfunción intestinal se perpetúa. Así
"se establece un enlace muy lógico y razonable" entre estrés y síndrome
del inestino irritable, ha informado Santos. En esta ocasión, los
mecanismos que lo explican se han comprobado en mujeres. Santos y sus
colaboradores tienen la impresión de que los mecanismos intestinales de
los hombres, en respuesta al estímulo del estrés, son diferentes,
gracias a otro estudio que han hecho en varones, inédito, pero que se
publicará en breve.
Las voluntarias sanas fueron sometidas a un
procedimiento en el que se les introdujo una sonda, se les aisló un
segmento de yeyuno y se analizó su respuesta
Las mujeres con más
estrés psicológico basal presentaron un 50% menos de secreción de agua
y un 50% más de permeabilidad frente a las que no tenían estrés
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