Treinta años después de que médicos británicos lograran el nacimiento de Louise Brown, la primera bebé concebida in vitro, expertos en fertilidad dicen que deben solucionar el problema del turismo reproductivo, que pone en peligro a mujeres y bebés.
Los vuelos baratos, la apertura de las fronteras y los
rápidos avances médicos hicieron que en los últimos años muchas
parejas con problemas de fertilidad buscaran tratamientos in
vitro en países donde los costos son mucho menores.
El tema, según los expertos, es que sin un conjunto de
estándares internacionales para ayudar a las personas a elegir
un lugar seguro, muchas parejas terminan asumiendo grandes
riesgos en clínicas que podrían incumplir los requerimientos
adecuados.
En algunos casos, parejas desesperadas pueden llegar a
desconocer el origen de los huevos, o se producen embarazos con
múltiples embriones, el mayor riesgo para la madre y el bebé
durante la fertilización in vitro o VIF, dicen los
investigadores.
"Los gobiernos, organizaciones de pacientes y médicos deben
organizar campañas para advertir a los ciudadanos de los
posibles peligros de los tratamientos en otros países e
informales las posibilidades que tienen," dijo Guido Pennings,
especialista en ética de la Universidad Ghent, de Bélgica, en
una conferencia.
Más de 3,5 millones de bebés nacieron en todo el mundo
gracias a técnicas de reproducción asistida desde el 25 de
julio de 1978, cuando los investigadores de la Universidad de
Cambridge Robert Edwards y Patrick Steptoe practicaron una
cesárea para dar a luz a Louise Brown, la primera bebé de
probeta.
La mayoría de los tratamientos son realizados en mujeres de
entre 30 y 39 años.
Pero ese número está creciendo rápidamente porque las
mujeres esperan cada vez más para tener hijos y los pasajes
aéreos más baratos permiten que más parejas busquen
tratamientos in vitro en otras partes del mundo.
El tratamiento consiste en remover quirúrgicamente huevos
de los ovarios de una mujer y combinarlos con el esperma en el
laboratorio. Los médicos eligen los mejores embriones
-generalmente uno o dos- y los implantan en el útero de la
mujer.
Europa ocupa el primer lugar en el número de
procedimientos, seguido por Estados Unidos. Pero otras naciones
se están acercando y expertos europeos ven una tendencia de
mujeres que regresan de tratamientos en otros países con
embarazos múltiples.
Esto significa que las prácticas no son uniformes en toda
Europa y las medidas de seguridad vigentes en algunos países
son restringidas o ilegales en otros. En Italia, por ejemplo,
congelar embriones es ilegal, lo cual fuerza a muchas mujeres a
viajar a otros lugares.
Una diferencia importante se refiere a las reglas sobre el
número máximo de embriones que pueden transferirse al útero de
una mujer. En Gran Bretaña y Escandinavia, sólo se permite uno
o dos, pero otros países no tienen restricciones, lo cual
aumenta el riesgo de tener mellizos o trillizos.
Al mismo tiempo, los altos costos en Europa Occidental
lleva a muchas parejas a viajar al este del continente o más
allá, donde pueden recibir el tratamiento por mucho menos
dinero, dicen los expertos.
"Desgraciadamente, los pacientes muchas veces vuelven con
un alto porcentaje de embarazos múltiples de algunos lugares
del mundo donde los estándares no son tan altos," dijo
Francoise Shenfield, experta en fertilidad de la Universidad de
Londres, que se dedica a la ética como miembro de la Sociedad
Europea de Reproducción Humana y Embriología.
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