Si le acaban de decir que tiene diabetes tipo 2 sería buena idea que empezase a pensar en bajar algunos kilos. Un estudio ha demostrado que perder peso en los primeros años después del diagnóstico tiene importantes beneficios para estos pacientes, incluso aunque transcurrido cierto tiempo vuelvan a ganarlo.
Se calcula que la mitad de los diabéticos sufre también obesidad, un
problema que agrava su control de la glucosa y empeora su riesgo
cardiovascular. Y aunque hasta ahora perder peso era una recomendación
indiscutida para estas personas, no estaba muy claro hasta qué punto
podía favorecer el control de su enfermedad o qué beneficios concretos
podía conllevarles.
Para obtener información lo más real posible, investigadores
estadounidenses revisaron el historial médico de 2.500 adultos con
diabetes tipo 2 durante cuatro años. En los tres primeros, evaluaron al
detalle su peso, elaborando una curva que mostraba cualquier ganancia o
pérdida de kilos. El cuarto año se dedicaron a evaluar sus niveles de
glucosa y de tensión arterial.
Aunque la mayor parte se mantuvo en su peso, hubo 314 pacientes que
perdieron una media de 11 kilos en los 18 meses de seguimiento. Estos
participantes, que pasaron de unos 109 kilos a 98,6, comenzaron a ganar
el peso recuperado en el cuarto año, hasta casi alcanzar sus niveles de
inicio. Sin embargo, a pesar de este repunte, los investigadores observaron que eran ellos los que mejor control de su enfermedad mostraban de todos los participantes.
Este control glicémico y de la presión sanguínea, advierten los especialistas, puede prevenir algunas de las complicaciones más habituales de los pacientes diabéticos, como las que afectan a los ojos, al riñón, e incluso, la muerte por problemas cardiovasculares.
Los especialistas midieron concretamente el índice de hemoglobina
glicosilada (cuyo análisis muestra el nivel promedio de azúcar en
sangre en las últimas seis-ocho semanas) y la tensión arterial, que
estaban por encima de la media en los participantes que no adelgazaron
o que engordaron.
El estudio no indaga en los mecanismos que podrían explicar los
beneficios observados, aunque sus autores sugieren que podría estar
relacionado con otros hábitos de vida saludables que acompañan al
adelgazamiento, o a una mejor sensibilidad a la insulina que
persistiría en el organismo tras la pérdida de peso (la resistencia a
la insulina es precisamente la incapacidad del organismo para
absorberla, lo que eleva los niveles de azúcar en sangre).
Como explica una de las investigadoras de la Fundación Kaiser
Permanente que realizó el trabajo, Adrianne Feldstein, "hasta ahora ya
se sabía que la pérdida de peso es un componente importante del
tratamiento de la diabetes. Ahora sabemos además que hay un periodo-ventana crítico de 18 meses
después del diagnóstico en el que se pueden obtener algunos beneficios
que repercutan a largo plazo y en el que los pacientes están más
dispuestos a realizar cambios en su estilo de vida".
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