Si la protección de la nueva vacuna contra el papilomavirus durase toda la vida de una mujer, algo que aún no ha podido ser demostrado, y el programa de cobertura fuese capaz de inmunizar a todas las niñas de 12 años, sin excepción; la nueva terapia le habrá costado a EEUU 43.600 dólares por cada año de vida arrebatado al cáncer.
Si alguna de esas premisas no se cumple, la rentabilidad de la
vacuna empezaría a ser cuestionable; como muchos otros aspectos que
siguen rodeando al polémico pinchazo.
Pocos días después de saber que todas las comunidades autonómicas
españolas vacunarán a las niñas de 11 a 14 años a partir de este mismo
año (sin esperar a que se cumpla el plazo que les permitía retrasar
esta decisión hasta 2010), la terapia para prevenir la infección por el
virus del papiloma humano vuelve a saltar al primer plano de la actualidad médica en las páginas de la revista 'The New England Journal of Medicine' (NEJM).
Un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard (EEUU) ha
realizado un complejo modelo de simulación, teniendo en cuenta la
evolución natural de la enfermedad, así como los factores demográficos,
sociales y económicos, para valorar en qué escenarios es coste-eficaz
la terapia.
Casi 50.000 dólares por año de vida
El trabajo utilizó como unidad de medida los años de vida ajustados
por calidad (QALY, según sus siglas en inglés), que muestran los
cambios en la calidad de vida de una población con respecto al coste de
un determinado tratamiento. Y aunque no existe un consenso total sobre
qué es o no rentable en sanidad, en EEUU se considera que una
intervención merece la pena en términos económicos cuando tiene un
coste inferior a 50.000 dólares por cada año de vida.
Según sus conclusiones, la rentabilidad de la vacuna para el sistema sanitario dependerá de lo que dure su protección contra el virus.
Por ahora, los ensayos clínicos no han tenido un seguimiento mayor de
cinco o seis años desde que se iniciaron, por lo que los especialistas
no se atreven a descartar si será necesaria una dosis de recuerdo al
cabo de cierto tiempo. En ese caso, advierte el trabajo, el coste de la
vacuna se incrementaría hasta dejar de ser coste-eficaz con respecto a
la vieja y fiable citología; y tampoco descartan "un aumento del riesgo
de cáncer cervical si las chicas vacunadas perdiesen su protección en
edades más tardías, cuando el riesgo de desarrollar este tumor es
mayor".
Extender los pinchazos hasta las mujeres de 26 años elevaría el coste hasta los 152.700 dólares por año de vida salvado.
Además, apuntan, en este escenario, debería plantearse aumentar los
intervalos entre citologías (pasando de ser anual a bianual a cada tres
o cinco años), para que realmente el dinero invertido en la vacunación
compense. Tampoco es posible descartar que la campaña de vacunación
altere los comportamientos sexuales de la población, relajando las
visitas obligadas al ginecólogo que siguen siendo necesarias a pesar
del pinchazo.
Un editorial que publica la misma revista se muestra aún más crítico con la vacuna y recuerda que "su impacto real no será apreciable hasta dentro de varias décadas".
Charlotte Haug, de la Asociación Médica de Noruega, recuerda que la
terapia ha demostrado su capacidad para prevenir la infección y las
lesiones precancerosas; "¿pero prevendrá también las muertes por cáncer
de cérvix? ¿Cuánto durará su protección? ¿Cómo afectará a la inmunidad
natural del organismo contra el papilomavirus? ¿Cómo afectará a otras
cepas oncogénicas del virus, diferentes del 16 y el 18, contra las que
no protege?".
Haug considera que la presunción de sus colegas de Harvard de que la
protección dura toda la vida es, cuando menos, "optimista". Por eso recomienda "cautela" en
la puesta en marcha de los programas masivos de vacunación, mientras se
sigue resolviendo la larga lista de cuestiones aún pendientes.
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