Además de prevenir las enfermedades cardiacas, la diabetes o el cáncer, los hábitos de vida saludables también son claves para mantener a distancia los infartos cerebrales, según muestra un reciente estudio.
Este trabajo, que se publica en el último número de la revista 'Stroke'
–una de las publicaciones que edita la Asociación Americana del
Corazón-, reitera una vez más los beneficios para la salud de hábitos
como no fumar, practicar diariamente ejercicio, evitar el sobrepeso o
seguir una dieta equilibrada.
"Aunque muchos trabajos se habían centrado en la relación entre
distintos factores de riesgo y las enfermedades cardiovasculares, pocos
estudios se habían dedicado a analizar exclusivamente la influencia de
estos hábitos sobre los infartos cerebrales", explican los autores de
este trabajo, que han tratado de arrojar un poco más de luz sobre este
asunto analizando una muestra de aproximadamente 114.000 individuos, todos ellos profesionales sanitarios.
Durante 20 años, realizaron un seguimiento a 43.685 hombres y 71.243
mujeres que estaban sanos al inicio del estudio. Periódicamente y a
través de cuestionarios, los investigadores evaluaron los hábitos
alimenticios de los participantes, si fumaban, hacían ejercicio o
presentaban sobrepeso. Además, también se realizó un registro en el que
se incluía cualquier problema de salud.
Los beneficios de la vida saludable
En total, se detectaron 1.559 casos de infarto cerebral. La mayoría de ellos fueron ictus de tipo isquémico
–el más común-, que se produce cuando uno de los vasos que riega el
cerebro se obstruye e impide que el flujo sanguíneo continúe.
Al analizar los datos de su trabajo, los investigadores comprobaron
que quienes llevaban una vida más saludable –tomaban una dieta rica en
frutas y verduras, hacían ejercicio diariamente, no fumaban, mantenían
un peso adecuado y tomaban cantidades moderadas de alcohol- tenían
muchas menos posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular que
el resto de participantes.
En concreto, entre los que más se cuidaban, el riesgo de padecer un ictus isquémico se redujo en un 80%.
"Nuestros datos muestran que unos buenos hábitos de vida se asocian
con un riesgo muy bajo de ictus, especialmente de tipo isquémico, lo
que se añade a los beneficios detectados sobre otras enfermedades
crónicas, como las cardiacas o la diabetes", explican los autores en su
trabajo.
Pese a todos, los investigadores reconocen que su trabajo tiene importantes limitaciones,
ya que se trata de un estudio observacional, cuyos datos se obtuvieron
a partir de los cuestionarios que aportaron los participantes. Además,
los individuos analizados se dedicaban al ámbito sanitario, por lo que
sus hábitos de vida podrían ser mucho más saludables que los de la
media.
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