Tratar la debilidad muscular desde el inicio de la menopausia mediante ejercicio físico ayuda a mejorar la calidad de vida durante la tercera edad.
Después de los primeros años de menopausia se produce una rápida pérdida de masa ósea inicial. En este momento es cuando se debe iniciar la práctica regular de actividad física. Caminar, bailar o todo esfuerzo de impacto suave tiene beneficios para la mujer menopáusica que no sólo incluyen la quema de calorías. También se añaden beneficios psicológicos y, sobre todo, físicos. Y es que es en esta franja de edad cuando la debilidad muscular empieza a hacerse evidente.
Cuando crecemos, los músculos se deterioran y nos volvemos más débiles. Este proceso tiene más implicaciones de las que podemos imaginar. Se pierde coordinación y las caídas empiezan a ser más frecuentes, a menudo con huesos rotos o con heridas importantes. Aunque hay mucho interés en estos fenómenos producidos por el paso de los años, la mayoría de investigaciones realizadas hasta la fecha se han focalizado en terapias para pacientes en la tercera edad con síntomas ya avanzados. Ahora, un estudio realizado en la Universidad de Salzburgo, y liderado por Alexandra Sänger, aporta nuevos enfoques.
Entrenamiento moderado
El deporte debe
acompañarse del abandono del tabaco, la moderación en el consumo de
alcohol, una alimentación equilibrada y una vida social satisfactoria
El trabajo se ha basado en el estudio de diferentes regímenes de
ejercicio para mujeres con menopausia de entre 45 y 55 años, grupo de
edad en el que parece que el deterioro muscular comienza a ser visible.
El objetivo de la investigación ha sido desarrollar nuevas estrategias
para retrasar y reducir la aparición inicial de deterioro muscular
relacionado con la edad. Los resultados se han presentado en el
encuentro anual de la Society for Experimental Biology.
El entrenamiento de resistencia de tipo hipertrofia es un enfoque
de entrenamiento tradicional destinado a inducir el crecimiento
muscular. En la investigación, los expertos han tratado de incluir un
nuevo sistema también basado en la hipertrofia pero que implique
movimientos mucho más lentos y menos repetitivos (se usa sobre todo
para principiantes e individuos en rehabilitación). Se cree que este
segundo tipo de entrenamiento mejora la calidad de la contracción
muscular y, por tanto, la fuerza.
Para comprobar los efectos en los músculos se realizaron biopsias
del músculo del muslo, tanto en el inicio como al final del régimen. Se
analizó la proporción de grasa de los músculos y del tejido conjuntivo,
el suministro de sangre al mismo y, en particular, las diferencias
entre las células musculares de sus propios músculos. "Los resultados
de los experimentos han mejorado sustancialmente la comprensión de cómo
los músculos responden a diferentes formas de ejercicio", dice Sänger.
La importancia del ejercicio suave
El deporte como tratamiento de los efectos fisiológicos de la
menopausia parece imprescindible. Debe acompañarse del estímulo de
otros hábitos saludables como el abandono del tabaco, la moderación en
el consumo de alcohol, una alimentación equilibrada
y una vida social satisfactoria. En cualquier caso, debe incidirse en
el hecho de que muchas mujeres en este periodo tienden a olvidar los
beneficios que obtuvieron de la actividad física
cuando eran jóvenes y adoptan un estilo de vida sedentario, por lo que
deberían llevarse a cabo numerosos programas de promoción del deporte
en esta franja de edad.
Una revisión publicada en la revista de la Sociedad Española de
Medicina General apostaba ya en 2004 por programas deportivos suaves
para la mujer menopáusica. Afirmaba que, además, estos programas debían
adaptarse a la edad, a la capacidad motora y a sus hábitos y
costumbres. Es la mejor manera de llegar a la vejez con las mejores
condiciones de salud. En la revisión se aconsejan los ejercicios
aeróbicos, paseos a pie y en bicicleta, el tenis, la carrera, el
senderismo, el golf y la natación.
Además, concluye la revisión, la práctica de ejercicio diario
estimula la liberación y las concentraciones de endorfinas, con
numerosos efectos beneficiosos. El deporte, entonces, puede mejorar la
forma física y anímica de la mujer, además de favorecer el
mantenimiento de su masa ósea y muscular, disminuir los factores de riesgo cardiovascular, evitar la obesidad, las fracturas óseas, algún tipo de cáncer y el ritmo de envejecimiento.
EJERCICIO INTENSO
Aunque este estudio austriaco corrobora lo que ya recomiendan
muchos especialistas, un estudio alemán de la Universidad de Erlangen
publicado en "Archives of Internal Medicine" en 2004 pone en entredicho
este tipo de resultados. Una de las garantías de esta investigación es
la duración del experimento, vigente durante dos años, y cuyas
conclusiones corroboran que un programa de actividad intenso es lo que
realmente mantendría la masa ósea y ayudaría a obtener otros
beneficios, como mantener el nivel de colesterol, la elasticidad o aliviar el dolor de espalda.
Ni paseos ni ejercicios suaves. Cuatro días a la semana con
carreras, saltos, ejercicios de aerobic o pesas, de forma controlada y
progresiva. El estudio se desarrolló con un programa de actividad
intenso en 50 mujeres postmenopáusicas de entre 48 y 60 años. También
se trabajó con un grupo control de 33 mujeres que no realizaron ningún
entrenamiento especial. El programa de entrenamiento
fue gradual. Durante los primeros tres meses se pasó progresivamente de
un paseo rápido a una carrera de 20 minutos. Se fueron añadiendo
ejercicios aeróbicos y, finalmente, de salto. También se llevaron a
cabo sesiones de fuerza y resistencia que fueron aumentando de
intensidad con el transcurso de los meses.
Al finalizar el estudio, los investigadores observaron que las
participantes habían mejorado la elasticidad y la resistencia. Por otro
lado, la densidad ósea permaneció estable e, incluso, aumentó en la
columna. Por el contrario, el grupo control experimentó una pérdida
ósea. Según los investigadores, la clave de estas mejorías se debe al
programa de ejercicios que se llevó a cabo de forma controlada y
supervisada. Añaden que el aumento lento de los ejercicios y la
introducción de las actividades intensas en el quinto mes es capital
para reducir el riesgo de lesiones.
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