Durante un ataque al corazón se forman gran cantidad de radicales libres que desencadenan una serie de reacciones que culminan en el daño y la muerte celular. Un grupo de investigadores ha localizado una enzima capaz de disminuir este efecto y de lograr, así, que los infartos sean menos graves.
La idea de que debía existir algo capaz de atenuar los daños
ocasionados por la isquemia (falta de oxígeno) en las células cardiacas
partió de un interesante dato: los infartos que sufren las personas alcohólicas son más leves que los de los abstemios.
Partiendo de esta base, un equipo de la Universidad de Stanford, en
colaboración con otro de la Universidad de Indiana (ambas en Estados
Unidos), diseñó un modelo sobre el que estudiar el efecto del alcohol
sobre el miocardio.
El estudio minucioso del corazón de ratas tratadas con etanol
(alcohol) y de su reacción ante la falta de oxígeno permitió localizar
una proteína cardioprotectora, una enzima implicada en el metabolismo
del alcohol llamada ALDH2. En concreto, su misión es transformar el
acetaldehído –un subproducto del etanol muy tóxico - en ácido acético,
inocuo para las células.
El acetaldehído no sólo deriva del alcohol, sino que también aparece
durante la isquemia. La falta de oxígeno hace que se formen radicales
libres y estos, al reaccionar con la grasa acumulada en las células,
dan lugar a los aldehídos, que son los responsables del daño celular
que sucede a un infarto de miocardio.
Los experimentos, descritos en el último número de la revista 'Science', muestran cómo la administración de alcohol a los roedores aumenta en un 21% la actividad de ALDH2. Al estimular esta enzima, el tamaño del infarto disminuyó un 27%.
Se trata de una forma "completamente nueva de controlar el daño
producido por los radicales libres, tal y como ocurre durante un ataque
al corazón", ha señalado Daria Mochly-Rosen, profesora de química y
biología de sistemas de Stanford.
Pruebas sucesivas, en las que se emplearon moléculas estimulantes e inhibidoras de ALDH2, demostraron que "su actividad es crítica en la cardioprotección durante la isquemia", concluyen los autores.
Un buen candidato a fármaco
Después de comprobar que ALDH2 protege al tejido cardiaco frente a
la isquemia, el equipo de Mochly-Rosen se lanzó a la búsqueda de una
molécula que hiciera funcionar mejor a esta enzima. Algo capaz de
estimular su actividad del mismo modo que lo hace el alcohol pero sin
sus efectos nocivos. Y se toparon con un agonista y un antagonista, el
bueno y el malo.
Durante la isquemia cardiaca uno de los aldehídos que se acumulan en las células es el 4HNE. La cardioprotección de ALDH2 se debe, en gran parte, a que hace 'desaparecer' esta tóxica molécula
pero cuando la cantidad de este compuesto aumenta mucho, se forman
agregados que bloquean la actividad de ALDH2 potenciando así el alcance
del infarto.
La sorpresa saltó con Alda-1, una pequeña molécula, que a través de
su acción sobre la citada enzima, es capaz de reducir el daño de un
ataque al corazón hasta en un 60% en los roedores estudiados. ¿Cómo?
Compitiendo con 4HNE y evitando que se una a ALDH2.
Según los autores, el minúsculo tamaño de Alda-1 debería facilitar su adaptación a un uso farmacológico. "Tiene un amplio uso potencial",
explica la autora principal del estudio. Dado que el daño ocasionado
por los radicales libres (a través de su transformación en aldehídos)
es común a otros procesos patológicos como el Parkinson, el Alzheimer y
a las cirugías en las que se debe interrumpir el riego sanguíneo, los
investigadores han anunciado que están investigando otras posibles
aplicaciones para Alda-1. Incluso puede ser la clave para acabar con la
resaca.
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