Investigadores del Instituto de tecnología de Massachusetts (MIT) afirman que uno realmente no puede creer lo que ve.
Un equipo de neurocientíficos que publican en la edición del 12 de septiembre de la revista Science
dicen que han engañado al cerebro para que confunda un objeto que los
ojos ven con otro, lo que prueba que para los humanos, aprender a
reconocer los objetos lleva tiempo. El equipo señaló que la
gente en realidad nunca ve la misma imagen dos veces. La retina recibe
innumerables impresiones de la misma imagen, dependiendo de la
dirección de la mirada, el ángulo de vista, la distancia y otros
factores. Aunque la actividad neural cambia a medida que el ojo se
mueve, la percepción de la imagen permanece estable. "Esta
estabilidad, que se llama invariabilidad, es fundamental para nuestra
capacidad de reconocer los objetos, pero es un desafío central para la
neurociencia computacional", afirmó en un comunicado de prensa del MIT
el autor principal James DiCarlo, del Instituto de investigación
cerebral McGovern de la universidad. "Deseamos comprender cómo nuestros
cerebros adquieren la invariabilidad y cómo podemos incorporarla a los
sistemas de visión computarizados". Los autores consideran que
el hecho de que nuestros ojos con frecuencia se mueven rápidamente
(unas tres veces por segundo) mientras que los objetos físicos
usualmente se mueve más lentamente resulta en una "contigüidad
temporal", en la cual estos distintos patrones de actividad reflejan en
sucesión rápida distintas imágenes del mismo objeto. En el
estudio, el equipo creó un mundo visual alterado para monos de prueba.
Un objeto aparecía en la visión periférica de los monos, pero cuando
sus ojos se dirigían a examinarlo, un objeto distinto remplazaba al
original. Esta cambio, que no era percibido por los monos, provocaba
que confundieran ambos objetos. Durante esto, los investigadores
registraban la actividad de las neuronas de la corteza inferior
temporal (IT) de los monos, un área visual cerebral de alto nivel. Las
neuronas IT "prefieren" ciertos objetos y responden a ellos
independientemente de dónde aparecen dentro del campo visual. "Primero
identificábamos un objeto que una neurona IT prefería, como un barco de
vela, y otro objeto menos preferido, tal vez una taza de té", explicó
en el mismo comunicado de prensa el estudiante de postgrado Nuo Li, que
trabajó en el estudio. "Cuando presentábamos objetos en distintos
lugares en la visión periférica de los monos, movían sus ojos
naturalmente hacia estos. En uno de los lugares se producían las
sustituciones. Si en él aparecía un barco de vela, repentinamente se
convertía en una taza de té para cuando los ojos se habían movido hacia
allá. Pero un barco de vela que aparecía en otros lugares permanecía
sin cambios". Después de un tiempo, las neuronas IT de los
monos se confundían. La neurona del barco de vela seguía prefiriéndolos
en todos los lugares, excepto en el lugar en que las imágenes se habían
sustituido. En este lugar, aprendía a preferir las tazas de té.
Mientras más duraba la manipulación, mayor era la confusión. "Nos
sorprendió la potencia de este aprendizaje neuronal, sobre todo tras
apenas una o dos horas de exposición" apuntó DiCarlo. "Incluso en la
adultez, parece que el sistema de reconocimiento de objetos se
reentrena constantemente mediante la experiencia natural. Considerando
que una persona hace alrededor de cien millones de movimientos del ojo
por año, este mecanismo podría ser fundamental para la manera en que
reconocemos los objetos con tanta facilidad". Ahora, los investigadores están probando esta idea usando sistemas de visión computarizados que observan videos del mundo real. Más información La U.S. National Library of Medicine tiene más información sobre los ojos y la visión.
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