Una nueva prueba de observación que el pediatra les puede hacer a sus
pacientes menores de 2 años permite detectar los signos de alarma de
enfermedades físicas o psicológicas a partir de sus gestos, el estado
de ánimo y sus reacciones durante la consulta de rutina.
Fue desarrollada por el psiquiatra francés Antoine Guedeney, pero debe
demostrar que es útil antes de que se pueda usar masivamente. En la
Argentina, ese estudio lo está realizando un equipo de pediatras del
Hospital Alemán. La escala será muy útil en el consultorio, según
adelantaron.
"Un informe preliminar sobre 60 chicos demuestra que la sensibilidad
y la especificidad de la escala es muy buena. Nos permitió identificar
en el 15% de esos chicos signos de retracción en su relación con el
entorno, lo que no es un diagnóstico en sí, sino que es una señal de
alarma para iniciar una evaluación en profundidad", explicó a LA NACION
la doctora Mónica Oliver, jefa del Servicio de Salud Mental Pediátrica
del Alemán.
En un bebe, esa indiferencia a relacionarse con todo lo que lo rodea
puede darse por varios motivos, como problemas auditivos o visuales no
diagnosticados, enfermedades del espectro autista, ansiedad o alguna
alteración del estado anímico. Los resultados de ese primer informe
fueron presentados en el último congreso de la Asociación Mundial de
Salud Mental Infantil (Waimh, por sus siglas en inglés).
"Lo importante es detectar si está fallando la comunicación
preverbal y si el niño se retrae sobre sí mismo, para hacer
intervenciones tempranas. En el mundo entero se retrasa mucho la
visualización del problema, el diagnóstico y el comienzo del
tratamiento o la solución. Pasan hasta 3 años entre la primera alarma y
el inicio del tratamiento efectivo", agregó Oliver, que dirige el
estudio de validación sobre cien chicos sanos que concurren a la
consulta pediátrica en el hospital.
La escala creada por Guedeney ya fue validada en Francia, Israel,
Australia y Finlandia. "El resultado final será la sólida comprobación
de que sirve porque demostrará su validez clínica, es decir, si ayudará
a la población a detectar a tiempo esos problemas en los chicos",
explicó el psiquiatra infantojuvenil Antoine Guedeney, jefe del
Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Claude
Bernard de París y presidente electo de la Waimh. El experto está de
visita en la Argentina para entrenar a pediatras en el uso de la alarm distress baby scale o ADBB, que se ha traducido como ´alarma: bebe en apuros .
La ADBB se nutre de toda la información que un pediatra puede obtener a
través de la observación. Mirar al bebe a la cara en busca de
expresiones y gestos, y esperar esa mirada típica e inquisitiva con la
que los chicos suelen tratar de conocer a quien tienen adeltante es el
primer paso. Luego, llega el momento de "escucharlo" a través de sus
ruidos o sus primeros intentos de reproducir sílabas copiadas de
padres, hermanos o abuelos.
En total, la escala mide 8 ítems: la expresión facial, el contacto
visual, la actividad corporal, los gestos de autoestimulación (chuparse
el pulgar, tocarse el cabello o mover los dedos y las manos), la
vocalización (manifestaciones de agrado, desagrado, ansiedad o dolor),
la vivacidad de las respuestas a la estimulación, la relación (con el
pediatra y un tercero ajeno al cuidador) y el atractivo, es decir, el
interés que genera en otros para seguir en contacto con él.
"Prestarle atención al bebe es el primer paso para resolver
cualquier problema -aseguró Guedeney-. Trabajo con los pediatras porque
son los que mejor conocen a los chicos y, de hecho, pueden ayudar mucho
a los padres y a los chiquitos para detectar los problemas de salud
mental. En cada examen físico de rutina, ellos pueden ver qué les dice
el bebe a través de sus reacciones y, si ocurre algo sospechoso,
detectar si el problema está en el bebe, en los padres o en la relación
entre ambos."
De ahí la importancia de la forma en que los padres interactúan con
el bebe desde su primer minuto de vida fuera de la mamá. "Bebes y
adultos están configurados para estar juntos, pero el primer encuentro
es fundamental", señaló el psiquiatra.
Cuando ocurre de manera natural, el vínculo fluye fácilmente. Sin
embargo, "a menudo no es algo tan sencillo, ya que la mujer puede estar
cansada o sentirse deprimida después del parto, tener dificultades con
el esposo o, incluso, con el bebe. Pero cuando las cosas no marchan tan
bien, y si no existe una enfermedad de por medio, lo más importante es
saber que el bebe necesita, por encima de todo, estar en contacto, que
se lo mire y se le hable, que se juegue y se disfrute con él".
Durante las 2 o 3 primeras semanas de vida, explicó, el bebe pasa
por una etapa de autorregulación, en la que duerme y come. Para
ayudarlo en ese proceso, Guedeney recomendó dedicar tiempo a la
interacción cara a cara y no subestimar el llanto. "El vínculo es el
factor más fuerte en su desarrollo", finalizó. |