Alan Aitkenhead, del Hospital Universitario de
Nottingham (Reino Unido) y portavoz de la ESA, ha destacado el avance
experimentado por la anestesiología en la última década: "El manejo del
dolor en los pacientes ha avanzado enormemente gracias a que ahora se
emplea con mucha más frecuencia la anestesia epidural en la cirugía
mayor; también ha influido la aparición de nuevos fármacos analgésicos,
sobre todo los que no están basados en la morfina".
Según ha
expuesto Aitkenhead, la morfina continúa siendo el analgésico más
empleado, a pesar de sus efectos secundarios y de que no es igualmente
eficaz en todo tipo de dolores, "pero la introducción de otros fármacos
nos ha permitido reducir la necesidad del opioide y poder abordar otros
aspectos fisiológicos del dolor". Todas estas mejoras han desembocado
además en un mejor control del dolor y en una minimización de los
riesgos asociados, que suelen ser trastornos menores, como las náuseas
y el dolor faríngeo.
En alusión a los efectos secundarios, el
especialista opina que "tratar al paciente con dolor es un equilibrio
entre eliminar lo máximo posible las algias sin provocar demasiados
efectos secundarios". Una de las técnicas que han mostrado más utilidad
en este punto son los dispositivos (infusores) que permiten
autoadministrar los analgésicos. "Psicológicamente, les ayudan mucho,
porque no dependen de alguien que les administre la dosis, sino que son
ellos los que tienen el control; además, aprenden a tolerar niveles más
elevados de dolor que con otras técnicas, al tener que equilibrarlo con
los efectos secundarios de los fármacos; por eso los resultados son más
satisfactorios para el propio paciente. Menos del 1 por ciento se
muestra insatisfecho por el control de dolor conseguido".
A
pesar del gran avance logrado por las técnicas anestésicas, los retos
futuros incluyen la obtención de nuevas familias farmacológicas que
eviten riesgos cardiovasculares, aunque, "más que mejorar la seguridad,
habría que optimizar la formación de los profesionales europeos que se
dedican a la anestesia, y la comunicación de éstos con otros
profesionales y con el paciente".
Los niños y pacientes obesos se beneficiarán de nuevas estrategias
Las
familias de analgésicos no han crecido en la misma proporción que los
niveles de seguridad alcanzados por estos tratamientos. "Si comparamos
la situación actual con la de hace seis años, por ejemplo, constatamos
que no se han introducido muchos fármacos nuevos. De hecho, uno de los
analgésicos que aún se utiliza más es el paracetamol, que tiene ya cien
años", ha explicado Henk-Jan Balvert, director médico de Baxter y
participante en el congreso, en el que se han presentado más de mil
ponencias.
"En general, la industria no apuesta por la
investigación en anestesiología, si la comparamos con la actividad
promovida por otros campos de la medicina como la hipertensión o el
cáncer. Es cierto que el gran control que se consigue del dolor puede
hacer menos necesaria esta investigación frente a otros aspectos
médicos, pero aún hay elementos mejorables: quizá no tanto por lo que
respecta a la aparición de nuevas moléculas, como a la optimización del
manejo de las disponibles".
Dentro de los colectivos
especiales, el grupo de pacientes con sobrepeso y el de los niños son
los que más podrían beneficiarse de nuevas estrategias. "Las personas
obesas constituyen un problema en nuestra sociedad, pero si tienen que
entrar en un quirófano y someterse a una técnica anestésica sus riesgos
aumentan. La población infantil también es otro grupo complicado.
Empleamos fármacos ensayados en adultos, pero los niños no son adultos
en miniatura, sino que tienen características fisiológicas propias que
deberían tenerse en cuenta".
Finalmente, los cardiópatas
completan la terna de grupos de pacientes con más riesgo ante la
anestesia. "Estamos estudiando nuevas moléculas que ejercen cierto
efecto cardioprotector, pero aún nos encontramos al principio de las
investigaciones". Balvert recuerda que hay dos momentos críticos en la
administración de anestesia, que pueden equipararse al despegue y
aterrizaje de un avión: el momento en que se induce el sueño al
paciente y el de recuperación o emergencia. "Cuanto más acortamos estos
periodos críticos, más protegido se encuentra el paciente; de ahí el
interés por conseguir fármacos con una duración más corta".
Por
otro lado, es importante que el anestesista haga equipo con el
cirujano. "A menudo, el paciente percibe que el principal riesgo de una
intervención proviene de la anestesia; nada más lejos de la realidad:
es el anestesista el que mantiene con vida al paciente durante toda la
intervención".