Glaciares derritiéndose, penosas sequías o
lluvias torrenciales, pero también especies animales enfermando. La
salud de la madre naturaleza se debilita y, tras ella, irán los
humanos. Un informe enumera 12 de las muchas enfermedades mortales a
las que nos exponemos por el cambio climático. El drástico documento, conocido como 'Deadly Dozen'
(o 'Docena Mortal') se ha dado a conocer durante el congreso mundial de
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, en
sus siglas en inglés), que congrega en Barcelona a expertos de todo el
mundo.
Los autores del trabajo, miembros de la Sociedad para la
Conservación de la Flora y la Fauna, han analizado una docena de
patógenos que, de seguir las tendencias actuales, afectarán a animales y personas y, cómo no, a las economías de todo el mundo. Como medida de defensa, quieren impedir que los cambios de la naturaleza pasen desapercibidos.
"Controlando la salud de la naturaleza podremos predecir dónde se centrará el foco de los problemas [...] y planear cómo prepararnos", ha declarado Steven E. Sanderson, presidente de la citada asociación.
Aunque los expertos se centran en 12 enfermedades, como el cólera,
el Ébola o la gripe aviar, ellos mismos aclaran que sólo se trata de una muestra ilustrativa
de las muchas patologías fruto de los 'atentados' contra la atmósfera.
La lista recoge las que con más probabilidad pueden extender sus
dominios, aunque advierten de que la clasificación puede cambiar con el
tiempo.
Pero, ¿qué cambios se darán para favorecer la
transmisión de estas enfermedades? William B. Karesh y su equipo lo
tienen claro: Los patógenos proliferarán y sobrevivirán más y, al mismo
tiempo, aumentará la susceptibilidad de contraer una infección. Además,
los cambios de temperaturas y las alteraciones de los ritmos de las
lluvias pueden llevar consigo una expansión de los patógenos que causan
enfermedades que, hasta ahora, han estado más confinadas en
determinadas áreas.
Una lista inquietante
- Tuberculosis: El Antiguo Testamento ya hacía referencia a una enfermedad que, cada año, afecta a 10 millones de personas. En la actualidad, se
distribuye por todo el mundo, aunque es especialmente problemática en
África, donde la introdujo el ganado europeo en el siglo XIX. Además de
a los humanos, la patología también afecta a poblaciones salvajes, como
los leones y búfalos del Parque Nacional Kruger, uno de los lugares más
turísticos de Sudáfrica y parte esencial de la economía local. Los
expertos temen que el cambio climático pueda favorecer el contacto
entre el ganado y los animales salvajes y, así, aumentar la transmisión
de la tuberculosis.
- Fiebre del Valle del Rift:
Tal y como la define la Organización Mundial de la Salud (OMS) se trata
de "una zoonosis vírica que afecta principalmente a los animales, pero
también puede llegar al ser humano". Cuenta con una alta tasa de
mortalidad y morbilidad. El virus que lo causa, que suele transmitirse
por las picaduras de mosquito, continúa presente en África subsahariana
y el norte de África (a finales del siglo XX, Kenia, Somalia y Tanzania
sufrieron brotes). Aunque más aislados, también se han localizado casos
en Arabia Saudí y Yemen, "con la consiguiente preocupación por su
posible propagación a otras zonas de Asia y a Europa", según la OMS.
- Enfermedad del sueño: Conocida principalmente por el insecto que la transmite, la mosca tsé-tsé, la tripanosomiasis es endémica en algunas zonas de África subsahariana y, en total, afecta
a 36 países. Los rebaños son los que más suelen infectarse por el
protozoo 'Trypanosoma bruceipero', pero también los animales
salvajes y las personas. "Los efectos directos o indirectos [...] del
clima sobre la distribución de la mosca tsé-tsé -que suele encontrarse
en la vegetación que rodea a los ríos y lagos, en los bosques y en la
sabana- desempeñan un papel importante en la expansión de la enfermedad
mortal", explican los autores del trabajo.
- 'Mareas rojas':
Determinadas algas que florecen en las costas de todo el mundo, un
fenómeno conocido como 'mareas rojas', generan toxinas que son
peligrosas para los animales marinos y, también, para los seres
humanos. "Las variaciones de temperaturas tendrán, sin duda, un
impacto, de momento impredecible, en este fenómeno de la naturaleza",
asegura el informe.
- Gripe Aviar: Las tormentas
y las épocas de sequías ya no siguen los ritmos que históricamente
tenían establecidos. Nadie sabe ahora a ciencia cierta cuándo
descargarán las nubes o cuándo se quedarán sin agua los lagos. Esta
alteración influye en los movimientos migratorios de las aves y, por
tanto, en la expansión de la gripe aviar, una enfermedad que desde 2003 tiene en alerta a los gobiernos de todo
el mundo por la posibilidad de que su cepa más mortífera, la H5N1, mute
y sea capaz de transmitirse entre humanos, algo que, de momento, no ha
sucedido.
- Babebiosis: Es el típico ejemplo de
enfermedad que hasta hace poco tenía un impacto limitado pero que ha
aumentado su presencia por el cambio climático. Del este de África ha
pasado a ser cada vez más común en Europa y América del Norte. Se trata
de una patología transmitida por garrapatas y que afecta tanto a
animales domésticos y salvajes como a las personas. Aunque no causa
problemas graves, sí hace que el afectado sea más susceptible a otras
enfermedades.
- Cólera: La también conocida como 'enfermedad de los pobres' es un trastorno producido por la bacteria 'Vibrio cholerae',
que se transmite con mucha facilidad por el agua y alimentos
contaminados. Restringida a los países en vías de desarrollo, el
aumento generalizado de la temperatura de las aguas hace prever un
incremento de la incidencia de esta enfermedad, que se caracteriza por
fuertes vómitos, calambres y diarrea y puede llegar a causar la muerte.
- Ébola: Famosa por la película a la que da título y por ser una amenaza constante para el continente africano, el virus del Èbola se contagia generalmente por estar en contacto con los fluidos
corporales de alguien infectado o con monos enfermos. Al igual que
ocurre con su pariente cercano, la fiebre de Marburg, el Ébola mata
fácilmente a personas, gorilas y chimpancés y, en la actualidad, no
existe cura. El informe destaca que existen evidencias significativas
de que los brotes de ambas enfermedades están relacionados con las
variaciones inesperadas de las épocas de lluvias. Como el cambio
climático influye en estas alteraciones, es probable que los brotes
sean más frecuentes y que se registren en nuevas localizaciones.
- Fiebre amarilla:
Los mosquitos que transmiten este virus se concentran en distintas
regiones africanas, de Centroamérica y Sudamérica. Los cambios de
temperatura y las lluvias propician la llegada de estos insectos que
suelen picar durante el día e infectar a monos y personas.
Recientemente, Brasil y Argentina han registrado brotes con un gran
impacto en la población de primates. El estudio de la infección de
estos animales ha permitido dar con una vacuna que, hasta el momento,
protege a los humanos que viajan a las zonas afectadas.
- Parásitos intestinales:
Multitud de parásitos se transmiten a través de ambientes acuáticos.
Los cambios en el nivel del mar y las temperaturas harán que muchos de
ellos sobrevivan durante más tiempo y, como consecuencia, puedan
infectar a un mayor número de individuos.
- Enfermedad de Lyme:
Transmitida por una bacteria a través de las picaduras de garrapata,
esta patología, al igual que otras transmitidas de la misma forma,
puede ampliar sus fronteras debido al aumento de las temperaturas aptas
para la vida de estos arácnidos. El trastorno toma su nombre de Lyme,
Connecticut, donde se identificó por primera vez en la década de los
70. Se caracteriza por una erupción y síntomas similares a los de la
gripe.
- Peste: La peste Yersinia, una de las
enfermedades infecciosas más antiguas de la que se tiene conocimiento y
que ha costado la vida a 200 millones de personas, todavía es causa de
mortalidad en algunas localizaciones. La bacteria responsable de esta
plaga tiene preferencia por las ratas y se extiende mediante las
mordeduras de las pulgas que viven en estos roedores. Pero cuando estos
animales escasean, no tienen ningún problema en morder también a las
personas y, una vez que esto sucede, se contagian unos a otros por vía
aérea. Si el cambio climático afecta a las poblaciones de roedores y a
su distribución geográfica, también afectará a la distribución de la
peste.
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