En la Argentina, el uso de los preservativos duplica al de las píldoras
como método anticonceptivo. En el tercer lugar del ranking, aunque muy
atrás, se ubica el dispositivo intrauterino (DIU). La mayoría del 81,4%
de argentinos que recurre a métodos anticonceptivos los elige y usa
pensando en su efectividad, y no tanto por el precio o por la comodidad.
Esa tendencia fue revelada a partir de una encuesta a 1.219 personas de
15 a 50 años de todo el país, coordinada por Mario Pecheny,
investigador en Ciencias Sociales del Instituto Gino Germani (UBA) y
del Conicet. Más de dos tercios de los varones usan el preservativo
masculino (66,7%). Y lo menciona el 43,2% de las mujeres. En total, el
55,3%. En cambio, el uso de las píldoras anticonceptivas sólo alcanza
al 28%. Muy lejos está el DIU, con el 7,4%. El resto de la gente usa el
monitoreo del ciclo menstrual, el retiro, la esterilización femenina,
la vasectomía y la "píldora del día después".
"La encuesta nos
demuestra que el preservativo no es tan tabú como lo era. Une dos
beneficios: previene el embarazo y la infección del VIH, es más
accesible y se lo usa más al principio de las relaciones y con las
parejas ocasionales. Aunque de ahí a que el uso sea 'siempre', hay un
largo trecho", dijo Pecheny a Clarín. Su grupo estuvo integrado por
especialistas del Ministerio de Salud de Mendoza, del Centro de
Estudios de Población (CENEP), de la Universidad de Lanús y del Germani.
En
todos los grupos, el preservativo es el que más se elige a la hora de
tener relaciones sexuales. Los jóvenes de 15 a 26 años son los que más
lo utilizan (65,2%). Entre los adultos, su uso desciende al 50%. Cuatro
de cada 10 entrevistados elige el método por su efectividad. "Esto
denota una marcada racionalidad al momento de elegir el método
-escribieron los investigadores en el trabajo al que tuvo acceso
Clarín-. La gratuidad no parece ser un tema de vital importancia. Sólo
lo menciona el 2,7% de los entrevistados". En este aspecto, también se
registraron diferencias. Por ejemplo, las mujeres también eligen el
anticonceptivo teniendo en cuenta su preocupación por no dañar su
cuerpo (16,5%). Los varones sólo lo mencionan en el 8,8% de los casos.
En
total, el 81,4% de las personas sexualmente activas durante el último
año utilizan algún método anticonceptivo. Entre los que directamente no
usan, gran parte tiene entre 38 y 50 años y el menor nivel de
instrucción.
"Es muy valioso que se haya realizado este
trabajo con fondos públicos", afirmó Analía Tablado, presidenta de la
Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-Juvenil. "Permite tener una
mejor perspectiva del acceso a los anticonceptivos como parte de los
derechos a la salud sexual y reproductiva de la gente. Creo que hay que
trabajar más para que los sectores de menos recursos accedan a la
información y a los anticonceptivos. Y también para que las mujeres
puedan cuidarse: exigirle al varón que use el preservativo implica una
autoestima alta y no todas están concientizadas. Hay mujeres,
especialmente las de más edad y las casadas, que piensan que pedirle a
su pareja que use preservativo es mostrarle desconfianza. Pero tienen
derecho a pedirlo".
A partir de los resultados del trabajo,
Pecheny comentó a Clarín que se tendría que "incorporar
sistemáticamente a las nuevas generaciones a la sexualidad con
prevención del VIH y de embarazos no buscados. Se debería dar a conocer
la "píldora del día después" (como última barrera, no como reemplazo),
formar al personal de salud y promover más el uso de anticonceptivos.
Todo debe darse en el marco de los derechos reproductivos y los
derechos sexuales: las mujeres y los varones, ya sean jóvenes o
adultos, tienen 'el derecho a tener derechos' en materia de sexualidad
(con sus placeres y goces) y de reproducción (pueden decidir el
espaciamiento y número de hijos, o decidir no reproducirse, o a acceder
a las técnicas de fecundación asistida)". Y también opinó: "El problema
no es la Iglesia católica, que es lógico que se disguste con que la
gente tenga sexo como un valor en sí mismo. El problema es nuestra
clase política que, en vez de oír lo que dicen absolutamente todas las
encuestas desde hace años, es tímida para poner en marcha los programas
de educación sexual, hacer accesible y comprensible la anticoncepción
hormonal de emergencia o avanzar en la atención de los abortos no
punibles".
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