El temor de los pacientes con artritis a agravar la enfermedad,
lesionarse o sentir más dolor suele desalentarlos de hacer actividad
física. Pero una rutina diaria de 30 minutos con ejercicios de
intensidad leve a moderada permite controlar el dolor, la rigidez
muscular y la fatiga que produce esa enfermedad crónica que ataca las
articulaciones.
No importa cuál sea el tipo de artritis -las más comunes son la
osteoartritis, la artritis reumatoidea y la fibromialgia-, una serie de
ejercicios específicos que ayuden a mejorar la flexibilidad, la fuerza
y la capacidad aeróbica aumenta la independencia de los pacientes y
hasta permite reducir el uso de analgésicos para controlar el dolor. El
objetivo de complementar con ejercicio la terapia farmacológica para
controlar esta enfermedad crónica es reducir la inactividad que causa
debilidad, rigidez muscular, obesidad, osteoporosis, hipersensibilidad
al dolor, ansiedad y depresión.
"Además de proteger las articulaciones, relajar la tensión, ayudar a
controlar el peso y disminuir el dolor y el riesgo de sufrir lesiones,
el ejercicio aumenta las endorfinas y la serotonina, lo que mejora el
estado de ánimo general en los pacientes durante unas seis a ocho
horas. No hay ningún medicamento que tenga todos estos efectos",
explicó el doctor Pablo De Caso, integrante del Servicio de
Reumatología del Hospital Universitario Austral y entrenador
certificado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford
del programa de manejo personal de la artritis.
Este programa de acondicionamiento físico, que dura 6 semanas para
luego ponerlo en práctica en el hogar, se diseñó tras tener en cuenta
los problemas más frecuentes que manifestaron 300 pacientes con
artritis, en silla de ruedas o que podían caminar, pero que no hacían
ejercicio por temor a que se les agravara la enfermedad. La lista,
encabezada por el dolor, incluyó: depresión, fatiga, cansancio,
reducción de la funcionalidad, mala alimentación y alteraciones del
sueño, entre otras.
"La idea es hacer un calentamiento muy suave; luego agregar
ejercicios de flexibilidad (sin tirar de los músculos), de fuerza y
aeróbicos, como bailar o caminar, para mejorar el funcionamiento
cardiovascular y pulmonar. Al final se incorporan ejercicios de
estiramiento y relajación", resumió De Caso a LA NACION durante una
reunión para promover el ejercicio en pacientes con artritis
reumatoidea.
En la experiencia del Servicio de Reumatología del Austral, donde
desde el año pasado se usa el programa, el 90% de los 120 pacientes que
lo utilizaron disminuyó o dejó de consumir antiinflamatorios. "La
combinación de la alimentación sana, la actividad física y la terapia
para controlar la enfermedad los ayudó a mejorar la calidad de vida,
evitar la automedicación, reducir el gasto en remedios y usar menos
servicios de salud", dijo el reumatólogo.
Para Norma de Orué, presidenta de Ayuda Mutua Artritis Reumatoidea
(AMAR), que participó de la reunión para pacientes, "la rehabilitación
física es tan importante como la medicación para controlar la
enfermedad. Pero hay médicos que aconsejan hacer actividad física y hay
médicos que no lo hacen".
Norma padece artritis reumatoidea desde hace 38 años y hace 15 fundó el grupo AMAR en el hospital Rivadavia ( www.artritisreumatoidea.org
). "El ejercicio da energía y nos hace sentir en plenitud. Este
programa me pareció excelente", dijo después de realizar la rutina de
30 minutos junto con un centenar de pacientes, algunos en silla de
ruedas.
En las personas con la enfermedad en remisión, dijo De Caso, están
permitidos todos los deportes, mientras no provoquen dolor. En cambio,
en las personas con la enfermedad activa, lo más adecuado son las
actividades de bajo impacto, como natación, pilates, bicicleta fija o
stretching. Hay que comenzar la rutina gradualmente hasta poder
repetirla todos los días.
Cuando aparecen dolores o contracturas, se pueden usar los
ejercicios de flexibilidad, que no exigen mover la articulación.
"Además de mejorar la condición física de los pacientes, esto ayuda a
cortar el ciclo de dolor de la enfermedad", finalizó el especialista.
La enfermedad en los jóvenes
- En el país, hay entre 5000 y 7000 chicos con
artritis idiopática juvenil, una enfermedad crónica del tejido
conectivo que se presenta antes de los 16 años. "Si un hijo llora por
dolor, deja de hacer actividades que hacía solo, como vestirse, o sufre
un dolor persistente o no en articulaciones, huesos o músculos, hay que
consultar al pediatra", recomendó ayer la doctora Graciela Espada, jefa
de la Sección Reumatología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez en
la presentación de abatacept, el primer fármaco biológico aprobado en
el país de uso pediátrico.
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