Una cosa es caer en los 'brazos de Morfeo' justo después del sexo, pero otra muy diferente es tener un encuentro íntimo y erótico mientras se duerme sin tener la más mínima conciencia de ello y, lo más inaudito, sin la menor sensación de placer -al momento de despertar- por cuenta de una amnesia que no permite recordar lo sucedido.
Se trata del 'sexsomnio', un comportamiento
que, aunque suene extraño y novedoso, es tan real y frecuente que
inclusive hoy comienza a ser reconocido por neurólogos, psiquiatras y
psicólogos como un trastorno de la conducta durante el sueño, tal como
sucede con el sonambulismo o el terror nocturno.
Así se refleja en la revista Current
Psychiatry, en cuyo artículo 'comportamiento sexual durante el sueño:
Coartada conveniente o parasomnia', la jefe de residentes del
Departamento de Psiquiatría y Psicología del Hospital de Cleveland
(Estados Unidos), Mia Zaharan, hace una revisión clínica del fenómeno y
pone de manifiesto que aunque esa condición tiene origen psicológico,
en algunos casos sus causas pueden estar relacionadas con desórdenes
fisiológicos en el cerebro.
Es por ello que los científicos que han
estudiado el tema descartan de plano cualquier tipo de vínculo entre el
comportamiento sexual durante el sueño -como también se le conoce- y
las representaciones oníricas eróticas, los comúnmente conocidos
'sueños húmedos'.
De hecho, registros clínicos dan cuenta de
que entre las manifestaciones que abarca el 'sexsomnio' se incluyen
conductas propias de la seducción, las cuales van desde simples
caricias hasta la consumación genital. Por supuesto, la masturbación,
el desnudismo espontáneo y las palabras de grueso calibre sexual
dirigidas a la pareja también están en el repertorio detectado por los
investigadores.
Sin embargo, aunque no existen datos sobre
prevalencias de sexomnio, ejemplos de diferente índole han empezado a
ser detectados por la comunidad científica en los distintos rincones
del planeta.
La revista española Neurología, de agosto
pasado, describe el caso de un hombre de 31 años que mientras dormía se
desnudaba y acariciaba sugestivamente a su pareja, en episodios que no
duraban más de cinco minutos. La constante era una posterior amnesia
total sobre el hecho, acompañada de períodos de somnolencia durante el
día.
Una situación de similar naturaleza reportó
la Asociación Australiana del Sueño, al describir la historia de una
mujer de Sidney que empezó a levantarse de su cama durante las noches
para salir de casa y mantener relaciones sexuales de manera
inconsciente con transeúntes desconocidos en las inmediaciones de su
residencia. Ella fue descubierta por su esposo, quien luego de
despertar en varias madrugadas y no encontrarla a su lado, decidió
seguirla.
Como las anteriores, las situaciones que se
han presentado son de múltiple naturaleza. Un estudio realizado por el
Centro de Trastornos del Sueño de Minnesota y el Centro de Narcolepsia
de la Universidad de Stanford (EE.UU.) analizó a 31 afectados por
sexsomnio y concluyó que el 31 por ciento de ellos presentó episodios
de masturbación y el 45 por ciento de caricias sensuales.
El análisis determinó que el fenómeno se daba
de igual forma en hombres y mujeres. Sin embargo, otros estudios, como
el presentado por el neurólogo español Ángel Guerrero Peral en el
Congreso Nacional de la Sociedad Española de Neurología, en abril
pasado, estableció que el sexsomnio predomina en el género masculino.
De acuerdo con la explicación del psiquiatra
y sexólogo Carlos Pol, no existe una certeza absoluta sobre cuáles son
las reales causas que desencadenan la aparición del 'sexomnio' en una
persona ni qué regiones del cerebro intervienen para generar la
conducta.
Los investigadores que han tratado el tema en
diferentes países solo tienen algunos indicios para explicar cuál es la
relación y la actividad que se desarrolla en el cerebro y cómo actúan
entre sí durante el sueño en la generación de comportamientos de esa
naturaleza. Pero, no hay un argumento concluyente para definirlo.
Precisamente, esto ocurre por la dificultad
para documentar el tema debido, en esencia, a la resistencia natural de
los eventuales afectados a reportar la situación, bien sea por
vergüenza o desconocimiento. "Probablemente se trate de una patología
infraestimada debido al sentimiento de culpa o pena que su narración
provoca en los individuos que la sufren", reconoce el neurólogo Guerreo
Peral, en su artículo de la revista Neurología.
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