Defender la soberanía alimentaria es un compromiso impostergable,
afirma Diego Segovia, sociólogo e investigador de Base Investigaciones
Sociales. El año pasado, Paraguay exportó más de 4,3 millones de
toneladas de soja y 370 millones de dólares en carne. Al mismo tiempo,
600.000 niños sufren desnutrición y 270.000 nuevas personas se
incorporaron a la lista de aquellos que no pueden acceder a una
alimentación básica. “¿No es una ironía que, siendo un país
privilegiado para la producción de alimentos, 1.170.000 personas no
puedan comer lo que necesitan para llevar una vida digna?”
–¿Cuál es la causa que lleva a Paraguay a la extrema pobreza?
–Una injusta distribución de la riqueza y la ausencia histórica de una
política de reforma agraria seria. Estamos en la lista de los diez
países más desiguales del mundo. El campo es el lugar en el que más se
agudizan las desigualdades. Un cuarto del territorio nacional se
entregó como prebenda en la época de la dictadura, y los gobiernos
posteriores nada han hecho por revertir esta situación.
Las familias campesinas, son aproximadamente el 40% de la población
nacional, apenas tienen un 5% de las tierras del país, según datos de
la misma UGP. Es decir, un cálculo bruto nos permite afirmar que
solamente esta proporción del territorio está destinada a la producción
de alimentos diversificados para el consumo nacional (excluyendo los
lácteos y otros alimentos producidos en gran escala). El resto, en
manos de sojeros y ganaderos, se orienta principalmente a generar
ganancias a un reducido grupo de empresarios por medio de la
exportación.
–¿Se debe a la corrupción e impunidad vigente en el Gobierno?
–En gran parte, las desigualdades han sido producto de la corrupción.
No es casualidad que en el mundo la corrupción y la desigualdad hayan
ido siempre de la mano. Pero la corrupción también está relacionada con
el ensamblaje de un sistema económico y jurídico injusto que privilegia
excesivamente a ciertos sectores de la sociedad.
–El presidente Lugo prometió una reforma agraria integral.
–Para alcanzar la soberanía alimentaria urge la aplicación de una
reforma agraria integral, pero el Estado paraguayo y la sociedad en
general han postergado de manera indefinida este compromiso. Las
ocupaciones son el único medio por el cual los campesinos/as han podido
hacer visible su reclamo por una reforma agraria integral, que en el
fondo debería ser un reclamo de toda la sociedad, pero ante esto se les
ha respondido con amenazas, asesinatos selectivos de líderes y con la
criminalización de sus luchas.
Se ha llegado a construir un imaginario colectivo que se acusa a los
campesinos de ilegales, mientras que olvida absolutamente cuestionar la
ilegalidad de los títulos inmobiliarios de la mayoría de los
latifundistas.
–Una política alimentaria ausente en Paraguay.
–Lo único que ha habido en Paraguay han sido políticas asistencialistas
de distribución de alimentos en sectores vulnerables. El “vaso de
leche” como el Proan, pueden fomentar la dependencia alimentaria en las
comunidades campesinas ya que enseñan a los productores a esperar del
Estado y no a producir en condiciones favorables. El Gobierno comenzó a
hablar de un programa Hambre Cero como el de Brasil, lo cual puede ser
positivo, siempre que se abastezca de la producción local de las
familias campesinas y no termine desalentando aún más la producción de
alimentos.
–¿Es importante un proyecto de ley que garantice el derecho a la alimentación adecuada?
–Puede ayudar, pero más que nada falta compromiso en las acciones
porque muchas leyes duermen en los cajones del Poder Judicial.
Actualmente, estamos trabajando con un grupo de personas e
instituciones en la promoción de un proyecto de ley que garantice a
cada persona en Paraguay su Derecho a la Alimentación Adecuada. Se ha
buscado abrir un proceso participativo que incluya a las organizaciones
sociales, y los resultados serán presentados en algunos meses.
–¿Hay desigualdad social?
–Las familias campesinas, abandonadas desde siempre, sin
infraestructura mínima ni asistencia para la formación de capital
humano, hoy sufren la inmisericorde aplicación de agrotóxicos en los
campos vecinos que contaminan los suelos y las aguas que deben tomar,
matan sus cultivos, sus animales e incluso a sus propios hijos. Al no
poder comercializar directamente lo poco que tienen, tienen que luchar
contra una cadena de extorsión que remunera ínfimamente sus arduas
labores.
–Defender la soberanía alimentaria es una lucha instalada en Latinoamérica.
–Así como se discute en el país sobre la soberanía energética, para el
Estado paraguayo es estratégico avanzar en pos de la soberanía
alimentaria, que es el derecho de los pueblos del mundo a definir
autónomamente su política agraria y alimentaria, sin injerencia de
otros países o instituciones. Es el derecho que tienen los
campesinos/as a producir sus propios alimentos y el derecho de los/as
consumidores/as a decidir lo que quieren consumir, cómo consumir y de
quién abastecerse. Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |