Media hora de reposo en una habitación a media luz, sin ruidos ni
conversación parece suficiente para estabilizar a algunos de los
pacientes que llegan a la guardia de un hospital con la presión muy por
encima de los límites peligrosos para el corazón, el cerebro y los
riñones, según el primer gran estudio sobre el manejo de la
hipertensión en las emergencias.
El reposo suele ser una indicación frecuente dentro de la batería de
medidas recomendadas para normalizarle la presión a una persona con
valores máximos y mínimos superiores a 180/110 mmHg. Pero un nuevo
enfoque no agresivo y escalonado de estos picos de presión, que empieza
por evaluar la respuesta a 30 minutos de descanso, evitaría el uso
innecesario de un antihipertensivo en el 32% de los pacientes con la
mal llamada "presión nerviosa".
"No existe lo que erróneamente se conoce con ese nombre, sino
arterias enfermas y rígidas que reaccionan al exceso de adrenalina que
el organismo produce ante el estrés. Esto afecta las áreas más
vulnerables, por lo que una persona puede sufrir desde gastritis, un
brote de psoriasis o un broncoespasmo hasta hipertensión. En este caso,
el estrés ayuda a desenmascarar la enfermedad", explicó a LA NACION la
doctora Carol Kotliar, directora del Programa de Relevamiento de
Hipertensión Arterial Severa en Servicios de Emergencia (Rehase), del
Consejo Argentino de Hipertensión, que depende de la Sociedad Argentina
de Cardiología.
El estudio dirigido por el doctor Daniel Grassi, jefe del Servicio
de Cardiología del Hospital Universitario Austral, incluyó a 549
hombres y mujeres atendidos en las guardias de 31 hospitales de todo el
país con picos de presión cercanos a los 200/110 mmHg. "El 80% de los
que llegan con un pico hipertensivo no tienen la presión arterial en
los valores correctos", agregó Kotliar. Fundamentalmente, por errores
al medir la presión.
Según el Consejo Argentino de Hipertensión, sólo el 14% de los
hipertensos medicados en nuestro país tienen menos de 140/90 mmHg. Esto
ocurre porque el paciente no adhiere al tratamiento indicado, no cumple
con la dieta restringida en sal ni hace actividad física. En el
estudio, comentó la experta, apenas el 32% de los pacientes comían sin
sal y el 40% hacían actividad física 40 minutos diarios cuatro veces
por semana.
"En los pacientes hipertensos que están bajo estrés, la respuesta de
la presión sanguínea es más alta que en los pacientes con hipertensión
arterial grave" escriben los autores en el artículo aceptado para su
publicación en Journal of Clinical Hypertension
". El reposo es una maniobra que reduce esa reacción de alerta al
estrés, por lo que podría estar asociado con una disminución de la
presión. Tratar a esos pacientes sin tenerlo en cuenta, ni la
posibilidad de que la presión baje espontáneamente, podría empujar a un
abuso terapéutico y a la disminución de la llegada de sangre
(hipoperfusión) al tejido."
Claro que el reposo del que habla el estudio no es el que
habitualmente hacen muchos pacientes con tendencia a tener presión
alta. Se trata de un descanso controlado por un médico que, ante la
falta de respuesta, proporcionará el tratamiento antihipertensivo
indicado para reducir un 20% el valor de la presión. Se recomienda que
esa disminución sea lenta y progresiva, es decir, no antes de las 3 o 4
horas de su administración.
"Si se reduce demasiado la presión en estos pacientes, se corre el
riesgo de que dentro de las 72 horas sufran un accidente
cerebrovascular o un infarto que luego no se asocian con el mal manejo
previo del pico de presión. Muchas veces, los pacientes o sus
familiares presionan a los médicos para que les bajen la presión a
valores normales, cuando en ellos es suficiente con reducir un 20% los
valores con que llegan a la guardia", advirtió Kotliar, que dirige el
Centro de Hipertensión del hospital Austral.
En el estudio, los pacientes se sentaron media hora en una
habitación cómoda y tranquila, sin hablar ni conversar. Aquellos en los
que la presión se normalizó (160/89 mmHg, en promedio) recibieron el
alta y un control ambulatorio a las 72 horas. El 68% restante recibió
uno de tres antihipertensivos (amlodipina, perindropil o labetalol). A
las dos horas, la mayoría (80%) respondió al fármaco y recibió el alta.
El resto (20%) necesitó un tratamiento personalizado.
"Con el manejo del estrés a través del reposo tratamos lo que es
manejable de la presión. El 100% de los pacientes respondieron con el
reposo, pero en algunos no llegó a normalizarla. En el 30% bajó tanto
que no necesitó fármacos. Esto demuestra la importancia del reposo como
herramienta terapéutica y diagnóstica", finalizó Kotliar.
Sin síntomas
- En el Programa Rehase, organizado por el Consejo
Argentino de Hipertensión Arterial y auspiciado por el Ministerio de
Salud, el 46% de los pacientes participantes dijo que había vivido una
situación estresante dentro de las 48 horas previas, el 29%había
modificado el tratamiento antihipertensivo, el 16% había sufrido un
dolor agudo (excluida la cefalea) y el resto, otros factores
potencialmente desencadenantes. "La realidad es que la presión tan
alta, salvo cuando dañó algún órgano blanco, no suele dar síntomas. Por
eso es tan importante controlarla con frecuencia", dijo la doctora
Carol Kotliar.
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