Es el que se usa para hablarles a los adultos mayores, con
diminutivos o llamándolos "abuelos" sin que haya parentesco. Según los
especialistas, este trato se debe a que existe una imagen negativa de
la vejez, más asociada a la enfermedad.
Qué quiere, tía?", salió la voz desde detrás de un mostrador, en una
feria callejera de Lomas de Zamora. "'Tía? No soy su tía", pensó la
mujer, sin contestar. Luego, ya en la casa, habló: "No me dijo abuela
porque no es mucho más joven que yo. Pero la próxima no se la dejo
pasar".
Se
está empezando a estudiar qué impacto tiene el "lenguaje para viejos"
en su salud. No sería bueno, según una observación realizada por la
Escuela de Enfermería de la Universidad de Kansas. Se estudió la
relación entre personas con demencia leve o moderada y el personal de
un geriátrico. Si los trataban como idiotas o como bebés, notó, la
cooperación de los viejos era menor. Otra investigación, de la
Universidad de Yale, indica que quienes piensan que el viejo es débil,
olvidadizo o tembloroso, actúan peor en los tests de memoria y
equilibrio.
Quien viene hablando de esto desde 1970 es Leopoldo
Salvarezza, psicogerontólogo, ex profesor de la UBA. Tradujo a Robert
Butler, inventor del término ageism. Dice Salvarezza: "Es el conjunto
de prejuicios que existen dentro del cuerpo social, lo que se atribuye
por el simple hecho de cumplir años". Los hay negativos -todos los
viejos son enfermos, depresivos, asexuados, pesados, maniáticos, etc.-
y positivos también -son sabios, bondadosos, confiables-.
En
el caso del lenguaje, sigue Salvarezza, "aparece bajo una máscara de
cariño; en el mejor de los casos, cuando alguien le dice 'abuelo' a
quien no es su abuelo, hay una usurpación de títulos". A los
especialistas el tema no los toma por sorpresa. Miguel Angel Acánfora,
médico gerontólogo, entiende que no hay en la academia una formación
que compense esta conducta. "Está en nuestra idiosincracia decir 'la
colita, el bracito, la rodillita del abuelito'. Es como decir que el
adulto mayor tiene una incapacidad; todo es más chiquito, todo le
funciona menos. Y no es así".
La doctora Sara Iajnuk, médica
integrante de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría, dice
que este "lenguaje que lastima" es usado "más que nada por el personal
de salud" y que esto tiene un porqué, a su entender. "Si uno le
pregunta a un médico, a alguien que hace rehabilitación, qué imagen
tiene de la vejez, se imaginará a un cojo, a alguien en una silla de
ruedas". Y, por otro lado, observa un paternalismo poco profesional:
"Algunos abrazan al paciente, será que no tienen resuelto los problemas
con sus padres... Hay un error en usar el lenguaje de acercamiento; el
'viejismo' significa rechazo, temor, desagrado, negación, un paso antes
de la gerontofobia".
Iajnuk va más allá de los médicos en su
observación. "Hay clubes de viejos que se llaman 'Eterna juventud'.
Cómo le van a poner así, si todos sabemos que la juventud caduca, como
las flores. Si nos seguimos formando, si tenemos una identidad, una
vida propia, para qué compararnos con otros. Es un error".
Un
trabajo que presentó Nélida Redondo, investigadora en Sociología del
Envejecimiento, aborda este asunto. En una encuesta hecha en 2006 a 304
residentes en 101 geriátricos, realizado por la Universidad Isalud,
patrocinada por la OPS y financiada por el BID, el 97% dijo que el
personal lo trataba con respeto y cariño. "No hay conciencia de que
puede haber subestimación", dice Redondo.
'Entonces? 'Es tan
grave decirle abuelo a un adulto mayor, a un viejo? En la Argentina, el
PAMI tiene un programa, "Abuelos Cuenta Cuentos", y hasta la ministra
de Salud, Graciela Ocaña, usa la palabra "abuelos". Estela Altalef,
médica especialista de la gerencia de Promoción Social y Comunitaria de
PAMI, dice: "En el programa Abuelos Narradores, la denominación surgió
de los mismos adultos mayores, que se sienten en condiciones de
transmitirle a las otras generaciones toda la experiencia que da la
'abuelidad'. Ahora, en otro contexto puede ser peyorativo o molesto.
Hay cierta hipocresía en la discusión sobre cómo llamarlos; importa
cómo son tratados".
Los especialistas señalan que este lenguaje
oculta una asimetría. El viejo no va a decirle a su médico "querido",
pero sí puede recibir esa muestra de... cariño. "La culpa es nuestra,
de los viejos", dice Iajnuk. "Con los años, aprendí algo: la
marginación se resuelve solamente desde el actor involucrado. No fueron
los hombres los que les dieron a las mujeres su posición actual".
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