El doctor Pedro Alonso, que desde hace 12 años dedica esfuerzos a
combatir la malaria en Mozambique, ha asegurado hoy que esta enfermedad
"es el paradigma de la pobreza" ya que es a la vez "consecuencia y
causa" de que muchos países arrastren una carga de subdesarrollo que ni
moral ni políticamente es justificable en pleno siglo XXI.
Alonso dirige junto a su esposa Clara Menéndez, el centro de
investigación en Salud de Manhica, galardonado este año con el Premio
Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional junto a los de
Kintampo (Ghana), Ifakara (Tanzania) y el Centro de Investigación y
Formación sobre la Malaria de Mali, con los que mantiene una "estrecha"
colaboración.
Tras su llegada a Oviedo, donde el viernes
recibirá el galardón de manos del Príncipe Felipe, el doctor Alonso ha
señalado en rueda de prensa que la malaria supone una "enorme losa"
para el desarrollo económico y social de algunos países y que, lo
tanto, "la lucha contra esta enfermedad es una lucha a favor de su
progreso".
Cada año se registran entre 300 y 500 millones de
casos clínicos de malaria en el mundo y mueren de 1 a 3 millones de
personas lo que además de ser una "carga de sufrimiento enorme es causa
de subdesarrollo", ha afirmado.
"El mundo no es posible sin un
continente como África en desarrollo económico, integrado en la
comunidad internacional y superando la inaceptable carga de pobreza y
subdesarrollo que arrastra", ha afirmado este investigador y director
del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona. En
su opinión "ni moralmente ni políticamente es viable ni aceptable" que
en pleno siglo XXI haya a 14 kilómetros, en el caso de España, un
continente donde uno de cada cinco nacidos vivos no llega a cumplir los
5 años o donde la esperanza de vida es la mitad que en Europa.
No
obstante, ha reconocido que la lucha contra la pobreza ha pasado a
estar en la agenda política internacional por lo que, en su opinión,
hoy se puede ser "más optimista que hace 20 años" en cuanto a la
superación de a barrera de subdesarrollo que atenaza a África.
Igualmente,
ha asegurado que en la lucha contra la malaria "se empieza a ver la luz
al final del túnel" al haberse incrementado los esfuerzos de
investigación y cooperación en los últimos años, tras el fracaso
experimentado hace medio siglo por la Organización Mundial de la Salud
en su intento por erradicar esta plaga.
Según el doctor Alonso,
desde principios de los años noventa hay nuevas y mejores herramientas
para luchar contra esta enfermedad, como las vacunas que se están
experimentando, las mosquiteras con insecticidas, que reducen en un 20
por ciento la mortalidad en los países endémicos, los nuevos fármacos
que sustituyen a la cloritina, los nuevos test de diagnóstico rápido y
la extensión de los servicios sanitarios.
"Podemos ver con
cierto optimismo la situación de la malaria en el mundo, siempre y
cuando se mantenga o incremente el esfuerzo a largo plazo, porque es la
enfermedad infecciosa más compleja a la que nos enfrentamos por lo que
derrotarla y erradicarla será un proceso a muy largo plazo que
requerirá mucho esfuerzo, recursos y talentos", ha subrayado.
Ha
reconocido que la crisis internacional puede llevar a reducir los
esfuerzos internacionales de cooperación y los fondos dedicados a
luchar contra este tipo de enfermedades, pero ha mostrado su confianza
en que, frente a esa posibilidad, los ciudadanos exijan a los gobierno
los compromisos adquiridos.
En su opinión, también hay que
superar el "papanatismo" en el que se ha caído en ocasiones al achacar
el problema a las grandes farmacéuticas que, en su opinión son un
"elemento clave" en la solución, junto a ONGs, estados, sociedad civil,
universidades, centros de investigación y organizaciones
internacionales.
Este investigador se ha mostrado también
contundente a lahora de afirmar "sin ningún género de dudas" que se
puede desarrollar una vacuna contra la malaria, aunque también ha
querido ser "cauto" al hablar de cuándo podrá estar disponible.
Según
Alonso, hay "altas posibilidades" de conseguir que en 2011 haya
registrada una vacuna de primera generación que "sin ser una bala
mágica" será eficaz para el 30 o 50 por ciento de los casos, "lo que
tendrá un impacto enorme en la salud pública".
Para conseguir
eficacias del noventa o cien por cien será preciso más tiempo y, según
Alonso, "no se va a conseguir ni en tres, cinco o siete años".
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