El hipocampo es una estructura de varios cientos de miles de neuronas y
alrededor de un centímetro cúbico de volumen ubicado en el lóbulo
temporal del cerebro que gobierna la formación de nuevos recuerdos.
Incluso durante la vida adulta se generan allí diariamente nuevas
neuronas, en un proceso denominado neurogénesis. Es sabido que estas
nuevas células se integran a los circuitos neuronales existentes, pero
los científicos aún discuten acerca de cuál es exactamente su rol. ¿Es
la neurogénesis un vestigio evolutivo sin relevancia funcional o tiene
un rol específico en las funciones del hipocampo?
Dos investigadores argentinos acaban de formular una hipótesis que
podría responder esta pregunta: de acuerdo con un trabajo aceptado para
su publicación en la revista Cognition
, una de las más prestigiosas de la especialidad, la neurogénesis
produciría un importante aumento de la capacidad del hipocampo para
recuperar recuerdos recientes y, en menor grado, decrecería la
recuperación de los remotos. Es decir, aumentaría la capacidad para
generar nueva información y el olvido de la información antigua.
Para llegar a esa conclusión, Pablo Argibay, director del Instituto
de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano, y la
bioingeniera Victoria Weisz, del mismo centro de investigación,
desarrollaron un modelo matemático que simula la estructura y las
funciones de esa región del cerebro.
Las ciencias cognitivas son una intersección de la computación, la
matemática y la psicología experimental -explica Argibay-. Nosotros
tratamos de trabajar como los físicos; es decir, desarrollamos un
modelo teórico para luego hacer la comprobación empírica. Y empezamos
por el hipocampo porque es muy simple, tiene tres estaciones de
neuronas. Es muy fácil hacer una red neuronal que lo remede.
Los investigadores también eligieron esa región del cerebro porque
es blanco de las primeras manifestaciones de la enfermedad de
Alzheimer, porque es una estructura que se conserva a lo largo de la
evolución (lo tienen las aves, los mamíferos, los reptiles...), y en el
ser humano tiene gran importancia en la vida cotidiana.
Según subrayan Argibay y Weisz, durante mucho tiempo se reconoció
que el hipocampo participa en procesos cognitivos tales como el
aprendizaje y la memoria. También se sugirió que la neurogénesis
aumenta la plasticidad cerebral. Sin embargo, los datos que reúne la
literatura científica son insuficientes para determinar la conexión que
existe entre nuevas neuronas, plasticidad sináptica y memoria.
El rol del hipocampo en la formación de recuerdos fue extensamente
discutido -afirma Argibay-. Sin embargo, la verdadera relevancia de la
neurogénesis adulta y su potencial clínico siguen siendo poco claros.
Para dilucidarlo, los investigadores se concentraron en un momento
específico de la vida adulta de un individuo en que el sujeto tiene una
gran cantidad de neuronas maduras y un número menor de otras nuevas que
se están incorporando al circuito.
Y se valieron de un modelo matemático para ver cómo varía la
capacidad de recuperación de recuerdos de la red con la incorporación
de nuevas neuronas. Hicimos una red neuronal muy parecida al
hipocampo, como si fuera una computadora, y dijimos: «Vamos a ver qué
hace»,- cuenta Argibay-.
La prueba de que funcionó bien es que pudo almacenar y recuperar
recuerdos a partir de estímulos clave, -agrega Weisz-, egresada de la
Universidad de Entre Ríos.
En el modelo, la neurogénesis cumplió un papel importante en el
aprendizaje y la memoria reciente. Aumentó significativamente la
recuperación de esos recuerdos (los últimos que se registraron) y, por
otro lado, fue muy compatible con la biología y las observaciones
clínicas.
Lo que encontramos es que los recuerdos antiguos no eran influidos
por las nuevas neuronas -describe Argibay-. Fue interesante comparar
ese resultado con lo que ocurre en el Alzheimer. Los pacientes olvidan
lo que les ocurrió instantes antes (que se registra en el hipocampo),
pero conservan los recuerdos antiguos, que están almacenados en la
corteza cerebral.
El hipocampo sería el circuito de entrada de los recuerdos -explica
Weisz-, pero se almacenarían en la corteza, que sería algo así como el
«disco rígido».
Cuando se pierde o se daña la neurogénesis, se pierde la capacidad
de generar nuevas memorias. Es algo que ocurre durante el
envejecimiento y cuando se padece depresión, dos procesos que
frecuentemente van acompañados por déficits en esa área de la
cognición.
Los resultados de este modelo teórico vinculan la declinación de la
neurogénesis en el hipocampo con las disfunciones cognitivas propias de
la edad -concluye Argibay-. Si esto es cierto, nuestro próximo paso es
comprobar si estimulando la neurogénesis logramos producir cambios en
la memoria reciente.
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