Una mujer británica a la que en 1995 se le diagnosticó esclerosis múltiple ha perdido la batalla legal que promovió para que la Dirección General de Delitos Públicos clarifique su posición sobre la ayuda al suicidio asistido para enfermos terminales, ya que la Justicia ha considerado que cualquier pronunciamiento implica un cambio legislativo que competería al Parlamento
La iniciativa de Debbie Purdy, de 45 años, ha supuesto un hito en la
historia judicial de Reino Unido, ya que es la primera acción formal
presentada en relación a la asistencia a la eutanasia y responde al
interés de la mujer en determinar si su marido podría ser imputado en
caso de ayudarla a viajar a alguno de los países en los que esta
práctica está autorizada.
A la salida del tribunal,
Purdy se mostró "muy decepcionada" por el fallo judicial, que pese a
reconocer "gran cercanía" tanto por su caso como el de "todos aquellos
en una posición similar", subrayó que la demanda "implicaría un cambio
en la ley".
"El delito de suicidio asistido presenta
un plano muy amplio para que abarque todos los supuestos de
circunstancias diferentes", recordaron el juez lord Scott Baker y el
magistrado Aikens, quienes añadieron que "implica un cambio en la ley y
sólo el Parlamento puede hacerlo".
Sin embargo, los
abogados de la mujer alegaron que la incertidumbre en torno a la
posibilidad de que exista una acusación en un caso como éste sitúa a la
Dirección de Delitos Públicos fuera de la Convención Europea de
Derechos Humanos, que en su artículo ocho regula sobre el respeto a la
vida privada y familiar.
ARGUMENTOS
Pese a
ello, los responsables de la decisión consideraron que el organismo
judicial no precisa de ninguna clarificación, si bien insistieron: "No
podemos dejar este caso sin expresar gran simpatía por Debbie Purdy, su
marido y otros en una posición similar que desean saber con antelación
si se enfrentarán a una acusación por hacer algo que muchos consideran
que la ley debería permitir, sobre todo para ayudar a un ser querido a
ir al extranjero a acabar con su sufrimiento cuando no lo puede hacer
por sí mismo".
No obstante, incidieron en que requiere
modificar la normativa vigente, una capacidad para la que sólo tiene
competencia el Parlamento, si bien garantizaron a la mujer la
autorización para recurrir al Tribunal de Apelaciones, al considerar
que el caso es de interés público.
SITUACIÓN ACTUAL
En este sentido, la asistencia al suicidio es un delito que puede
acarrear hasta 14 años de prisión en Inglaterra y Gales. No obstante,
se tiene conocimiento de más de 90 británicos que se han trasladado
acompañados de familiares a países en los que es legal, si bien nadie
ha sido imputado hasta ahora, incluso pese a las investigaciones
promovidas por la policía en algunos casos.
El último
episodio lo protagonizó la promesa del rugby Daniel James, de 23 años,
quien fue ayudado por sus padres a viajar a Suiza para acabar con su
vida tras sufrir una parálisis de pecho para abajo a raíz de un
incidente en una melé durante un partido de marzo del pasado año. James
acudió a la clínica helvética Dignitas y la Fiscalía evalúa actualmente
si sus progenitores debería recibir cargos.
IMPLICACIÓN POLÍTICA
Por todo, Debbie Purdy confió en que el Tribunal de Apelaciones adopte
una "visión diferente", si bien aprovechó también para apelar al
Parlamento a revisar la normativa que lleva vigente desde 1961. "No
entiendo cómo pueden haber pasado 47 años y nadie la haya analizado más
seriamente", denunció, tras lo que se mostró "contrariada" por el hecho
de que "se podría haber hecho tanto" para definir los aspectos legales
simplemente con la "implicación de los políticos".
En
consecuencia, reclamó líderes "que debatan qué es necesario hacer,
porque si la gente habla sobre la necesidad de salvaguardas, proteger a
los vulnerables, hay que saber qué es necesario para proteger a la
gente". En este sentido, durante su batalla legal estuvo apoyada por
las organizaciones 'Dignidad para Morir', anteriormente conocida como
la 'Sociedad Voluntaria por la Eutanasia'.
Por su parte,
su abogado reivindicó en la vista de esta mañana las "muy personales
razones" de la mujer para demandar la clarificación de la justicia, ya
que aunque quiere "retrasar su suicidio tanto como sea posible, quiere
también evitar el peligro de que su marido pueda ser acusado por
ayudarla". "Si hay posibilidades de que sea perseguido, es más probable
entonces que ella vaya al extranjero a suicidarse antes", advirtió.
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