En numerosas ocasiones, sobrevivir a un infarto no supone poner fin a los problemas de corazón. Según un trabajo estadounidense, los pacientes que superan un ataque tienen más posibilidades de fallecer de forma repentina en los 30 días posteriores al evento que el resto de la población.
"En la era en la que el pronóstico a largo plazo de un infarto de miocardio ha mejorado considerablemente, seguían faltando datos sobre el riesgo de muerte súbita que sufren estos pacientes", explican los investigadores en su estudio, que se publica en el último número de la revista 'Journal of the American Medical Association' ('JAMA').
Dispuestos a solucionar esa carencia, estos científicos, miembros de
la estadounidense Cínica Mayo, evaluaron el caso de 2.997 personas que
habían sufrido un ataque al corazón entre 1979 y 2005 y siguieron su
historial hasta febrero de 2008.
En el periodo estudiado, fallecieron un total de 1.160 pacientes; 282 de ellos a causa de una muerte súbita.
Los resultados de su análisis pusieron de manifiesto que este último
tipo de fallecimientos era mucho más común durante el primer mes
siguiente a los ataques al corazón. "El incremento del riesgo era cuatro veces superior a lo esperado", explican los investigadores en su trabajo.
Sin embargo, después de pasados los 30 días, el riesgo de muerte súbita descendía de nuevo significativamente, hasta alcanzar niveles similares a los de la población general.
Problemas con la insuficiencia cardiaca
Un dato que sorprendió a los autores de este trabajo fue que el
riesgo volvía a incrementarse si el paciente sufría una insuficiencia
cardiaca tiempo después del ataque al corazón. "Esto subraya la importancia de una vigilancia continuada de los pacientes con infarto de miocardio", remarcan.
Dado que tenían datos de pacientes de casi tres décadas diferentes,
estos científicos también quisieron comprobar si se había producido una
evolución en el pronóstico a corto plazo de los pacientes que llegaban
al hospital con un ataque al corazón.
Sus datos mostraron que las tasas de mortalidad por muerte súbita
cayeron más de un 40 por cierto en el periodo estudiado. "Este descenso
es anterior al uso extendido de desfibriladores, pero coincide con
otros cambios drásticos en el tratamiento de los infartos, como la
prevención secundaria y la terapia de reperfusión [volver a abrir las
arterias obstruidas]", explican.
En sus conclusiones, los autores señalan la importancia de realizar
un seguimiento prolongado de los pacientes que han sufrido un infarto
de miocardio, para evitar complicaciones.
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