Vuelve la fiebre amarilla. No se asuste, pero tome las precauciones. La
fiebre amarilla ya se manifestó de nuevo en localidades de Argentina y
Brasil muy cercanas a la frontera con Paraguay. Están en la primera
línea de riesgo los departamentos de Itapúa, Alto Paraná y Misiones y
hay suficientes vacunas enviadas a esas zonas por el Ministerio de
Salud Pública, junto con una alerta epidemiológica.
La enfermedad atacó con fuerza al país a comienzos de este año y en el
primer cuatrimestre mató a 11 personas según los registros oficiales,
mientras informes extraoficiales mencionan que posiblemente murieron
unas 17. Es decir que no es para tomar en broma. El último caso de la
que se tuvo noticia en el año data de abril pasado.
La alerta fue dada por organismos sanitarios, tanto de Argentina como
del Brasil, a través de la Organización Panamericana de la Salud
(OPS), y aunque ahora el virus ha atacado mortalmente solo a monos,
especialistas del Programa Ampliado de Inmunización (PAI) del
Ministerio de Salud Pública explicaron que entre dicho animal y un
humano hay apenas un mosquito de distancia, por lo que no se debe
restarle importancia a esta nueva situación.
Se cree que de esa misma forma (a través de monos y algunos cazadores
que se adentraron en la selva) llegó la enfermedad a las zonas urbanas
del país durante la epidemia pasada, que movilizó a miles y miles de
ciudadanos hasta los puestos de vacunación.
En la sede central del PAI en Asunción aún se pueden observar cajas de
vacunas antiamarílicas donadas por países amigos, entre ellos Bolivia,
con motivo de aquella emergencia que había llevado a la gente al filo
de la desesperación.
“Urgente”, “De Alta Prioridad”, dicen algunas leyendas que se pueden
leer en dichos embalajes, que son como lemas que la población ha
olvidado rápidamente luego de pasar el peligro. El director del PAI, el
Dr. Carlos Torres, lamentó en declaraciones a este diario la escasa
concurrencia a los puestos de vacunación que se ha dado en los últimos
meses para el caso de la fiebre amarilla.
Más de 2,3 millones de niños, jóvenes y adultos se vacunaron en meses
pasados, pero aún hay alrededor de un millón sin vacunarse y en peligro
real de contagio de la enfermedad.
La muerte de algunos monos es el primer aviso, la primera señal de
alerta, y aún estamos a tiempo para acudir con cierta tranquilidad, sin
empujones ni protestas de por medio, a los centros de vacunación.
No se sabe cuánto tiempo puede pasar a partir de ahora hasta que la
enfermedad llegue de nuevo a los humanos. Puede ser en una semana, en
un mes, dos meses, quizá tres, pero el riesgo ya se instaló y es real.
Aquellos que no se vacunaron todavía, deberían pensarlo. La vacuna es
gratis y hoy está disponible. Esperar hasta última hora puede ser
mortal.
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