Los pacientes que sufren una patología de ansiedad grave, como trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social o ansiedad generalizada, creen tener más alteraciones fisiológicas de las que realmente presentan, según se desprende de una tesis doctoral realizada por la doctora María Isabel Viedma, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada (UGR).
Según este trabajo, entre los principales síntomas que los pacientes
con ansiedad afirman sufrir se encuentran palpitaciones, sudoración,
respiración irregular, temblor de manos y tensión muscular.
No obstante, esta investigación, realizada sobre 83 pacientes con
ansiedad atendidos en el programa de 'Evaluación y Tratamiento de los
Trastornos de Ansiedad' de la Facultad de Psicología, sostiene que la
aplicación de pruebas psicofisiológicas sobre este grupo de personas ha
demostrado que, en realidad, son menos intensos de lo que ellos
experimentan subjetivamente.
Así, y a pesar de que muchos de estos pacientes manifiestan
verbalmente síntomas fisiológicos de gran intensidad en entrevistas y
cuestionarios, cuando se toman medidas reales de estos síntomas, a
través de pruebas psicofisiológicas, resultan hiporreactivos.
Dicho trabajo también revela que los pacientes que sufren una
patología de ansiedad menos grave, como puede ser un temor excesivo e
irracional a un objeto, ciertos animales, espacios cerrados, a las
alturas o a las tormentas, sí muestran una alta reactividad en las
pruebas psicofisiológicas.
Sobre este punto, Viedma apunta en su tesis a la existencia de
una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el
pronóstico del éxito terapéutico, ya que son precisamente los pacientes
con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento
cognitivo-conductual llevado a cabo.
Por ello, este trabajo afirma que la presencia de síntomas
fisiológicos es un buen predictor de mejora en pacientes con trastornos
de ansiedad.
PREVALENCIA
Según apunta esta investigadora, los trastornos de ansiedad
representan el problema psicopatológico de mayor prevalencia entre los
países industrializados. De hecho, la prevalencia de las fobias
específicas oscila entre el 8,8 y el 12,5 por ciento de la población
general, según estadísticas estadounidenses.
Aunque pocas personas que manifiestan temores específicos entran
en la categoría de fóbicos, para casi el 11 por ciento de estas
personas, sus temores son lo bastante graves como para afectar a sus
vidas de una forma significativa.
La investigadora destaca que, a la luz de los resultados de su
investigación, "queda demostrado" que en la evaluación clínica de la
ansiedad patológica no sólo deben realizarse pruebas cognitivo-verbales
y conductuales (compuestas tradicionalmente por entrevistas y
cuestionarios), sino también pruebas psicofisio-lógicas.
"Nuestra investigación tiene importantes implicaciones clínicas
en relación al diagnóstico y pronóstico del éxito terapéutico, así como
en el diseño de estrategias de intervención más eficaces en el ámbito
de los trastornos de ansiedad", señala esta experta en una nota.
Parte de las conclusiones de esta investigación han sido
presentadas recientemente en congresos nacionales e internacionales
como los organizados por la Sociedad Española de Psicofisiología (SEPF)
y la Society for Psychophysiological Research (SPR), entre otros.
Esta investigación ha estado dirigida por los profesores Jaime
Vila y María del Carmen Fernández-Santaella, del departamento de
Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Para llevarla a
cabo, se trabajó con 83 pacientes diagnosticados de alguno de los
siguientes trastornos de ansiedad: trastorno de pánico con y sin
agorafobia, ansiedad social, ansiedad generalizada y fobias específicas.
Todos ellos fueron atendidos en el programa de 'Evaluación y
Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad' de la Unidad de Psicología
Clínica de la Facultad de Psicología.
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