Las pruebas mostraron que las paredes de la arteria carótida eran tan gruesas como las de una persona de mediana edad.
Hoy día los niños de 13 años parecen de 45, al menos en lo que respecta a sus arterias. De
acuerdo con la investigación presentada el martes en las sesiones
científicas anuales de la American Heart Association en Nueva Orleáns,
los adolescentes obesos tenían arterias similares a las de una persona
tres décadas mayor. "Estos datos ilustran aún más los efectos
perjudiciales potenciales de la obesidad y los factores de riesgo
relacionados, sobre todo los componentes del síndrome metabólico, en la
enfermedad cardiovascular infantil", advirtió el Dr. Carl Lavie,
director médico de rehabilitación y prevención cardiaca del Laboratorio
de pruebas de esfuerzo del Instituto Cardiovascular Ochsner de Nueva
Orleáns. E incluso más allá de los resultados de este estudio,
"está claro que la obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo
de la enfermedad cardiovascular prematura entre los más jóvenes",
apuntó la Dra. Catherine McNeal, profesora asociada de medicina interna
y profesora asistente de pediatría en el Colegio de medicina del Centro
de ciencias de la salud de la Universidad A&M de Texas, y pediatra
del Hospital Scott & White de Temple. Según una medida de
calificación, la obesidad de los adolescentes de sexo masculino es un
factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular más importante que
el tabaquismo, enfatizó McNeal. La obesidad y los problemas de salud relacionados constituyen una cuestión apremiante en la mayoría de los países. "Sin
duda, la preocupación en torno a la epidemia de la obesidad en EE. UU.
es considerable, dado que los niños son cada vez más sedentarios, ven
cada día más televisión, juegan videojuegos y se pasan una buena parte
del tiempo frente a la computadora en lugar de hacer actividad física
al aire libre", apuntó Lavie. "De hecho, existe la preocupación de que
si la epidemia de obesidad actual continua [y en realidad tal parece
que empeora], veremos pronto el final abrupto de las mejoras alcanzadas
en la esperanza de vida en Estados Unidos". Los investigadores
de la Facultad de medicina de la Universidad de Missouri-Kansas City
(UMKC) y el Hospital infantil Children's Mercy utilizaron la tecnología
de ultrasonido para medir el grosor de las paredes interiores de las
arterias carótidas, ubicadas en el cuello, en 70 niños de alto riesgo
de 6 a 19 años. El grosor íntima-media carotideo (CIMT, por
sus siglas en inglés) es una medida de la arteriosclerosis, la
acumulación de grasa dentro de las arterias que con el tiempo puede
estrangular los vasos sanguíneos, causando un ataque cardiaco o
accidente cerebrovascular. "En general, los niños tienen un
CIMT más pequeño que los adultos, pero este grosor aumenta con la
edad", explicó Lavie. "En los adultos, el CIMT está correlacionado con
el riesgo de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular, por lo que es
ampliamente sabido que tener un CIMT más fino es lo preferible". La
edad media de los participantes era 13 años, la mayoría eran blancos y
cerca de la mitad varones. El 57 por ciento tenía un índice de masa
corporal (IMC) por encima del percentil 95 para su edad. En
promedio, la "edad vascular" de los participantes, es decir la edad a
la que este nivel de grosor sería normal, era tres décadas mayor que su
edad cronológica. Los niños que eran obesos y tenían altos
niveles de triglicéridos en sangre (los triglicéridos son un tipo de
grasa) eran más propensos a tener una edad vascular avanzada. McNeal
declaró que valía la pena subrayar que el estudio era pequeño y que
carecía de algunos datos estadísticos, lo que no le permitía afirmar
que los hallazgos son concluyentes. En cualquier caso, los
investigadores sí necesitan determinar si adelgazar y adoptar estilos
de vida más saludables pueden corregir estos problemas. Otras
investigaciones lo han sugerido. "La prevención empieza en la
etapa prenatal, con la educación de madres y padres sobre las
necesidades nutricionales en la crianza del bebé y de los niños",
apuntó McNeal. "La mayoría de los padres jóvenes no comprenden la
importancia de los requisitos nutricionales de un niño, por lo que no
proporcionan a sus hijos una ingesta calórica balanceada según las
necesidades de energía. . . Un estudio de hace unos dos años sugirió
que esta generación de jóvenes será la primera que no vivirá más que
sus padres". Más información Visite Alliance for a Healthier Generation para más información sobre los niños y la enfermedad cardiaca.
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