Científicos británicos anuncian haber desarrollado un procedimiento que podría ayudar a controlar la respuesta inmunitaria que causa la enfermedad.
Una técnica de ingeniería genética desarrollada por el Laboratorio
de Biología Molecular de Cambridge (Reino Unido) podría ayudar a
controlar la respuesta inmunitaria causante de la artritis reumatoide.
Los resultados de un estudio realizado en modelos animales muestran que
la terapia fue capaz de inhibir, e incluso revertir, la enfermedad. El
trabajo se publica en "PLoS Biology".
Los autores comentan que la artritis reumatoide se produce cuando
el sistema inmunitario ataca los tejidos sanos del organismo. Los
investigadores han descubierto un posible método para controlar estas
respuestas inmunitarias dañinas y desarrollar así una terapia eficaz
para esta enfermedad.
Las células inmunitarias se producen para reconocer material
extraño, o antígenos, entre los que se incluyen las bacterias, y así
activar una respuesta contra ellos. Las células que desarrollan una
reacción contra otras células del propio organismo suelen ser
destruidas, pero si sobreviven a este filtro, son controladas por otras
células reguladoras.
Una molécula clave en este sistema de control del sistema
inmunitario es Foxp3. Las personas que carecen del gen que la codifica
o tienen versiones mutadas carecen de regulación inmunitaria o su
funcionamiento es anómalo, lo que provoca la enfermedad autoinmune.
Los autores produjeron genéticamente una forma artificial de Foxp3
que puede hacer que las células inmunitarias se conviertan en células
reguladoras y sean capaces de suprimir la respuesta inmunitaria.
Según explican, "hemos generado una forma modificada de Foxp3 que
puede ser introducida en las células inmunes utilizando técnicas de
ingeniería genética y ser activada con una simple inyección. Cuando la
administramos y activamos en modelos animales de artritis, las células
modificadas inhibieron o incluso dieron marcha atrás al proceso de la
enfermedad".
La próxima tarea en la que trabajan es en descubrir los mecanismos
moleculares que participan en el funcionamiento de Foxp3 y trasladar su
método experimental a células humanas.
"Primero desarrollaremos un factor Foxp3 humano y después
evaluaremos su funcionamiento en modelos humanos de artritis",
explican. Para ser viable como terapia, estas células reguladoras deben
cumplir criterios como que el tejido sea compatible con el paciente,
bloquear sólo la enfermedad a la que se dirige y no todo el sistema
inmunitario, y tiene que alcanzar sólo los tejidos enfermos.
"Si Foxp3 funciona como un activador clave del desarrollo en las
células inmunes humanas, tiene el potencial para abrir una nueva vía de
desarrollo de terapias que podrían transformar el tratamiento de la
artritis de forma sustancial", concluyen los investigadores.
PLoS Biol 2008;6(11): e276 doi:10.1371/journal.pbio.0060276
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