Es muy conocido que el placebo a veces puede ofrecer una respuesta tan efectiva como el tratamiento; sin embargo, existen algunas personas que responden mejor a este efecto. Para saber qué características las diferencian, investigadores de la Universidad de Uppsala y de Gotemburgo, en Suecia, han analizado si sus genes tienen algo que ver.
Los investigadores, que han publicado sus conclusiones en Journal of Neuroscience analizaron
a 108 sujetos con fobia social mediante tomografía de emisión de
positrones (PET). A estas personas se les ofreció un tratamiento que
moderaba su ansiedad y se observó cómo afectaba el tratamiento a su
actividad mental. A un cuarto de los participantes se les dio placebo
en vez del tratamiento. Antes y después de las ocho semanas
de terapia, a los participantes se les pidió que hicieran una
presentación en público -algo que para ellos era bastante estresante-
mientras que se monitorizaba su actividad mental. Se vio que un 40 por
ciento del grupo que recibió placebo obtuvo el mismo descenso en su
ansiedad que los que tomaron la medicación. Los investigadores
se centraron en este grupo y observaron que la actividad de su amígdala
en el lóbulo temporal era menor a la del resto de personas del estudio.
Se sabe que la amígdala es una zona vital en el cerebro humano para
interpretar las reacciones emocionales. Tanto los fármacos que
intervienen sobre la serotonina, como la terapia cognitiva muestran
cambios en este área. “El placebo parece tener en estas
personas un efecto similar a los activadores de la serotonina”, afirma
Tomas Furmark, del departamento de Psicología de la Universidad de
Uppsala y autor principal del trabajo. Los autores del
estudio también analizaron en estas personas dos genes que influyen en
la reabsorción y síntesis de la serotonina en el cerebro (el gen
trasportador de la serotonina y el gen triptophan hydrosilasa-2). Este
estudio mostró que sólo los individuos con ciertos alelos de esos genes
conseguían una moderación en la activación de la amígdala. Entre los
dos, los que portaban las variantes del gen triptophan hydrosilasa-2
mostraron más acusadamente la disminución de la ansiedad después de
tomar placebo.
“Estos hallazgos pueden afectar seriamente
al diseño de estudios, ya que las posibilidades de un tratamiento
frente al placebo dependerán de las variantes genéticas de los
individuos que se han incluido en la investigación, por lo menos en los
fármacos que intentan reducir la ansiedad”, explica Tomas Furmark.
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