El profesor Luc Montagnier, uno de los premios Nobel de Medicina de
este año, dijo hoy en una entrevista con EFE que el sida puede llegar a
ser a corto plazo una "infección como cualquier otra", que se cura, una
vez que se consiga una vacuna terapéutica, lo que podría ocurrir en
unos 5 años.
Montagnier explicó que desde hace unos diez años
están trabajando en esta vacuna terapéutica en el Instituto Pasteur, de
París, y que está aún en la fase preclínica, por lo que necesitan otros
4 ó 5 años de trabajo.
"Una vez que se encuentre
la mejor fórmula de vacuna terapéutica podemos transformarla en vacuna
preventiva, no es tan difícil", afirmó el profesor francés, de 76 años,
quien agregó que después habrá que "cambiar la presentación de
antígenos" porque "hay que obtener una inmunización de mucosas". Algo, reconoció, que "es fácil de hacer pero no de probar". No
obstante, indicó que la vacuna terapéutica "es una esperanza seria" de
poder "reforzar el sistema inmunitario de forma que pueda controlar el
virus". Al respecto explicó que en la actualidad
hay medicamentos que permiten a muchos pacientes vivir con la
enfermedad pero que no la curan, por lo que la investigación debe
centrarse en encontrar terapias complementarias que permitan erradicar
la infección. Y es posible erradicarla "si
conseguimos por un lado analizar el virus que resiste el tratamiento,
que se esconde, dónde se esconde, cuál es su naturaleza". Por
otro lado, hay que poder contar con una "restauración total del sistema
inmunitario porque hay gente infectada por el virus que lo controlan
por la respuesta de su sistema inmunitario" pero son una proporción muy
pequeña de los afectados, de apenas entre el 1 y el 2 por ciento. De
ahí la importancia de conseguir "un control inmunitario en la mayoría
de las personas afectadas", lo que pasa necesariamente por "reforzar la
respuesta inmunitaria". Porque en la historia de
la medicina "no ha habido ningún ejemplo de enfermedad infecciosa que
se haya curado sólo con la administración de productos químicos o de
antibióticos. El sistema inmunitario siempre tiene que terminar el
trabajo", explicó. Y el principal problema del Sida es "precisamente que el sistema inmunitario es muy débil, incluso después de una terapia". Si ese refuerzo del sistema inmunitario se logra a través de la vacuna terapéutica, se podría erradicar la enfermedad, señaló. Siempre
teniendo en cuenta que "cuando hablamos de erradicación no hablamos de
erradicación física, siempre puede quedar un poco, sino de erradicación
funcional", lo que supone que "no hay bastante virus para provocar
daños". "La persona podría convertirse casi en seronegativa" y, si esto se consigue, será la prueba de que el tratamiento ha funcionado. Montagnier
resaltó además que, frente a los actuales tratamientos, que son caros y
de por vida, "una vacuna son tres inyecciones como máximo". En
su opinión es la única solución para acabar además con el miedo de las
personas que no se hacen la prueba de detección del virus porque
actualmente no hay un tratamiento que cure. Pero
con la vacuna y una esperanza de curación real, mucha gente de las que
ahora viven con el VIH sin saberlo -alrededor del 70 por ciento de los
infectados-, se harían las pruebas. De esa vacuna
terapéutica se beneficiarían primero las personas que están en las
primeras fases de la infección. Se les administrarían tres inyecciones
y se pararía el tratamiento. Si la vacuna
funciona, el tratamiento ya no es necesario y el virus, por tanto, no
reaparece, por lo que "éticamente es muy aceptable ya que el enfermo no
arriesga nada". Un proyecto ante el que el
profesor Montagnier se muestra optimista e ilusionado y que podría ser
la culminación a décadas de trabajo dedicadas al Sida. Junto
a la profesora Françoise Barré-Sinoussi, de 61 años, Montagnier aisló
por primera vez el virus del VIH, en 1983, logro por el que ambos
recibirán mañana el premio Nobel de Medicina de este año -junto al
alemán Harald zur Hausen por descubrir la conexión entre el papiloma
humano y el cáncer cervical. Galardón con el que
se reconoce el trabajo de todo el equipo del Instituto Pasteur y la
contribución de investigadores extranjeros, principalmente
norteamericanos, dijo Montagnier. "En mi opinión
es un signo fuerte del interés que el premio Nobel tiene por esta
enfermedad, que continúa estando presente por todos lados,
principalmente en África" y que "no debe ser olvidada por las nuevas
generaciones".
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