Los pacientes de la enfermedad de Parkinson a quienes les implantaron
electrodos en el cerebro mejoraron sustancialmente más que los que sólo
tomaron medicamentos, según el mayor experimento hasta la fecha de
estimulación cerebral profunda.
El estudio, que observó a los pacientes durante seis meses, ofrece las
noticias más alentadoras para los que padecen Parkinson. La nueva
técnica redujo los temblores, la rigidez y la sacudida de los miembros
y permitió a los sujetos moverse más libremente durante casi cinco
horas más por día.
Pero la investigación también reveló riesgos mayores a lo anticipado.
Un 40% de los pacientes que recibieron esos "marcapasos cerebrales"
padecieron serios efectos secundarios, incluyendo un número
sorprendente de caídas con lesiones.
"Tuvimos un paciente que se sintió tan bien que subió a reparar su
tejado, se cayó y se fracturó ambas piernas", dijo el autor principal
Fran Weaver, del Hospital Hines para Veteranos, en las afueras de
Chicago. "Los pacientes están sintiendo tal mejoría que se olvidan de
que tienen Parkinson".
Esa enfermedad no tiene cura. Los pacientes sufren de temblores cada
vez más intensos y periódicamente de rigidez en los miembros a medida
que su cerebro deja de producir dopamina, una sustancia química
necesaria para los movimientos. Pueden tener dificultades para caminar,
hablar y escribir, y suelen luchar contra la depresión.
Los tratamientos usuales incluyen fármacos para estimular la producción
de dopamina. Pero con el tiempo, los medicamentos pueden producir
movimientos temblorosos que son tan preocupantes como los de la
enfermedad que combaten.
Con el sistema de la estimulación cerebral profunda, que fue aprobado
por la Administración de Alimentos y Medicinas en el 2002 para el
Parkinson avanzado y que se ha practicado en miles de pacientes, un
cirujano implanta electrodos en el cerebro, que después se conectan con
un dispositivo parecido a un marcapasos que puede ajustarse, encenderse
y apagarse. Ese mecanismo, implantado debajo de la clavícula o en el
abdomen, envía pequeños impulsos eléctricos al cerebro para desactivar
las células nerviosas hiperactivas.
Las nuevas conclusiones son publicadas en la edición del miércoles de
la revista de la Asociación Médica Estadounidense. Los investigadores
estudiaron a 255 pacientes de Parkinson avanzado en siete hospitales de
veteranos y seis universitarios. A los pacientes se les asignó al azar
la intervención quirúrgica junto con la medicación estándar, o la
medicación sola.
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