Investigadores del Hospital Gregorio Marañón y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental han descubierto que los adolescentes con un primer brote de psicosis tienen un menor volumen de sustancia gris en comparación con jóvenes sanos.
Los autores del estudio han comparado los cerebros de personas sanas
con los de jóvenes psicóticos desde la infancia o en la adolescencia.
El trabajo, que se publica en el último número de Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry,
ha analizado una muestra de 121 jóvenes entre 7 y 18 años. Fueron
sometidos a una resonancia magnética para registrar sus cambios en su
estructura del cerebro. El estudio analizó a personas con
esquizofrenia, trastorno bipolar y otras con diversos trastornos. “Lo
interesante es descubrir qué alteraciones comunes tienen dos tipos de
psicosis que se diferencia clínicamente, como la esquizofrenia y el
trastorno bipolar, para mejorar el diagnóstico de estas enfermedades”,
ha explicado Santiago Reig, del Laboratorio de Imagen Médica del
Hospital Gregorio Marañón.
Los resultados del trabajo
confirman un menor volumen de la sustancia gris que es donde se
concentran las células neuronales en los enfermos. Este déficit, común
en el grupo de esquizofrenia y trastorno bipolar tipo I, supone que la
función que realiza esa parte del cerebro está de alguna manera
atrofiada.
Los autores han utilizado una técnica que
precisa la localización de estas alteraciones en el cerebro; por
ejemplo, “los pacientes con brotes psicóticos tempranos (antes de los
18 años) tienen alteraciones en la zona de la circunvolución media
prefrontal del cerebro, que es la encargada de los procesos de
cognición y de regulación de sensaciones”. En opinión de Reig,
todo lo que permita ver alteraciones comunes en distintas patologías
puede ayudar a desarrollar fármacos y encontrar rasgos comunes en las
distintas patologías. Este tipo de resultados son fundamentales para el
diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad”.
No
obstante, no se puede establecer una relación causal entre alguna
alteración en esta zona y la aparición de patología mental, ya que para
el diagnóstico suele ser más complejo. De todos modos, esta
investigación refleja que la mayoría de las personas con esquizofrenia
y trastorno bipolar tipo I sufren déficit de materia gris.
“Todavía
no sabemos si la pérdida se debe a la enfermedad o no”, dice Reig, que
afirma que “quizá relacionando éste con otros hallazgos se pueda
completar algún día el puzle de las enfermedades psiquiátricas”.
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