Los pacientes infectados por el virus de la hepatitis C (VHC) que necesitan un trasplante de hígado no deberían recibir un órgano con niveles elevados de grasa, según un estudio del Hospital Universitario Reina Sofía, de Córdoba, que se publica en Liver Transplantation.<
Un equipo del Grupo de Trasplante Hepático y Cirugía Hepatobiliar del
Hospital Universitario Reina Sofía, de Córdoba, abrió en 1997 una línea
de investigación sobre cómo evolucionan los pacientes que reciben un
trasplante de hígado de personas conocidas como donantes con criterios
expandidos, es decir, los que pueden donar sin ningún tipo de problema,
pero cuyas condiciones no son las mejores por ser mayores, padecer
obesidad o cualquier otra condición.
Este mes presentan los
resultados de un estudio que se publica en el último número de la
revista Liver Transplantation centrado en los problemas que pueden
padecer los trasplantados con un hígado, que a su vez están infectados
por el virus de la hepatitis C (VHC) y que reciben un hígado con
niveles elevados de grasa.
Después de estudiar más de 120 casos
entre 1995 y 2005, Javier Briceño y Rubén Ciria han llegado a unas
conclusiones contundentes e importantes sobre cómo evoluciona la lista
de personas que esperan un trasplante de hígado y que tiene mucho que
ver con la edad media de los donantes.
"Cada vez existe una
mayor necesidad de trasplantes de hígado para pacientes que padecen
hepatitis C, mientras que cada vez más los donantes que encontramos
tienen unas condiciones peores, porque son mayores o llevan mucho
tiempo en cuidados intensivos y no tienen las mejores condiciones". De
todas formas, los autores del estudio quieren mandar un mensaje de
tranquilidad, asegurando que "el enfermo que recibe un hígado, aunque
sea de pacientes con estas características, puede estar tranquilo de
que se le proporciona una opción mejor, pues tiene más esperanzas de
sobrevivir que si sigue en la lista de espera para recibir un órgano de
un paciente joven o con otras condiciones más bneneficiosas".
Además,
este estudio ha demostrado que los pacientes infectados por VHC que
necesitan un trasplante no deberían recibir un órgano con niveles
elevados de grasa y ha concluido que "rotundamente se limite lo máximo
posible el tiempo de isquemia fría cuando el hígado del donante
contenga un porcentaje de esteatosis superior al 30 por ciento y que
dichos injertos se utilicen con precaución en pacientes con hepatitis
C".
Sobrepeso en Occidente Han sido
descritos descensos en las tasas de supervivencia de los receptores de
trasplante hepático por VHC y esto es particularmente problemático
debido a que la hepatitis C es la primera causa de trasplante hepático
en los países occidentales. En algunos de ellos la población de
donantes presenta sobrepeso con mucha frecuencia y, por tanto, tienen
mayor predisposición al hígado graso.
Después de analizar los
120 casos, la esteatosis del hígado donante fue dividida como ausente
entre un 0 y un 10 por ciento, como leve entre el 10 y el 30 por
ciento, moderada entre el 30 y el 60 por ciento y grave en más del 60
por ciento.
Un principio para mejoras futuras El
trabajo realizado por Javier Briceño y Rubén Ciria, al que la revista
Liver Transplantation dedica un editorial, sólo es el comienzo de las
múltiples investigaciones que quedan por realizar para profundizar y
poder mejorar las condiciones de los receptores de trasplantes "donde
cada vez se lleva a cabo una política más agresiva, dado que en quince
años se han multiplicado por siete las necesidades de trasplantes, lo
cual fuerza cada vez más a utilizar órganos de personas mayores".
Los
científicos han señalado a Diario Médico que siguen investigando en
cómo modificar la carga de virus C y de ARN viral en función del uso de
donante con criterios expandidos.
Los investigadores apuestan
por abrir líneas de ensayo para que el receptor de un hígado de una
persona con criterios expandidos pueda tener las mejores condiciones y
la mayor esperanza de vida, "controlando, por ejemplo, los parámetros
inflamatorios y los fármacos que se utilizan".
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