Especialistas en Neurocirugía y Neurología de los hospitales Clínico de Valencia y Clínic de Barcelona han implantado por primera vez un dispositivo recargable para la estimulación cerebral profunda. El dispositivo permitirá reducir el número de operaciones de sustitución de batería a las que se sometían los pacientes con enfermedades como el Parkinson, la distonía y el temblor esencial.
El aparato ha sido fabricado por la empresa Medtronic, según informaron hoy las entidades en un comunicado.
Los equipos de expertos de los centros han intervenido a dos pacientes
con distonía, enfermedad neurodegenerativa que provoca contracciones
sostenidas de músculos en una o más partes del cuerpo, causando
retorcimientos o torsiones de las partes afectadas.
Según explicaron, hasta ahora los dispositivos utilizados tenían una
vida útil de cuatro años --dos en el caso de la distonía--, por lo que
el paciente debía ser intervenido para la implantación de un nuevo
neuroestimulador. Sin embargo, este neuroestimulador permitirá que los
enfermos no serán operados hasta pasados nueve años y además la
tolerancia es mayor, por lo que el riesgo de formación de úlceras
disminuye de forma considerable.
Asimismo, según
subrayaron, los pacientes tendrán un mayor control de su función
motora, ya que, tan sólo pulsando un botón --dentro de los parámetros
fijados por el médico--, podrán ajustar la terapia según sus
necesidades.
REDUCE EL COSTE
Otra de las
ventajas que destacaron es la reducción del coste sanitario, pues
disminuyen las intervenciones y el número de neuroestimuladores. Así,
por ejemplo, los pacientes con Parkinson pueden ver reducida la
medicación requerida para controlar su enfermedad con este tipo de
terapia, denominada estimulación cerebral profunda (DBS, en sus siglas
en inglés).
La estimulación cerebral profunda trabaja
mediante la estimulación eléctrica de estructuras diana en el cerebro,
el núcleo subtalámico (STN) o el globo pálido interno (GPi), que
controlan el movimiento y las funciones musculares. Un electrodo con
cuatro polos minúsculos se implanta quirúrgicamente en el cerebro y es
conectado mediante una extensión que va por debajo de la piel a un
neuroestimulador implantado en la zona abdominal, y el estímulo
eléctrico se puede ajustar de manera no invasiva, de forma telemétrica
hasta alcanzar las necesidades individuales de cada paciente.
Poco tiempo después de la cirugía el paciente vuelve a ver a su médico
para empezar con la programación inicial del neuroestimulador. Según
explicaron, de esta forma se optimizará el control de los síntomas de
la enfermedad para minimizar los efectos secundarios. Asimismo, para
ajustar el estímulo se utiliza un programador que comunica con el
dispositivo vía radiofrecuencia, una forma no invasiva e indolora, que
tiene por objetivo cubrir las necesidades de cada paciente en el
control de sus síntomas.
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