Diferentes estudios han demostrado que la efectividad de dichos
análisis no es lo suficiente, por tal razón, se deben estudiar nuevas
alternativas para el tratamiento de estas enfermedades.
Próstata: sí, hasta nuevo aviso
Como el cáncer de próstata es el tumor más
común entre los hombres (el 46 por ciento de los varones entre los 60 y
los 70 años lo padece), hasta hace no mucho tiempo toda campaña de
salud preventiva dirigida a ellos los conminaba a someterse a un tacto
rectal a partir de los 40 años.
La evidencia disponible era clara en decir
que este permitía hallar tumores o anomalías en etapas tempranas e
iniciar tratamientos a tiempo.
Trabajos más recientes encontraron que la
sensibilidad y la efectividad de esta prueba -considerada el
equivalente masculino de la citología femenina- en la búsqueda de
tumores deja mucho qué desear; otros fueron más allá y concluyeron que
detectarlos precozmente tampoco prolonga la vida de los pacientes.
Aunque la falta de consenso ha llenado de
dudas a los propios especialistas, la Sociedad Americana de Cáncer y el
Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos siguen recomendando su
práctica anual desde los 40 años, hasta nuevo aviso.
Mientras tanto, los científicos se esmeran
por buscar alternativas. Las mayores esperanzas estaban puestas en
pruebas como la medición en sangre del antígeno específico de la
próstata, que Colombia incluyó en sus planes de beneficios (POS); se
sabe que no siempre logra diferenciar con exactitud un cáncer de una
hipertrofia benigna en este órgano, razón por la cual distintos grupos
de investigadores, entre ellos de la Universidad de Washington, está
buscando nuevas formas de hacer más precisa esta medición.
¿Mamografía o resonancia?
La mamografía es considerada vital
para hallar y tratar a tiempo tumores en la mama. Pese al consenso,
nuevos estudios han venido sugiriendo que las imágenes por resonancia
magnética (RM) son más eficaces que la mamografía en la detección de
cáncer de seno.
Chistiane Kuhl, radióloga y autora de la
investigación, causó revuelo hace dos años cuando dijo en plena
conferencia anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (Asco,
por sus siglas en inglés), que la RM era capaz de descubrir un 40 por
ciento más de lesiones que no podían verse con la prueba tradicional:
"El 78 por ciento de ellas, de acuerdo con las biopsias llevadas a
cabo, clasificaron en la categoría más agresiva", dijo la científica
alemana en su momento.
A lo dicho por Kuhl han ido sumándose,
poco a poco, nuevas evidencias, lo cual ha motivado una gran discusión
entre los especialistas que defienden a ultranza la mamografía (cuya
práctica bianual se recomienda en Colombia para las mujeres mayores de
50 años) y quienes aseguran que debería ser remplazada por la RM.
La comunidad médica, que está a la espera
de evidencias más contundentes antes de emitir un juicio (y que discute
todavía acerca de si debe ordenarse con regularidad a partir de edades
tempranas), se ha visto enfrentada a otro debate mayor: aunque
autoridades de salud, como el Colegio Americano de Médicos, consideran
que la autoexploración mensual de la mama para buscar anomalías o masas
debe ser norma entre las menores de 50 años, la Organización Mundial de
la Salud (basada en informes de expertos en el tema) insiste en que no
hay pruebas suficientes que confirmen que el autoexamen reduzca la
mortalidad por este mal.
Se trata de una discusión de marca mayor,
pues tal y como ocurre con el examen de la próstata, la recomendación
de que las mujeres palpen sus senos periódicamente está incluida en
toda campaña preventiva del cáncer de seno.
La citología es indispensable
Se ha demostrado que hallar
precozmente un cáncer de cuello uterino es determinante en las
posibilidades de cura y reducción de la mortalidad entre las afectadas.
Todas las mujeres con vida sexual activa deben someterse a ella cada
uno, dos o tres años (eso depende de los resultados y de la
recomendación del médico), por lo menos hasta los 65 años de edad.
En países como Estados Unidos su práctica
masiva permitió a su sistema de salud llegar a niveles tan bajos de
cáncer de útero -un mal causado por el virus del papiloma humano, que
se transmite por vía sexual- que casi puede considerarse erradicado.
Lo curioso es que países como Colombia,
donde la citología es gratuita desde hace años, esta enfermedad es la
principal causa de muerte por cáncer entre las mujeres. Cada año se
diagnostican alrededor de 5.000 nuevos casos y cerca de 2.300 mujeres
mueren por este mal.
Para colmo un análisis hecho por el
Instituto Nacional de Salud el año pasado a la cadena de toma,
procesamiento y lectura de citologías en distintas IPS del país,
encontró que los resultados de por lo menos el 10 por ciento de ellas
no eran confiables.
Este hallazgo coincidió con estudios que
han puesto en entredicho el valor de la citología, dado el número de
diagnósticos erróneos que produce. Sin embargo, el propio Instituto
concluyó que el problema radica, principalmente, en que se cometen
fallas durante la toma de las muestras y en su análisis. En otras
palabras, el problema no sería de la citología en sí misma sino de
problemas con el control de calidad, lo cual puede mejorarse. Eso
salvaría miles de vidas, tal y como ocurre en países desarrollados.
Las autoridades de salud, apalancadas en
los beneficios que la citología ha aportado en materia preventiva,
siguen aconsejando su práctica regular y masiva.
Otros casos
Las dudas que se tejen en torno a
la certeza de las pruebas diagnósticas también afectan otras
patologías, como el cáncer de boca, pues se discute si lo detectan
mejor los médicos o los odontólogos; también hay debate sobre si es
mejor, para detectar lesiones malignas en el pulmón, una radiografía
bien leída o una fibrobroncoscopia, y si en realidad se cuenta con una
prueba específica para detectar el cáncer de páncreas, pues los
exámenes rutinarios solo detectan el 12 por ciento de los casos.
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