En la mañana de ayer la clase médica y muchos ciudadanos gallegos se
vieron sorprendidos, a través de los medios de comunicación, por una
infausta noticia: la del fallecimiento del Dr. Julio Souto Bóo
prestigioso y muy estimado cirujano.
Alumno de la Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago,
donde se licenció en 1960, fue compañero de promoción, entre otros, del
asimismo ilustre cirujano y destacado profesor y académico Joaquín
Potel Lesquereux con el que coincidió además, ambos como alumnos, en el
servicio del Prof. Puente Domínguez, maestro de tantos que luego
habrían de ser representantes señeros de la "Escuela Quirúrgica
Gallega". Por entonces Julio Souto, ya con una clara vocación hacia la
patología digestiva, frecuentaba la consulta de D. José Luís Puente en
el desaparecido Hospital Clínico de Santiago, sito en la calle de
Galeras. Concluida la carrera, Souto Bóo marchó a Santander en cuyo
renombrado Hospital de Valdecilla hizo la especialidad en Cirugía
General y Digestiva bajo la férula del Dr. Abilio Barón y su equipo.
Terminada su formación regresó a Compostela y abrió una
clínica-sanatorio privada a la que, desde entonces, dedicó sus mejores
afanes.
Enamorado de la técnica operatoria, le gustaba mucho
operar y lo hacía con la mayor dedicación, meticulosidad y entusiasmo,
era muy sensible, cariñoso y próximo con los enfermos, atento incluso a
no quebrantar su capacidad económica con honorarios imposibles para la
misma. Reinvertía continuamente sus beneficios: mejoras en el
instrumental; en los aparatos diagnósticos, que siempre renovaba:
endoscopios, ecógrafos, etc, sin olvidar las infraestructuras generales
de la clínica-sanatorio.
Personalmente tuve el gusto de frecuentarlo
bastante entre los años 1972 a 1982, periodo convivido en los afanes de
la Academia Médico-Quirúrgica Compostelana de la que también formaron
parte los doctores Antonio Pensado, Luís Bugallo, Jesús Suárez López,
Rogelio Abraldes, Julio Fernández Pintos, Ramón Díaz Barros, Luís
Baltar, Gustavo Docampo, Fernando Serrano, José Antonio de la Torre,
Ángel Belmonte, Martínez Rumbo, Jacobo Maiz, etc. Fueron momentos de
los que conservo particularmente, en el recuerdo uno singular: la
creación del Museo Médico Compostelano, instalado en locales del
Colegio Médico Comarcal de Santiago, cuya inauguración se hizo
solemnemente el día 5 de diciembre de 1975. Vi operar a Julio
en diversas ocasiones. Una de ellas, en el sanatorio Álvarez Álvarez me
sorprendió particularmente. Se trataba de una compleja colostomía, por
cáncer, en la que apuró al límite, con la mejor técnica, la limpieza de
los ganglios linfáticos a efecto de evitar las indeseables metástasis.
Me impresionó su serenidad y la responsable dedicación al caso.
Competente desde el punto de vista médico-quirúrgico; afable con sus
pacientes; simpático y cordial con los amigos; padre y marido ejemplar
que tuvo en su siempre sonriente esposa, Amalia, la mejor y más plena
colaboración, su muerte nos ha dejado un poco huérfanos a todos los que
le conocíamos. Vaya para ti el mejor deseo en tu nueva vida donde sin
lugar a duda, por tus buenas obras con el prójimo y tu recto proceder
como persona, el Apóstol Santiago te recibirá a las puertas del
Paraíso. |