El papiloma, la hepatitis B y el virus Epstein-Bar engañan al sistema inmune
Un 15% de los casos de cáncer están relacionados con un virus. Pero no
todas las personas infectadas acaban desarrollando un tumor maligno. El
proceso maligno se inicia en aquellas casos en que el patógeno consigue
modificar su propio material genético para burlar a las defensas del
organismo, según los resultados de un estudio que publica Genome Research,
dirigido por Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y
Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica (IDIBELL)
y del Institut Catalán de Oncología (ICO) e investigador ICREA.
Los investigadores han analizado más de 500 muestras de tejidos
infectados por los principales virus oncogénicos: el virus del papiloma
humano, causa necesaria para la aparición de cáncer de cérvix; el virus
de la hepatitis B, relacionado con la aparición del cáncer de hígado; y
el virus de Epstein-Barr, causa de algunos tipos de linfoma. Los han
recogido en tres grupos de población: personas infectadas pero no
sintomáticas, personas que han desarrollado alguna infección o alguna
lesión premaligna, y personas que ya han desarrollado un tumor o un
cáncer asociado. En cada uno de estos tres estadios, el material
genético del virus sufre importantes cambios en su epigenoma. Es decir,
en el patrón de señales químicas -una especie de interruptores-
que hace que sus genes (genoma) se expresen o no. La metilación los
desactiva, y la acetilación los activa. "Cuando el virus entra en el
cuerpo, en los primeros estadios de la infección, se expresa con todos
sus genes porque no está metilado. Así el sistema inmune puede
detectarlo y eliminarlo", explica Esteller. Pero poco a poco, el
virus consigue burlar al sistema inmune. Conforme la infección avanza a
un estado premaligno, los virus van estando más metilados, lo que
significa que sus genes van dejando de expresarse y, por lo tanto, al
sistema inmune le va costando cada vez más detectarlos y atacarlos,
explica Esteller. El virus logra este estado robándole proteínas a la
célula huésped. Las utiliza para tejerse un ropaje bioquímico con el
que camuflarse del sistema inmune. Sin embargo, no esconde su carga
viral, que continúa activa. Cuando el tumor maligno aparece, el virus
no sólo ha conseguido camuflarse totalmente, sino que con el expolio
genético también ha logrado modificar el comportamiento de la célula y
convertirla en cancerígena. ¿Qué hace que estos virus aumenten su
capacidad de engaño? Para tener una respuesta precisa aún será
necesario investigar más, pero ya hay indicios de que por un lado
influyen diferencias genéticas individuales. Y por otro, hay estudios
que indican que algunas exposiciones ambientales facilitan la
metilación. Es el caso de la exposición al tabaco, a dosis de radiación
elevada o los excesos con el sol, explica Esteller. Los malos hábitos
no sólo modifican la epigenética del virus, sino que también debilitan
el sistema inmunitario y facilitan que el virus penetre mejor en la
célula. De hecho, cuando se detecta la presencia del virus de la
hepatitis B y C se utilizan fármacos que refuerzan la actividad del
sistema inmunitario. En el caso del virus del papiloma (HPV), aún no
existe ningún tratamiento efectivo para aniquilarlo, sino que se
aconseja extremar los hábitos saludables para que el sistema inmune se
defienda de la forma más efectiva y acabe con él, explica Silvia
Sanjosé, responsable de la Unidad de Infecciones y cáncer del ICO. En
mujeres, el HPV supone un 55 % de los tumores asociados a infecciones. Según
ambos especialistas, conocer la epigenética de estos virus permitirá
desarrollar tratamientos que eviten la metilación, es decir, que
impidan que el virus robe a su célula huésped proteínas para engañar al
sistema inmune. Esteller cree que estas alteraciones también podrían
estar presentes en virus responsables de otras enfermedades, como la
gripe y el sida. Otras investigaciones muestran que no sólo se
hereda el genoma, sino también su patrón de activación, el epigenoma.
"Creemos que el epigenoma alterado por hábitos tóxicos también podría
heredarse", concluye.
Instrucción de instrucciones
Si el genoma es el libro de la especie, el epigenoma sería las
anotaciones al margen que explican la activación de los genes. En
definitiva, los genes predisponen, pero el epigenoma condiciona que
finalmente actúen o no actúen. Conseguir el mapa completo del genoma
humano supuso un gran paso, pero hasta que no se complete el mapa del
epigenoma no se tendrá el patrón genético de muchas enfermedades y su
relación con el ambiente. El metiloma de los virus (el mapa de
desactivación de los genes) que ahora ha completado el equipo de
Esteller acorta el camino para conseguir una de las piezas del
epigenoma humano: el metiloma humano. "De momento, tenemos fragmentos,
pero no lo tenemos completo". Según el investigador, en menos de cinco
años podría estar listo. Para conseguir el mapa completo del
epigenoma humano, además de las metilaciones también será necesario
completar las acetilaciones (activación de genes) y el comportamiento
de otros elementos, como las histonas, que empaquetan la cadena de ADN. Este
es precisamente el objetivo del consorcio internacional AHEAD, formado
por Estados Unidos y la Unión Europea, en el que también participa
Esteller, y del International Cancer Genome Project, cuyo objetivo es
estudiar la epigenética del tumor.
Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |