Ni siquiera durante el embarazo las mujeres están exentas de riesgo de sufrir un cáncer de mama. Una reciente investigación sobre este tema señala que la gestación no empeora su pronóstico, aunque sí es posible que retrase el diagnóstico del tumor. Médicos y pacientes deben estar atentos para vigilar cualquier posible cambio en la glándula mamaria.
Uno de los trabajos más numerosos sobre este tema hasta la fecha ha
logrado reunir la información de más 652 mujeres con cáncer de mama
menores de 35 años. De ellas, 104 habían sufrido la enfermedad en los
nueve meses de embarazo o en el primer año después de dar a luz (lo que
se denomina cáncer de mama asociado a la gestación). Sus resultados se
han publicado en la revista 'Cancer'.
Al comparar sus datos con los del resto de participantes no
embarazadas, los investigadores del MD Anderson Cancer Center de
Houston (en EEUU), detectaron que el pronóstico de la enfermedad era similar en términos de reaparición de la enfermedad en la misma mama, aparición de metástasis o supervivencia (que rondaba el 64% en ambos grupos).
Sin embargo, tras más de siete años de seguimiento sí observaron que
las mujeres embarazadas tenían más riesgo de que el tumor fuese
detectado en fases más avanzadas debido a un retraso en el diagnóstico.
De las 51 mujeres que desarrollaron el cáncer durante el embarazo
propiamente dicho, sólo 26 de ellas recibieron algún tipo de
tratamiento; a pesar de que existen numerosos estudios previos que
demuestran que estas pacientes pueden recibir quimioterapia a partir
del segundo trimestre sin riesgo para ellas ni para el niño.
"Los cambios que se producen en las mamas [como la
mastitis o la aparición de nódulos] durante el embarazo pueden
entorpecer el diagnóstico", coincide la oncóloga Ana Lluch, del
Hospital Clínico de Valencia. "Por eso deben realizarlo equipos
expertos, no sólo a nivel radiológico (tanto ecografías como
mamografías con protección si es necesario), sino también por parte de
patólogos especializados que sepan interpretar correctamente la
biopsia".
La importancia de recibir tratamiento
De hecho, los investigadores observaron una importante diferencia en
el porcentaje de supervivencia entre las gestantes que sí recibieron
terapias (78,7%) y las que no fueron tratadas (44,7%). Y aunque
reconocen que no es una muestra muy numerosa para sacar conclusiones
definitivas, sí insisten en que sus conclusiones fueron constantes a lo
largo de varias décadas.
Se calcula entre un 0,2% y un 3,8% de los embarazos se complica con la aparición de un cáncer de mama;
sin embargo, los autores advierten que estas cifras podrían aumentar en
los próximos años debido al retraso en la edad de la maternidad y la
aparición de tumores en edades más tempranas. Por este motivo
recomiendan que se tenga en cuenta esta posibilidad durante el
seguimiento y evaluación de las mujeres en estado.
"Médicos de atención primaria y ginecólogos deberían estar
pendientes de los síntomas del cáncer de mama para acelerar el
diagnóstico y facilitar un tratamiento multidisciplinar a tiempo",
apuntan. Se estima que en España se registran al año unos 120 casos de embarazadas con cáncer; el equipo de Ana Lluch ha tratado al menos a 30 de ellas.
"A veces, los propios oncólogos, si no tienen experiencia en estos
casos, tienen miedo a dar el tratamiento", aclara la especialista
valenciana. "Pero la experiencia demuestra que pueden ser operadas sin
problema, incluso con anestesia general, y recibir tratamiento estándar
con quimioterapia después del primer trimestre, incluso con
antieméticos contra las náuseas". Lo único que está desaconsejado son
los fármacos hormonales y la radioterapia; "aunque se pueden aplazar
las radiaciones y administrarlas una vez que el embarazo ha llegado a
término", subraya Lluch.
Existe incluso un registro internacional de los niños que han
recibido quimioterapia intrauterina que permite su seguimiento y que,
hoy por hoy, no ha demostrado ninguna repercusión en su evolución y
crecimiento. "Hay mujeres que incluso desean intensamente darle el
pecho a sus hijos cuando nacen con la mama que conservan".
"El embarazo no es un factor de mal pronóstico, pero sí puede
dificultar el diagnóstico", concluyen los autores del trabajo. "Las
pacientes cuyo tratamiento se retrasa hasta después del alumbramiento
tienen una peor supervivencia que las que lo reciben inmediatamente
después del diagnóstico. El cáncer en menores de 35 años es una
enfermedad ya de por sí agresiva que requiere el manejo por parte de un
equipo multidisciplinar en todas las mujeres; pero sobre todo en
aquellas que están esperando un hijo".
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