Estudio halla que dos o más tazas al día incrementan la protección para las no fumadoras.
El consumo de café parece reducir el riesgo de accidente
cerebrovascular entre las mujeres. Más consumo implica más protección,
según sugieren investigadores españoles y estadounidenses. El
hallazgo proviene de darle seguimiento tanto a los hábitos de consumo
de café como a los incidentes de accidente cerebrovascular entre
decenas de miles de mujeres estadounidenses durante cerca de un cuarto
de siglo. Esto complementa indicaciones preliminares de que el café
también podría ofrece algo de protección para la diabetes sin
incrementar el riesgo de problemas cardiacos. Sin embargo, la
evidencia actual también contiene una nota de advertencia para los
fumadores: El hábito parece contrarrestar cualquier protección que el
consumo a largo plazo de café podría ofrecer. "A mucha gente le
ha preocupado que el café realmente pueda ser un factor de riesgo para
el accidente cerebrovascular que, de hecho, incremente su riesgo",
señaló Rob M. van Dam, coautor del estudio y profesor asistente de la
facultad de medicina de la Harvard y de la facultad de salud pública de
la misma universidad de Boston. "Sin embargo, aquí vimos que al final
podría terminar siendo beneficioso en lugar de perjudicial". Los hallazgos aparecen publicados el lunes en la edición del 3 de marzo de Circulation. Para
explorar las posibles relaciones entre el consumo de café y el riesgo
de accidente cerebrovascular entre las mujeres, los autores analizaron
datos sobre más de 83,000 mujeres con una edad promedio de 55 años que
habían participado en el Estudio de salud de las enfermeras entre 1980
y 2004. Al comienzo del estudio, ninguna tenía antecedentes de
accidente cerebrovascular, enfermedad cardiaca o cáncer. A
partir de las respuestas de las mujeres en siete encuestas sobre
hábitos alimentarios aplicadas durante el estudio, los investigadores
hallaron que el 84 por ciento de las mujeres consumieron al menos un
poco de café cafeinado. De igual manera, la mitad aseguró que consumió
café descafeinado, el 78 por ciento bebía té y el 54 por ciento
consumía bebidas con cafeína. Durante los 24 años del estudio,
hubo cerca de 2,300 accidentes cerebrovasculares. Más de la mitad
fueron isquémicos, que suceden luego de la obstrucción de un vaso
sanguíneo. Beber café no se relacionó ni con el aumento ni con
la reducción del riesgo de accidente cerebrovascular entre las mujeres
que desarrollaron hipertensión, diabetes o hipocolesterolemia. Pero
luego de considerar factores como el consumo de alcohol y cigarrillos,
van Dam y sus colegas hallaron que las mujeres sanas que consumían
entre dos y tres tazas de café cafeinado al día tenían, en promedio, un
riesgo 19 por ciento de menor de algún tipo de accidente
cerebrovascular que las que bebían menos de una taza al mes. Beber
cuatro o más tazas al día redujo el riesgo en veinte por ciento. El
estudio halló que las mujeres que bebían entre cinco y siete tazas de
café a la semana tenían 12 por ciento menos probabilidades de sufrir un
accidente cerebrovascular que las que bebían apenas una. El
equipo luego se concentró en el impacto que podría tener el tabaquismo
sobre la relación entre el café y el accidente cerebrovascular, y anotó
que los consumidores de café con frecuencia también son fumadores. Lo
que hallaron fue sorprendente. Entre las mujeres que nunca habían
fumado o lo habían hecho pero habían dejado de hacerlo, beber cuatro o
más tazas de café al día confería una reducción de 43 por ciento en el
riesgo de todos los tipos de accidente cerebrovascular. Sin embargo,
entre las mujeres que tenían hábitos similares de consumo de café que
también fumaban, el riesgo de accidente cerebrovascular se redujo en
apenas tres por ciento. Sigue sin quedar claro que aspecto
específico del café cumple una función tan importante en la reducción
del riesgo de accidente cerebrovascular. Sin embargo, los
investigadores anotaron que el té cafeinado y las gaseosas no
conllevaron un beneficio similar, lo que implica que podría ser un
componente distinto del café lo que podría tener el efecto protector. Cualquier
que sea el caso, los autores señalaron que ciertas afecciones, como el
insomnio, la ansiedad, la hipertensión y las complicaciones cardiacas,
pueden ser afectadas negativamente por el consumo de café. Advirtieron además que los hallazgos actuales necesitan ser confirmados por investigaciones continuadas. "Este
es un hallazgo bastante preliminar", aseguró van Dam. "Además, estudios
anteriores han sido bastante pequeños. Pero la información que sí
tenemos es muy convincente porque nos sentimos cómodos con no haber
hallado definitivamente ninguna relación entre el consumo elevado de
café y un mayor riesgo de accidente cerebrovascular. Así, las mujeres
puedan seguir tomando café y enfocarse en otras cosas para reducir el
riesgo de accidente cerebrovascular, como realizar más actividad
física, reducir la ingesta de sal y dejar de fumar". El Dr.
Anthony Comerota, director del Centro Vascular Jobst del Hospital de
Toledo (Ohio), describió el grado de beneficio como "de alguna manera
sorprendente". "Lo que no sorprende", dijo, "es el efecto nocivo
de los cigarrillos, que sabemos que es el factor de riesgo más intenso,
quizá además de la diabetes, para el ataque cardiaco y el accidente
cerebrovascular, y para el riesgo general relacionado con el sistema
cardiovascular entre hombres y mujeres". Comerota sugirió que
las investigaciones futuras deberían explorar patrones de actividad
física entre consumidores y no consumidores de café. "Podría haber
patrones de comportamiento que relacionen un aumento en la actividad
física con el consumo de café", dijo, "y sabemos que entre más
actividad física, más reducción del riesgo cardiovascular". Otro estudio de gran tamaño que aparece en la misma edición de Circulation
dio algunas ideas sobre el impacto de la dieta sobre el riesgo de
accidente cerebrovascular. Anotó que las mujeres estadounidenses que
siguen de cerca la dieta mediterránea tradicional (rica en grasas
monoinsaturadas, proteínas de origen vegetal, granos enteros y pescado)
tienen un riesgo mucho más bajo de enfermedad cardiaca y accidente
cerebrovascular. Al igual que la investigación de van Dam, este
estudio, dirigido por Teresa T. Fung del Colegio Simmons y de la
facultad de salud pública de la Harvard en Boston, también se basó en
el análisis de participantes del Estudio de salud de las enfermeras. A
cerca de 75,000 de ellas se les dio seguimiento durante dos décadas
para determinar la manera como sus hábitos alimenticios se relacionaban
con la incidencia de accidente cerebrovascular y ataque cardiaco. Más información Para más información sobre la dieta y la salud cardiaca, visite la American Heart Association.
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