La autoprohibición en la ingesta de alimentos como el chocolate o los frutos secos puede llevar a desarrollar ansiedad por el consumo de esos productos. El libro ¿Qué es el ansia por la comida? da las claves para entenderlo, para saber cómo medirlo y llegar a controlarlo.
Experimentar ansia por la comida es algo habitual en la población
general. "Todas las personas hemos sentido en algún momento de nuestra
vida ansiedad por consumir determinados alimentos -como chocolates, dulces o frutos
secos-, entendiendo que el ansia por la comida es un impulso
irresistible de comer algo en un momento determinado". Así lo ha
explicado a Diario Médico María del Carmen Fernández-Santaella,
profesora de psicología de la Universidad de Granada.
Cuando el
ansia por la comida no es un hábito muy frecuente y no va asociado a
otras motivaciones -como la preocupación por la figura o el peso-, no
tiene por qué generar problemas. Sin embargo, "hay algunos grupos en
los que la ansiedad por la comida puede ser un factor de riesgo importante que hay que controlar.
Nos
referimos, por ejemplo, a personas que tienen trastornos de la conducta
alimentaria, como bulimia nerviosa, anorexia nerviosa, trastorno por
atracón, e incluso obesidad. En estos grupos, el ansia es más frecuente
y más intenso que en la población general".
Fernández-Santaella,
junto con Silvia Moreno, profesora de la Universidad de Jaén, y Sonia
Rodríguez, profesora de la Universidad de Granada, acaban de publicar
en la editorial Pirámide el libro ¿Qué es el ansia por la comida?
En la obra se recogen algunos de los datos más importantes obtenidos
por las autoras durante nueve años de investigación en este campo. En
el texto se define qué es el ansia por la comida, cuáles son sus
mecanismos psicológicos y fisiológicos de base, cómo se puede medir y,
finalmente, cómo se puede reducir o controlar.
Restricción alimentaria La
sociedad tiende a pensar que este ansia por la comida sólo es
preocupante cuando está vinculado a grupos clínicos con trastornos de
la alimentación. Sin embargo, las autoras han explicado que puede
afectar a cualquier persona en determinados momentos de su vida.
"La
hipótesis que defendemos en la publicación es que las personas que se
autoprohíben consumir determinados alimentos son las que con mayor
probabilidad pueden experimentar ansiedad por ellos", dice Fernández-Santaella.
La autoprohibición implica la eliminación de ciertos productos de la dieta. Sin embargo, se sabe que las dietas restrictivas, en las que se eliminan ciertos alimentos pueden ser muy poco saludables.
"Hay personas que eliminan, por ejemplo, el chocolate o los dulces
(aunque les gusten mucho); esto hace que los deseen con mucha más
fuerza y, en consecuencia, ansíen consumirlos.
Entramos así en
un círculo vicioso: me autoprohíbo ingerir dulces porque pienso que me
hacen engordar, esto hace que me apetezca más comerlos, y cuando un día
decido comer uno pierdo el control y me doy un atracón. Éste es ya un
comportamiento anómalo en relación con la comida y puede estar
indicando que algo no funciona correctamente, por lo que es necesaria
la intervención médica".
Las emociones también influyen en el
desarrollo del ansia por la comida. Muchas personas comen sin control
para aliviar sus estados emocionales negativos, como la tristeza, la ansiedad, la frustración y la rabia. Es lo que los especialistas denominan alimentación emocional o patológica.
Las emociones negativas La
alimentación emocional, junto con el ansia por la comida, es el
conjunto de alteraciones del comportamiento alimentario que, cuando se
dan con mucha frecuencia e intensidad, pueden suponer un riesgo para el
desarrollo posterior de los trastornos de la alimentación.
Una
buena estrategia para reducir o eliminar el ansia por la comida, según
explican las autoras, es permitirse comer todos los alimentos deseados
en las cantidades adecuadas, compaginándolos siempre con una
alimentación variada y equilibrada e intentando realizar cinco comidas
al día. De esta forma, la persona estará bien alimentada y difícilmente
sentirá ese impulso irrefrenable por la comida.
Fernández-Santaella aconseja también separar la comida de las emociones: "debemos comer para satisfacer una necesidad biológica, no para aliviar un estado emocional negativo.
Si comemos para sentirnos menos tristes, por ejemplo, difícilmente
vamos a conseguir nuestro objetivo; más bien podemos aumentar nuestra
tristeza y nuestros sentimientos de culpa si hemos comido más de la
cuenta o hemos ingerido alimentos poco saludables ".
Concluye
que sentir ansia por la comida en un momento puntual no tiene por qué
preocuparnos, pero insiste en que si se da con mucha frecuencia debemos
estar atentos y procurar no fomentarlo.
Si el paciente responde afirmativamente a cuestiones como éstas, podría experimentar ansiedad: "Si empieza a comer algún alimento en particular que le gusta mucho,
¿tiene verdaderos problemas para parar de comer? Cuando come algo que
desea mucho, ¿se siente culpable?".
El método de investigación El
libro ¿Qué es el ansia por la comida? recoge los conocimientos
existentes tanto en el aspecto clínico como en el experimental sobre
los comportamientos respecto a la alimentación. Para elaborarlo, las
autoras realizaron sus investigaciones partiendo del trabajo en el
Laboratorio de Psicofisiología Humana de la Universidad de Granada. La
mayor parte de las hipótesis fueron comprobadas con datos
psicofisiológicos, objetivos, cuantificables y medibles.
Además,
completaron la investigación con cuestionarios y medidas subjetivas,
supeditadas siempre a las medidas psicofisiológicas. Los resultados
demostraron que la autoprohibición refleja el conflicto entre poder y
no querer comer.
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