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Algunas personas viven consagradas a su trabajo, tanto que llegan a
descuidar su vida privada, familia, amigos, incluso hasta a ellos
mismos. Se trata, habitualmente, de individuos muy competitivos y
ambiciosos, que necesitan destacar en lo que realizan, pero a la vez,
son inseguros, solitarios y aislados del ámbito social.
Pedro Camacho Cerón, médico especialista del IMSS, señaló que
algunos hombres y mujeres colocan el trabajo en primer sitio,
prefiriéndolo por encima del hogar, la familia y los amigos sin
importarles la sobrecarga laboral, debido a intereses como: más
ingresos económicos, reconocimiento social y autoafirmación a través de
la aprobación de sus superiores o, incluso, por ansiedad,
Este problema no radica en la cantidad de horas empleadas en él o
llevarse parte del trabajo a casa. Se produce cuando la persona deja a
un lado a la familia y a las amistades a un segundo plano, es incapaz
de disfrutar del tiempo de ocio y convierte su centro de trabajo en el
refugio ideal para todo aquello que le desagrada.
Esta disfunción, que puede presentarse consciente o
inconscientemente, abundó el especialista, y conducirá a la persona
afectada a enfrentar problemas de salud física y emocional.
Afortunadamente este mal puede ser tratado mediante diferentes
terapias acerca de que esa actitud afecta su vida en todos los ámbitos,
y de esta forma reintegrarlo a la convivencia social plena; además, en
caso necesario, el especialista puede recetar algún medicamento
ansiolítico para contrarrestar la angustia.
Los síntomas de esta enfermedad son trastornos típicos del estrés
negativo, como alteraciones emocionales, insomnio, irritabilidad y
fatiga. También se encuentra expuesto a enfermedades como úlcera
estomacal, hipertensión, bronquitis crónica o incluso, infartos.
La mayoría de los pacientes que sufren de esta adicción al trabajo
acuden al doctor por otras razones: ansiedad o estrés, y al momento de
la entrevista con el psicólogo o psiquiatra, aflora que el origen del
problema está, precisamente, en su obsesión por trabajar a deshoras.
Este padecimiento, explicó el especialista del Seguro Social, se
presenta más entre los varones, por motivos culturales, ya que durante
siglos al hombre se le confirió el papel de proveedor, mientras la
mujer, por lo general, permanecía en casa para atender a los hijos.
Sin embargo, en la actualidad ambos géneros trabajan, por lo que
algunos hombres dedicarán más tiempo al empleo a fin de no sentirse
desplazados por las mujeres. La diferencia radica en que la mujer
valora de otra forma el trabajo, pues mantiene claros sus compromisos,
sabe que también deberá atender las labores del hogar, a los hijos,
etcétera.
Además, dijo, mientras el varón enfoca su atención hacia el éxito y
los retos que tiene que vencer en alcanzarlo, ella, desde su
perspectiva, está más ocupada por verse y sentirse valiosa.
El doctor Camacho Cerón destacó que esta situación no debe
confundirse con el gusto por trabajar, y subrayó la necesidad de
enamorarse de su trabajo.
Quien tiene entusiasmo por el trabajo, concluyó, se realiza en él
porque, además de un medio de sustento, le permite estimular su
creatividad y autoestima; mientras que el obsesivo asume las labores
desde una perspectiva enfermiza, en la que olvida la importancia de
otras dimensiones de la vida, como el descanso, que también es
necesario.
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