Cuando la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) aprobó el uso comercial de Intrinsa, fabricado por la compañía Procter & Gamble, algunos especialistas auguraban un futuro dorado para este parche de testosterona. Sin embargo, no todo son buenas noticias para la llamada 'viagra femenina'. Un artículo publicado en 'Drug and Therapeutics Bulletin' concluye que las pruebas publicadas sobre este producto son débiles y que "no es posible recomendar su uso".
Intrinsa acaba de recibir luz verde en el Reino Unido para el
tratamiento de las mujeres que han entrado en la menopausia debido a
una intervención quirúrgica (extirpación de ovarios y útero) y con
deseo sexual hipoactivo. Coincidiendo con este hecho, el 'Boletín de
Fármacos y Tratamientos' ('Drug and Therapeutics Bulletin'), publicado
por el mismo grupo que la prestigiosa revista 'British Medical
Journal', recoge un artículo manifiestamente crítico con este producto.
"Los resultados publicados hasta el momento se basan en grupos de mujeres muy seleccionados y solo muestran pequeñas mejoras en ciertos parámetros sexuales además
de importantes respuestas al placebo", señala este artículo. "Tampoco
conocemos la seguridad a largo plazo. Los efectos adversos indeseados
son comunes y no siempre reversibles", añade.
Intrinsa está indicado, según su prospecto, para el tratamiento del
deseo sexual hipoactivo. La base científica sobre la que descansa su
desarrollo es el hecho, "sugerido" por algunos estudios, de que la
concentración de testosterona disminuye hasta un 50% después de una
ooforectomía bilateral (extracción de ambos ovarios) y en las pruebas "no concluyentes" que señalan que su administración mejora la disfunción sexual femenina.
En los ensayos clínicos llevados a cabo por la farmacéutica, las
participantes siguieron un estricto proceso de selección en el cual
quedaron excluidas aquellas que padecían cualquier problema físico o
psicológico que pudiera interferir de modo alguno en su vida sexual.
Además, debían ser monógamas.
A esto hay que añadir una laguna más. En algunos de estos estudios,
el diagnóstico del deseo sexual hipoactivo, que ya cuenta con un
componente subjetivo, se realizó utilizando cuestionarios cortos y no
homologados para este fin.
Otra de las críticas recogidas en las páginas del boletín señala que
entre las participantes que habían recibido un placebo las mejorías
eran visibles, lo que sugiere que el efecto hormonal no lo es todo.
Además, muchas de estas mujeres mantenían relaciones sexuales dos o
tres veces al mes, cosa que pone en entredicho el diagnóstico de deseo
sexual hipoactivo.
En línea con las preocupaciones elevadas por la EMEA y la FDA (la
agencia que regula los medicamentos en EEUU) los autores de este
artículo hacen especial hincapié en la falta de datos sobre la seguridad a largo plazo de Intrinsa.
De hecho, este es uno de los principales puntos por las que el fármaco
no está aprobado en EEUU. Los efectos indeseados son, para más inri,
bastante frecuentes y, aunque la mayor parte son leves, algunos (como
el acné o el hirsutismo) persisten con frecuencia.
"Por todas estas razones no podemos recomendar Intrinsa para aquellas mujeres con disfunción sexual", concluye el artículo.
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