La reducción del consumo de sal en la dieta de las personas a las que
les han diagnosticado hipertensión (uno de cada tres argentinos adultos
la padecen) es una de las medidas no farmacológicas más recomendadas
por los médicos, ya que ha demostrado ser de gran utilidad para bajar
la presión arterial.
¿Pero les habló el médico a esos pacientes sobre la importancia de
sacarse de encima los kilos de más, mantener un peso saludable y optar
por una alimentación rica en vegetales? Poner en práctica estos
consejos ha demostrado tener un impacto aún más importante para el
control de la presión arterial que dejar el salero de lado.
"Es cierto que la reducción del consumo de sal tiene un efecto
positivo sobre la presión arterial, pero ese efecto no es tan grande
como el que tienen bajar de peso y adoptar una dieta rica en frutas y
verduras, y en la que los productos lácteos sean descremados", comentó
la doctora Suzanne Oparil, ex presidenta de la Asociación Americana del
Corazón y de la Asociación Americana de Hipertensión de los Estados
Unidos.
Mientras que la reducción del sodio permite bajar la presión
arterial entre 2 y 8 mm/Hg, cada diez kilos que baja de peso una
persona con hipertensión que está excedida redunda en una reducción de
entre 5 y 20 mm/Hg (la presión considerada normal es de 80/120 mm/Hg).
En cuanto a la adopción de una dieta como la mencionada por Oparil, su
impacto es una caída de aproximadamente 8 a 14 mm/Hg (ver ilustración).
¿Por qué entonces tanto énfasis en indicar un menor consumo de sal cuando otras medidas pueden ser tanto o más beneficiosas?
"Adoptar una dieta más saludable demanda mucho más esfuerzo que
reducir el consumo de sal, y siempre se ha buscado hacer llegar
mensajes fáciles de adoptar a los pacientes -respondió la doctora
Oparil-. Por otro lado, es cierto que reducir el consumo de sal es de
gran importancia en hipertensos que tienen otras afecciones cardíacas o
renales."
Sin embargo, agregó Oparil, actual directora del Programa de
Biología Vascular e Hipertensión de la Universidad de Alabama, Estados
Unidos, "en el paciente hipertenso medio es mucho más importante bajar
de peso, aun cuando no se alcance un peso corporal ideal".
El sobrepeso y la obesidad, vale la pena recordar, no sólo son
factores de riesgo para la hipertensión, sino que también incrementan
las posibilidades de desarrollar diabetes y enfermedades vasculares que
pueden finalmente desembocar en un infarto, un accidente
cerebrovascular o en la enfermedad vascular periférica.
La dieta DASH
Buena parte de las evidencias en favor de lo dicho por Oparil,
que actualmente visita la Argentina para dar una serie de conferencias
para expertos en hipertensión locales, provienen del llamado estudio
DASH: Dietary Approaches to Stop Hypertension o, en castellano, Abordaje Dietario para Detener la Hipertensión.
Ese estudio, realizado por el Instituto del Corazón, el Pulmón y la
Sangre de los Estados Unidos (Nhlbi, según sus siglas en inglés),
demostró que adoptar una dieta basada en frutas y verduras, que incluya
productos lácteos descremados, con una reducida presencia de grasas
saturadas, es una gran aliada contra la hipertensión.
Ayuda a tratarla, pero también a prevenir su desarrollo.
Más allá de su énfasis en las frutas y los vegetales, la "dieta
DASH" apunta a reducir el protagonismo de las carnes rojas, las grasas
animales, los dulces y las bebidas azucaradas y a poner un mayor
énfasis en los granos enteros, el pollo, el pescado y las nueces.
"De alguna forma, ese tipo de dieta presupone un bajo contenido de
sal, ya que se basa en alimentos frescos, no procesados", comentó el
doctor Pablo Rodríguez, director del Consejo Argentino de Hipertensión
Arterial.
El mensaje es, según Oparil, "evitar la comida rápida": aquella
industrializada, "en la que el alto contenido de sal es empleado como
conservante".
Algunos cambios propuestos por el Nhlbi para cambiar gradualmente hacia una dieta DASH:
-
Si come una o dos porciones de vegetales al día, agregue una más en el almuerzo y otra en la cena.
-
Si no come fruta, comience incorporando una como postre o entre comidas.
-
Reduzca a la mitad su consumo actual de manteca o margarina.
- Incremente gradualmente su consumo de productos
lácteos descremados. Por ejemplo, reemplace las gaseosas por leche o
yogur entre comidas.
"Estas medidas son útiles incluso en los pacientes que toman
fármacos para la presión arterial, ya que podrán reducir la cantidad de
medicamentos que deben tomar -agregó Oparil-. Sin embargo, debe quedar
claro que en la mayoría de las personas no reemplazan el tratamiento
farmacológico indicado por sus médicos." Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |