El 27 de noviembre de 2005 el cirujano francés
Bernard Devauchelle, del Centro Hospitalario Universitario de Amiens, dirigió el primer
trasplante de cara. El equipo quirúrgico publica ahora las primeras conclusiones, sobre un trabajo realizado en marzo, cuatro meses después. El experto señaló su satisfacción, aunque los resultados definitivos sobre la funcionalidad están por
llegar. "El injerto de cara puede ya considerarse un éxito en lo que
respecta a la apariencia, sensibilidad y aceptación de la paciente", afirmó Devauchelle.
La receptora, una mujer de 38 años, había sufrido mordeduras de su perro que le habían provocado la amputación completa de nariz, labios, mentón y partes adyacentes de ambas mejillas. La lesión afectaba a tejidos blandos de la cara, así como hueso facial y dientes, y se extendía principalmente por el área derecha bucal y cigomática. "Una reconstrucción convencional habría requerido al menos cuatro o cinco intervenciones para restaurar las unidades anatómicas perdidas y los resultados habrían sido muy pobres en lo que a estética y funcionalidad se refiere", comentan los autores del trabajo.
Una vez planteada la opción del alotrasplante como tratamiento de elección, el equipo quirúrgico obtuvo la autorización del Comité Nacional de Ética Francés. Mientras se esperaban los permisos pertinentes para una intervención que hasta ese momento sólo se había realizado en animales la paciente fue sometida a una evaluación por tres psiquiatras para avalar que podría asumir las consecuencias psicológicas de la operación.
La donante era una mujer de 46 años que había fallecido por una isquemia cerebral irreversible; su complexión dermatológica resultaba similar a la de la receptora. El trasplante consistió en una revascularización de arterias y venas faciales, reparación de la mucusa de los vestíbulos orales y nasales, anastomosis bilateral de nervios sensitivos, para unir los músculos miméticos con el nervio motor de la raíz mandibular del nervio facial izquierdo y la sutura dérmica.
La inmunoterapia incluyó timoglobulina, tacrolimus, micofenolato mofetil y prednisona, además de dos infusiones de células de médula ósea. La fisioterapia se inició el primer día tras la intervención; al tercero se retiró la traqueotomía, de forma que la paciente pudo beber y comer sin dificultades al finalizar la primera semana de postoperatorio. La rehabilitación se realizó dos veces al día e incluyó ejercicios faciales estáticos y dinámicos centrados en el restablecimiento de la suspensión de los labios y la oclusión de la boca. La transmisión pasiva de contracciones musculares al injerto ya existe, pero aún se trabaja con fisioterapia para restaurar movimiento en los labios.
En un editorial relacionado, Edgardo Carosella y Thomas Pradeu, del Hospital Saint-Louis y de la Universidad de la Sorbona, respectivamente, ambos en París, abordan las consideraciones éticas de un trasplante que no está mediado por la necesidad vital, pero que atañe a los órganos visibles, como es el rostro, que condicionan la identidad de una persona, así como sus relaciones con los demás. Por ello, aseguran que "el éxito del trasplante de un órgano visible depende no sólo de la funcionalidad obtenida, sino también de la reconstrucción que logra en la identidad del sujeto receptor".
Inconvenientes
En un segundo editorial, Patrick Warnke, de la Universidad de Kiel (Alemania), afirma que, pese al éxito, el trasplante adolece de inconvenientes: "Los tejidos del rostro, como ocurre con otros órganos, son histológicamente muy heterogéneos y expresan diferentes grados de antigenicidad, lo que requiere una inmunosupresión de por vida para evitar el rechazo". El autor hace referencia a mejores soluciones futuras, basadas en la medicina regenerativa, aunque mientras llegan, considera bienvenida la iniciativa de Devauchelle.
Control del rechazo
En el postoperatorio inicial no hubo complicaciones notables, si bien a la tercera semana se detectó un eritema difuso en la mucosa trasplantada que fue tratado como una estomatitis debido a la presencia de Candida albicans en la mucosa oral de la paciente (imagen superior izquierda). El eritema continuó desarrollándose (imagen inferior izquierda) y las biopsias mostraron infiltrado de células densas mononucleares, que más tarde pasaría a ser perivascular, y apoptosis queratinocítica ocasional (imágenes superior e inferior derecha), lo que confirmaba el rechazo. El tratamiento con tacrolimus, lobetazol, micofenolato mofetil y prednisona logró poer fin al rechazo.
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