Un estudio de asociación pangenómica aporta nuevas pistas genéticas que conducen al ictus, según se publica en 'The New England'. Al trabajo le acompañan varios artículos de revisión sobre este tipo de análisis.
Un estudio de asociación
pangenómica ha desvelado la conexión entre dos variantes genéticas que
hasta ahora habían pasado desapercibidas y el riesgo de ictus; el
estudio, que se publica hoy en la edición digital de The New England
Journal of Medicine (y el 23 de abril en la impresa), aporta una prueba
contundente sobre la existencia de un componente genético específico de
los accidentes cerebrovasculares.
El
trabajo, coordinado desde el Instituto de Corazón, Pulmón y Sangre de
los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, ha analizado los
genomas de 19.000 sujetos que habían sido reclutados para los estudios
del consorcio Charge (acrónimo inglés de Cohortes para la Investigación
del Corazón y el Envejecimiento en Epidemiología Genómica); entre los
estudios incluidos se encuentra el Framingham, el de Riesgo de
Aterosclerosis en Comunidades, el de Salud Cardiovascular y el de
Rotterdam.
Los
científicos han descubierto que dos polimorfismos de un solo nucleótido
o SNP se asocian con la aparición de un ictus (de cualquier tipo), y
más específicamente con los ictus isquémicos que afectan a las personas
de raza blanca. Los polimorfismos se ubican en el locus cromosómico
12p13, cerca del gen NINJ2, que a su vez codifica una proteína
implicada en la lesión nerviosa.
El
estudio indica así la presencia de un factor genético en el desarrollo
de una enfermedad con tantas caras diferentes como es el ictus y abre
camino para el descubrimiento de otros genes implicados. Los autores
principales del trabajo son Arfan Ikram, del Departamento de
Epidemiología del Centro Médico Universitario Erasmus, en Rotterdam
(Holanda), y Philip Wolf, del Departamento de Neurología de la
Universidad de Boston, y director del estudio Framingham.
Por
su parte, el subdirector del Instituto de Corazón, Pulmón y Sangre,
Walter Koroshetz, afirma que "al igual que han demostrado otros
estudios de asociación pangenómica en otras muchas enfermedades
comunes, el riesgo de ictus que se vincula con estos polimorfismos no
es lo suficientemente elevado como para definir un plan individual de
prevención de ictus. Sin embargo, esos resultados sí son de interés
para dirigir las investigaciones hacia nuevos mecanismos biológicos
implicados en la enfermedad y, con suerte, desarrollar nuevos
tratamientos preventivos".
Los trabajos de
asociación pangenómica son una herramienta relativamente nueva para
analizar el genoma de varios individuos con el fin de hallar
variaciones genéticas que puedan asociarse con una alteración o
condición específica. Este tipo de estudios son posibles gracias a la
secuenciación completa del genoma humana, lograda en 2003 y a la
consecución del HapMap, el catálogo de haplotipos de varios grupos
poblacionales humanas. Los estudios pangenómicos ya han desvelado
factores genéticos implicados en enfermedades tan frecuentes como la
diabetes tipo 2, la obesidad, las patologías coronarias, el mal de
Alzheimer, la artritis reumatoide y el cáncer.
Gran presencia
Entre
las ventajas de este tipo de estudios, cada vez más presentes en la
investigación biomédica, está el hecho de que no requieren una
hipótesis inicial de la que partir; además se pueden servir de bases de
datos ampliables, muestran asociaciones genéticas en las que nunca
antes se había pensado -como por ejemplo, alelos diferentes a los APOE
que se han vinculado recientemente con la enfermedad de Alzheimer- y
favorecen la cooperación entre grupos y centros de diferentes países a
través de consorcios.
Sin embargo, aún hay que aclarar ciertos aspectos para afinar cuál es el alcance real en la práctica médica de esta metodología.
Sobre
ello, el New England dedica una revisión y tres artículos en los que se
analiza el papel que juegan los estudios de asociación pangenómica para
desvelar cuáles son los riesgos y las causas de una enfermedad, así
como el tiempo y recursos que deberían invertirse en el genotipado de
los individuos con una determinada patología, teniendo en cuenta la
información que proporcionan esos trabajos.
Como
apuntan en su revisión John Hardy, del University College de Londres, y
Andrew Singleton, del Laboratorio de Neurogenética de Bethesda, "muchos
observadores destacan que la mayoría de los loci descubiertos por los
estudios pangenómicos no muestran cambios en el aminoácido de
proteínas".
Estos autores proponen dos
tareas inmediatas para perfeccionar los análisis: comprender mejor los
mecanismos de la expresión genética e identificar variantes vinculadas
a enfermedades que son demasiado poco frecuentes para averiguarse a
través de métodos de asociación. "Conocemos los bordes del rompecabezas
de las causas de una enfermedad. Queda mucho por hacer, pero ya tenemos
el esquema".
(N Engl J Med 2009; 360: 1.718-28/1.759-68/1.696-1.703)
Prevención con estatinas
Un
metanálisis de 24 estudios en el que se han analizado los datos de
165.000 pacientes ha demostrado que las estatinas se asocian con una
reducción del riesgo de ictus de un quinto si se comparan con placebo.
Estos resultados, que se publican hoy en The
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