Según un estudio publicado en EHJ, el beneficio sólo se obtiene con un consumo moderado
Según concluye un estudio llevado a cabo por investigadores del
Centro Médico Deaconess Beth Israel y de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Harvard en Boston (Estados Unidos) y publicado en la
edición digital de la revista European Heart Journal
(doi:10.1093/eurheartj/ehp111), el consumo moderado de pescado azul y
ácidos grasos omega 3, que se encuentran en el aceite de pescado
protege a los varones del desarrollo de insuficiencia cardíaca.
El beneficio, sin embargo, se ha observado únicamente en aquellos
varones que comen aproximadamente una ración de pescado azul a la
semana y que consumen de forma moderada ácidos grasos omega 3 marinos
–en torno a 0,35 gramos diarios–. De hecho, el consumo de cantidades
mayores a la referida no sólo no supone un beneficio mayor, sino que se
asocia con un riesgo similar al que presentan los individuos que no
consumen ácidos grasos omega 3 marinos.
De la misma manera, el trabajo no ha podido establecer si el
beneficio también se mantiene en caso de la ingesta de ácidos grasos
omega 3 marinos a través de suplementos alimenticios. No en vano, los
participantes del estudio consiguieron la mayor parte de los
componentes a través de la dieta.
Los investigadores siguieron a 39.367 varones suecos con edades
comprendidas entre los 45 y los 79 años desde 1998 hasta 2004,
registrando su dieta y siguiendo su progresión por medio de los
registros de hospitalizaciones y de mortalidad. Durante este periodo,
597 hombres sin antecedentes de enfermedad coronaria o diabetes
desarrollaron insuficiencia cardíaca, y 34 murieron.
Los investigadores descubrieron que los hombres que comían pescado
azul como arenque, caballa, salmón y trucha alpina, una vez por semana,
tenían un riesgo un 12% inferior de desarrollar insuficiencia cardíaca
en comparación con aquellos que no comían nunca pescado azul.
Los investigadores también constataron el efecto protector
asociado con la ingesta de ácidos grasos omega 3 marinos. Así, los
varones que consumían en torno a 0,36 gramos diarios tenían un riesgo
un 33% menor de desarrollar insuficiencia cardíaca que aquellos que
consumían cantidades ínfimas de ácidos grasos omega 3 –o que
directamente no lo consumían.
Consumo moderado, no excesivo
Los investigadores dividieron a estos hombres según su consumo de
pescados azules y ácidos grasos omega 3 marinos. Los resultados
mostraron que el grupo de consumo intermedio, que tomaba una ración de
pescado azul a la semana, tenía un 12% menos de riesgo en comparación
con quienes nunca lo comían o aquellos que tomaban dos o tres raciones
por semana. En el caso de los ácidos grasos marinos, también los del
grupo intermedio –consumo de 0,36 gramos diarios– tenían un 33% menos
de riesgo de insuficiencia cardíaca en comparación con los que
consumían 0,46 o 0,71 gramos al día, cuyo riesgo similar a los que no
tomaban nada o muy poco.
En palabras de la Dra. Emily Levitan, directora del trabajo,
“nuestro estudio muestra que un consumo moderado de pescado azul y de
ácidos grasos omega 3 marinos se asocia con menores tasas de
insuficiencia cardíaca en hombres, así como que aquellos que consumen
cantidades mayores no consiguen más beneficios”.
La investigadora señala que esta relación en forma de U entre el
pescado azul, los ácidos grasos omega 3 marinos y la insuficiencia
cardíaca fue un descubrimiento inesperado. Según la Dra. Levitan, “la
mayor tasa de insuficiencia cardíaca en hombres que consumían las
mayores cantidades de estos alimentos, siempre en comparación con el
consumo moderado, podría ser algo casual. Así, podría tratarse de
hombres con mala salud que comieran más pescado para intentar mejorar
y, por ello, los pescados azules y los ácidos grasos parecen factores
de riesgo para la insuficiencia cardíaca. Sospecho que esta es la
explicación más probable, pero no podemos estar seguros a partir de
estos datos”.
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