En el futuro, las personas con asma grave y a las que los medicamentos no les devuelven un ritmo de vida normal, podrían encontrar ayuda en la termoplastia bronquial. Se trata de una técnica endoscópica que aplica sobre los bronquios una corriente eléctrica que se transforma en energía térmica. El objetivo es reducir la musculatura y, de esta forma, prevenir las crisis asmáticas.
La energía por radiofrecuencia es la base de este nuevo tipo de
broncoscopia. Gracias a ella, los neumólogos pueden exponer los
músculos de las vías respiratorias a estas ondas eléctricas e impedir que éstos se constriñan,
como sucede en los ataques de asma. "Se consigue una pérdida de tono
muscular (estado de contracción) y puede influir la propia ablación
ocasionada por el estímulo eléctrico, pequeñas fibrosis y la rotura de
pequeñas fibras o bandas musculares", aclara a elmundo.es Carlos
Disdier, neumólogo del hospital San Pedro Alcántara (Cáceres).
Tras varios años de estudio y de publicaciones, como la aparecida en la revista científica 'The New England Journal of Medicine' en 2007, el sistema Alair, desarrollado por la compañía Asthmatx, ofrece nuevos resultados sobre su eficacia pasado un año desde la intervención.
"Es un tratamiento todavía no comercializado, que
sólo puede ser aplicado en pacientes incluidos en ensayo clínico [...]
Tras su publicación en 'NEJM', la agencia estadounidense del
medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) pidió a los expertos que
realizaran un estudio aleatorizado y ciego. Es decir, "que todos los
pacientes se sometieran a una broncoscopia pero que, de forma aleatoria
y desconocida, unos recibieran radiofrecuencia y otros un tratamiento
fingido sin termoplastia", explica Disdier.
Un estudio con grupo placebo
Con esta metodología, los autores apuntan que un 79% de los que se
sometieron a esta técnica aún experimental presentaron una mejora
significativa de su calidad de vida. Los datos han sido recientemente
presentados en el transcurso de la Conferencia Internacional de la Sociedad Torácica Americana, celebrada en San Diego, y los expertos aguardan su publicación en la literatura científica.
"Tras el procedimiento, los pacientes tratados con termoplastia bronquial experimentaron un control prolongado del asma un año después.
Así lo demuestra la mejora de la calidad de vida, de los ataques de
asma severos y de las visitas a urgencias por una sintomatología
respiratoria", ha declarado Mario Castro, principal autor del estudio y
profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington
(EEUU).
Con el paciente en un estado de sedación consciente, como ocurre con
la broncoscopia habitual, los médicos alcanzan las vías aéreas mediante
endoscopia (por la boca o la nariz). A través de un canal interno que
llevan los broncoscopios, se introduce un catéter provisto de cuatro alambres
que se extiende hacia los bronquios más periféricos. En ellos se
aplicará la energía térmica en periodos de 10 segundos y tratando por
segmentos de 5 mm todos los bronquios.
Tres broncoscopias de una hora
"El tratamiento completo requiere tres broncoscopias distintas,
separadas en tres semanas, y cada una dura aproximadamente una hora. En cada sesión se trata una parte del árbol bronquial,
salvo un pequeño lóbulo del pulmón derecho más susceptible al colapso e
infecciones (el lóbulo medio)", aclara el neumólogo español.
Tras pasar por distintas fases, esta última investigación se llevó a
cabo en 30 centros de seis países distintos, con un total de 297
pacientes asmáticos. "La población seleccionada para este trabajo
estaba formada por enfermos con asma severa, tratados según las
recomendaciones internacionales y que continuaban con síntomas dentro de una cierta estabilidad. Es complicado que se pueda aplicar el método en pacientes inestables", afirma el médico del hospital San Pedro Alcántara.
En cuanto a los posibles efectos secundarios, este
especialista subraya que habrá que analizarlos detenidamente cuando el
estudio se publique en alguna revista científica. Sin embargo, adelanta
que no parece tener más consecuencias negativas que las que se
desprenden de las molestias propias de la broncoscopia.
"En estudios preliminares enfocados a conocer la seguridad de la
técnica se han observado un cúmulo de secreciones y un leve rebrote
inicial de síntomas asmáticos en algunos pacientes, y una mejoría de la calidad de vida y de los síntomas asmáticos a largo plazo", sostiene.
"El hecho de que, inicialmente, 580 personas aceptaran participar en
un estudio en el que podían someterse a tres broncoscopias con
tratamiento fingido en algunos casos [formar parte del grupo placebo]
confirma que los sujetos con asma grave constituyen una población muy necesitada y para la que las terapias actuales son insuficientes", recalca el profesor Castro.
En caso de que sea aprobada, sería la primera opción no
farmacológica para tratar el asma. Disdier se muestra esperanzado ante
esta posibilidad pero recalca que no supondrá la eliminación del uso de fármacos complementarios
y no será válida para todos los pacientes, sino sólo para los que
sufran una patología moderada o grave y se encuentren estables.
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