"Le dijo Jehová a Moisés: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve" (Exodo, 4). Al igual que la Biblia, numerosos textos antiguos, como el Atharva Veda o un papiro egipcio datado en el 1.550 a. C., dan cuentan de las lesiones que provocaba hace milenios la misma enfermedad que hoy conocemos como lepra.
A la documentación escrita sobre la existencia del trastorno en la
antigüedad acaba de unirse la evidencia científica. Un equipo de
investigadores estadounidenses ha encontrado pruebas de la enfermedad
en el esqueleto de un varón que vivió en la India en torno al 2000 a.C.
Según los datos de este grupo multidisciplinar que ha aunado el trabajo de biólogos, antropólogos y arqueólogos, la lepra lepromatosa,
el tipo más grave de la enfermedad, estaba presente en la zona asiática
hace más de 4.000 años de antigüedad, lo que representa la evidencia
más antigua de la enfermedad de la que se dispone.
Esta infección crónica, que se contagia por dispersión aérea del 'Mycrobacterium leprae'
-también conocido como 'bacilo de Hansen'- provoca, principalmente,
lesiones en la piel y un deterioro nervioso, aunque algunos pacientes
también pueden sufrir la infiltración bacteriana en mucosas, testículos
y huesos.
Precisamente el hallazgo de cambios patológicos en su área nasal y maxilar -las
lesiones óseas más típicas de la enfermedad-, la existencia de
problemas degenerativos en las articulaciones del esqueleto o la
afectación de otros huesos, entre otros trastornos, fue lo que hizo que
los investigadores sospecharan de la enfermedad.
Evidencia más antigua
"Estos cambios eran una fuerte evidencia de la manifestación de una
lepra", comentan los investigadores en su trabajo, que se publica en la
revista de acceso público 'PLoS One'.
Tras varios análisis para descartar que las lesiones se debieran a
otros trastornos, como la leishmaniasis, la tuberculosis o enfermedades
por treponema, entre otras infecciones, los autores del trabajo, de la
Appalachian State University de Carolina del Norte (EEUU), concluyeron
que la causa del problema era una lepra lepromatosa.
Según estos investigadores, esta evidencia puede usarse para rastrear los patrones de transmisión de la enfermedad
en la prehistoria. De hecho, el próximo paso de este equipo es tratar
de encontrar ADN del 'Mycrobacterium leprae' en el esqueleto para
compararlo con las cepas de la enfermedad comunes actualmente en el
mundo.
Aunque es una enfermedad curable, unas 250.000 personas siguen sufriendo lepra en el mundo.
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