Los avances en las técnicas de diagnóstico y tratamiento han permitido que los pacientes que sufren hoy en día un tipo de ictus -la hemorragia subaracnoidea a causa de aneurisma- tengan mejor pronóstico que hace 30 años.
Este trastorno se produce por la ruptura de un vaso sanguíneo
anormalmente dilatado, lo que provoca un sangrado entre el cerebro y
las membranas que lo recubren.
Aunque no es el más común de los infartos cerebrales, puede traer importantes complicaciones y se asocia a un alto riesgo de mortalidad.
Sin embargo, tal como muestran los datos de un reciente
metaanálisis, parece que el número de casos fatales ha menguado en los
últimos años.
"Esta reducción coincide con la introducción de estrategias mucho mejores para el manejo del trastorno", comentan los autores de esta revisión en las páginas de la revista 'The Lancet Neurology'.
Según apuntan, el diagnóstico ha mejorado mucho gracias al empleo de técnicas como el TAC o la resonancia magnética.
Además, procedimientos como la embolización, que 'rellena' el aneurisma
para evitar complicaciones y nuevas rupturas, también han contribuido a
la disminución del riesgo de muerte.
La investigación
Para llevar a cabo su trabajo, los investigadores, dirigidos por
Dennos Nieuwkamp, del Centro Médico Universitario de Utrecht (Holanda)
analizaron los resultados de 33 estudios sobre pacientes que habían
sufrido una hemorragia subaracnoidea a causa de aneurisma entre 1973 y
2002. En total, manejaron datos de 8.739 pacientes de 19 países
diferentes.
Los resultados de su trabajo pusieron de manifiesto que, pese a que
la edad media de los pacientes atendidos por este trastorno pasó de los
52 a los 62 años en el periodo estudiado, las tasas de mortalidad disminuyeron un 17%.
Durante el análisis, los investigadores se dieron cuenta de que
Japón era un caso especial. La proporción de personas que fallecía a
causa de este tipo de ictus en el país asiático era casi un 12% más baja
que en Europa, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Debido a las
grandes diferencias, para las estimaciones globales, no se tuvieron en
cuenta sus datos.
Los autores de la investigación sugieren que la clave de esta disparidad puede estar en el tipo de atención al paciente.
"La estrategia de ingresar al enfermo de forma temprana y el rápido
manejo de los aneurismas podría explicar en parte las tasas bajas de
Japón", sugieren los investigadores.
Con todo reconocen que su estudio tiene limitaciones y deberían llevarse a cabo más trabajos sobre el tema.
En un comentario que acompaña a este artículo en la revista médica,
Rustam Al-Shahi Salman y Cathie Sudlow, de la Universidad de Edimburgo
(Reino Unido), remarcan que, además de prevención y tratamiento, sigue
habiendo importantes desafíos en el manejo de este tipo de ictus.
Por un lado, estos autores insisten en la importancia de mejorar la
efectividad de las terapias en pacientes de avanzada edad y, por otro,
recuerdan que los países menos desfavorecidos siguen siendo grandes
olvidados. "Probablemente la mayor carga mundial de hemorragias
subaracnoideas se produce en estos países, y es allí donde más se
necesitan intervenciones efectivas para su tratamiento", subrayan.
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