Después de haber realizado consultas con expertos en gripe, virólogos y funcionarios de salud pública, y conforme a los procedimientos previstos en el Reglamento Sanitario Internacional, la Directora General de la OMS, Dra. Margaret Chan, decidió elevar el nivel de alerta de pandemia de gripe de la fase 5 a la fase 6.
Dra. Margaret Chan
Directora General de la Organización Mundial de la Salud
Señoras y señores:
A finales de abril la OMS anunció la emergencia de un novedoso virus de la gripe A.
Se trata de una cepa de H1N1 que no había circulado anteriormente en la especie humana, un virus completamente nuevo.
El
virus es contagioso y se propaga fácilmente entre las personas, y de un
país a otro. A día de hoy se han notificado casi 30 000 casos
confirmados en 74 países.
Pero eso
no es todo: con pocas excepciones, los países donde se han registrado
muchos casos son precisamente aquellos que disponen de procedimientos
adecuados de vigilancia y detección.
En
varios países ya no se puede seguir el rastro de la propagación según
cadenas bien definidas de transmisión de persona a persona. Se
considera inevitable que aumente la propagación.
He
realizado consultas con destacados expertos en gripe, virólogos y
funcionarios de salud pública. De conformidad con los procedimientos
previstos en el Reglamento Sanitario Internacional, he recabado la
orientación y la opinión del Comité de Emergencias establecido con esa
finalidad.
Sobre la base de los
datos disponibles, y de la evaluación de los datos por esos expertos,
cabe concluir que se cumplen los criterios científicos que definen las
pandemias de gripe.
Por consiguiente, he decidido elevar el nivel de alerta de pandemia de gripe de la fase 5 a la fase 6.
El mundo se encuentra ahora en el inicio de la pandemia de gripe de 2009.
Estos son los primeros días de la pandemia, y el virus se propaga bajo estrecha y minuciosa vigilancia.
Ninguna
pandemia había sido detectada antes con tanta precocidad ni había sido
observada tan de cerca, en tiempo real y desde su inicio. El mundo
puede cosechar ahora los beneficios de las inversiones que ha realizado
durante los últimos cinco años preparándose para la pandemia.
Salimos
desde una posición destacada, y ello nos fortalece. Pero por otra parte
ello también genera una demanda de asesoramiento y de garantías, cuando
en realidad disponemos de pocos datos y la incertidumbre científica es
considerable.
Gracias al estrecho
monitoreo, las completas investigaciones que se están realizando y las
notificaciones que los países están transmitiendo con gran franqueza,
hemos obtenido una primera instantánea de la propagación del virus y
del grado de morbilidad que puede causar.
También
sabemos que esa panorámica inicial puede cambiar muy deprisa. Es el
virus quien dicta las reglas, y éste, como todos los virus de la gripe,
puede cambiarlas en cualquier momento, sin ton ni son.
Tenemos
buenas razones para considerar que, a escala mundial, la gravedad de
esta pandemia, al menos en sus primeros días, será moderada. Pero
sabemos por experiencia que la gravedad puede variar en función de
muchos factores, y de un país a otro.
Los
datos disponibles indican que la inmensa mayoría de los pacientes
presentan síntomas leves y se recuperan completamente y con rapidez, a
menudo sin haber recibido tratamiento médico.
El
número de muertes registradas en todo el mundo es pequeño, aunque cada
una de ellas es un hecho trágico, y tenemos que prepararnos a que haya
más. No obstante, no se prevé un aumento súbito y espectacular del
número de casos graves o letales.
Sabemos
que el novedoso virus H1N1 infecta preferiblemente a los más jóvenes.
En casi todas las zonas donde se registran brotes grandes y
persistentes, la mayoría de los casos se han dado en personas de menos
de 25 años.
En algunos de esos
países, alrededor del 2% de los casos han sido graves, a menudo
progresando rápidamente hacia una forma potencialmente mortal de
neumonía.
La mayoría de las infecciones graves y mortales se han dado en adultos de entre 30 y 50 años.
Esa
pauta difiere significativamente de lo que se observa durante las
epidemias de gripe estacional, cuando la mortalidad afecta
mayoritariamente a las personas de edad.
Muchos
casos graves, pero no todos, se han dado en personas que ya sufrían
alguna afección crónica. Según los datos disponibles, limitados y
preliminares, entre las afecciones más frecuentes se cuentan las
enfermedades respiratorias, en particular el asma, las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes, los trastornos autoinmunitarios, y la
obesidad.
Por otra parte, es
importante señalar que entre un tercio y la mitad, aproximadamente, de
los casos graves o mortales se han dado en personas jóvenes y de
mediana edad que estaban sanas.
No
cabe duda de que las embarazadas están particularmente expuestas a
sufrir complicaciones. Ese riesgo superior cobra aún más importancia en
el caso de un virus que, como éste, infecta preferiblemente a los
grupos de edad más jóvenes.
Por
último, y quizá lo más preocupante, no sabemos cómo se va a comportar
el virus en las condiciones que suelen imperar en el mundo en
desarrollo. Hasta la fecha, la gran mayoría de los casos se han
detectado e investigado en países relativamente ricos.
Permítanme
que destaque dos de las muchas razones que justifican esa preocupación.
En primer lugar, más del 99% de la mortalidad materna, un indicador de
la mala calidad de la atención durante el embarazo y el parto, se
registra en el mundo en desarrollo.
En
segundo lugar, alrededor del 85% de la carga de enfermedades crónicas
se concentra en los países de ingresos bajos y medianos.
Aunque
la gravedad de la pandemia parece moderada en los países relativamente
ricos, es prudente prever que el panorama se ensombrecerá cuando el
virus se propague a zonas donde los recursos son limitados, la atención
de salud es mala y donde se registra una elevada prevalencia de otros
problemas médicos.
Señoras y señores:
Una
característica de las pandemias es que se propagan rápidamente por todo
el mundo. En el siglo pasado, la propagación tardaba por regla general
entre 6 y 9 meses, incluso en épocas en las que la mayoría de los
viajes internacionales se hacían en barco o en tren.
Los
países deberían contar con que en un futuro próximo tendrán casos en su
interior, o aumentará el número de los casos que tienen. Los países
donde los brotes parecen haber alcanzado un máximo deberían prepararse
para una segunda oleada de infecciones.
Se
han mandado orientaciones sobre medidas de protección y precaución a
los ministros de salud de todos los países. Los países donde no se han
registrado casos, o sólo un pequeño número, deberían mantenerse
vigilantes.
Los países con
transmisión generalizada deberían centrarse en el manejo apropiado de
los pacientes. Se deberían limitar las pruebas e investigaciones de los
pacientes, puesto que consumen muchos recursos y pueden agotar muy
rápidamente las capacidades.
La OMS
ha mantenido un estrecho diálogo con los fabricantes de vacunas contra
la gripe. Tengo entendido que la producción de vacuna contra la gripe
estacional se ultimará dentro de poco y que se dispondrá de capacidad
plena para asegurar el mayor suministro posible de vacuna antipandémica
en los próximos meses.
Hasta que se disponga de vacunas, varias intervenciones no farmacéuticas pueden proporcionar cierta protección.
Las
pandemias de gripe, ya sean moderadas o graves, constituyen eventos
notables, dada la susceptibilidad casi universal de la población
mundial a la infección.
Todos estamos juntos en esto. Y todos juntos lo superaremos.
Muchas gracias.
Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |