El uso de la toxina botulínica o bótox, actualmente indicado en España para tratar las arrugas de expresión en el entrecejo, puede servir también para tratar las cefaleas o migrañas.
Asi
lo afirmó el jefe de Servicio de Dermatología del Hospital Ramón y
Cajal de Madrid, Pedro Jaén, en el marco del 37 Congreso Nacional de la
Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) que se está
celebrando en Madrid.
Según aseguró este experto,
existen múltiples ensayos clínicos que dan evidencia científica a esta
afirmación al haber demostrado una reducción de los episodios de
migraña y, de hecho, en España "hay muchos neurólogos que lo utilizan"
en las pacientes que presentan una agudización de esta enfermedad con
fuertes jaquecas.
En estos casos, el bótox se inyecta en
determinadas zonas musculares del cuero cabelludo donde se desencadenan
las migrañas y su eficacia está "ampliamente demostrada" a pesar que,
de momento, en España no hay una indicación específica para ello. En
estos casos, explicó el doctor Jaén, se aplica mediante uso compasivo
con el consentimiento del paciente y el profesional.
Además, al igual que su aplicación en otras zonas del cuerpo, "no es en
absoluto peligroso" y el mayor daño que puede ocasionar es una
parálisis muscular que, en cualquier caso, aseguró este experto, "es
reversible en 6 meses".
De hecho, y ante la inminente
comercialización del botox en España con indicación estética --Ganderma
e Ipsen se harán a cargo de su lanzamiento al mercado con el nombre de
'Azzelure'--, el doctor Jaén quiso aclarar "falsos mitos" en torno a
este tratamiento y aseguró que se trata de una toxina que "no genera
resistencias en el organismo" aunque si que interacciona con muchos
fármacos, como los aminoglucósidos, que pueden alterar su mecanismo de
acción.
En cuanto su aplicación, aseguró que, como
sucede para el tratamiento de las migrañas, el hecho de que disponga de
una indicación específica no impide que si el especialista lo considera
apropiado y cuenta con el consentimiento del paciente pueda emplearse
en otras zonas del cuerpo, como la nariz, los labios, las comisuras
bucales o el mentón.
En todos estos casos, advirtió, es
necesario que los profesionales que lo apliquen estén familiarizados
con la musculatura facial y sus funciones, así como con una habilidad
para realizar infiltraciones en los puntos anatómicos adecuados.
No obstante, insistió en que los efectos secundarios más frecuentes
como la caída del párpado, hematomas o la asimetría en las cejas que
puede provocar son "absolutamente reversibles".
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