Cuando se habla de controlar el peso, el tipo de refrigerio podría no importar, pero sí la persona que lo come.
Cuando
los investigadores proporcionaron refrigerios "pecaminosos" a mujeres
obesas y no obesas, las que tenían un peso saludable deseaban menos
cantidad del tentempié con el tiempo, pero las mujeres obesas seguían
queriendo más. "Las mujeres obesas y no obesas responden a los
refrigerios de alta densidad e hipercalóricos de forma distinta",
señaló Jennifer Temple, autora principal del estudio, que aparece en la
edición de agosto de la American Journal of Clinical Nutrition.
"Para nosotros, esto subraya la necesidad de hacer estudios detallados
que comparen mujeres obesas y no obesas en términos de cómo responden a
los alimentos para tratar de comprender las cosas que mejor funcionan
para fomentar hábitos alimenticios saludables". "No se puede
tomar algo que funciona en mujeres no obesas y creer que tendrá
automáticamente el mismo efecto en mujeres obesas", agregó Temple,
profesora asistente en ciencias del ejercicio y la nutrición de la
Universidad de Buffalo en Nueva York. Dicha información podría algún día ayudar a personalizar estrategias dietéticas en personas distintas. De
acuerdo con la información de fondo del estudio, apenas el diez por
ciento de las personas que pierden peso mediante ejercicio y dieta
logra mantener el peso a raya por cinco años. Los científicos
teorizan que una de las razones que explican la alta tasa de fracaso es
que las personas sienten que se les priva de su comida favorita por lo
que acaban compensando su periodo de abstinencia. En un
estudio anterior, el mismo equipo de investigación encontró que el
"reforzamiento con comida", el término que usan para describir la
motivación para comer, se redujo en las mujeres no obesas a las que se
les pidió que consumieran su refrigerio favorito, ya fuera M&Ms o
galletas Oreo, durante varios días de seguido. "Tras dos semanas
con el mismo refrigerio, las mujeres regresaron al laboratorio y
aseguraron 'no quiero volver a ver las papitas ni en pintura'", dijo
Temple. "No tenían ningún interés en trabajar para obtener el
refrigerio como recompensa". Pero una porción de 300 calorías
es algo grande, así que los investigadores decidieron hacer un estudio
similar pero con porciones más pequeñas (100 calorías) y porciones
grandes. Además, un tercer grupo de mujeres no consumió las calorías
del refrigerio. En el estudio participaron 31 mujeres obesas y 27 no
obesas. Se pidió a todas las participantes que "trabajaran"
para obtener su recompensa en tareas mediante un programa computarizado
configurado como una especie de máquina tragamonedas. Cuando coincidían
todas las formas en pantalla, las voluntarias ganaban puntos para
comer. A las mujeres se les daban porciones preempacadas de su
refrigerio favorito para que la comieran todos los días durante dos
semanas. Los refrigerios caían en dos categorías: altos en grasa y en
azúcar (galletas, dulces) o sabrosos, es decir sólo altos en grasa
(como papitas fritas). "Tanto para las porciones de cero como
100 calorías, los grupos obesos y no obesos obtuvieron los mismos
resultados", dijo Temple. "El reforzamiento con comida no cambió antes
y después de dos semanas, según lo esperado". Sin embargo, las
mujeres no obesas que comieron las porciones de 300 calorías no
mostraron ningún incremento en la motivación para comer, pero sí las
mujeres obesas que consumieron las porciones más grandes, halló el
estudio. "De hecho trabajaron con más ahínco para la
recompensa", dijo Temple. "Y esto nos sorprendió. Anticipamos al
comienzo que no veríamos una reducción o una reducción tan sustancial,
pero no esperábamos ver un incremento". En algunos casos, las mujeres informaron que seguían queriendo el alimento, aunque ya no le gustara. El patrón es muy similar al observado en adictos a las drogas. "Sopesamos
la idea de la sensibilización, que ocurre con el uso de drogas", dijo
Temple. "La respuesta a las drogas disminuirá de hecho con el uso
repetido". Y eso conlleva a un mayor consumo de drogas. "No
llego a calificar el comer en exceso como una adicción", agregó. "No
creo que tengan las mismas características, pero creo que podemos
aprender mucho sobre el comportamiento de comer en exceso del mundo de
las drogas. Estamos aplicando los mismos paradigmas experimentales a
los alimentos para ver si las personas obesas son más susceptibles a
tener una mayor respuesta a la administración repetida de alimentos". Marianne
Grant, dietista registrada y educadora en salud del Centro de educación
en salud Coastal Bend del Centro de Ciencias de la Salud de Texas
A&M en Corpus Christi, dijo que algún otro factor podría estar en
juego. "Esto me sugiere que las personas obesas no están
comiendo por hambre", dijo Grant. "Sino que comer llena alguna otra
necesidad". "Todo el mundo es distinto y aborda la
alimentación de forma diferente", dijo. "Lo que funciona para una
persona puede que no lo haga en otras. Comer en exceso podría deberse a
razones distintas al hambre. Y necesitamos abordar esas razones". Más información La American Dietetic Association tiene más información sobre comer de manera saludable.
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